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Toda la semana |EL “REY DE LA PAZ”, HUSSEIM, FUE EL PADRE DEL SOBERANO ACTUAL

Realeza: Jordania, la perla del desierto con una dinastía flamante

Desde 1999, Abdalá II encabeza a la familia. Él fue el primogénito de once hermanos. Un recorrido para conocer los lazos que entramaron la historia del país, situado en una zona “caliente”

VIRGINIA BLONDEAU
Por VIRGINIA BLONDEAU

19 de Marzo de 2023 | 08:43
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Adentrarse en culturas exóticas, por lo menos para nuestro ojo occidental, es fascinante. Lo hemos comprobado en nuestra entrega anterior cuando les contamos a nuestros lectores la vida de grandes faraonas egipcias y volvemos hoy a viajar a otros continentes porque hemos sido invitados a una boda. Así que a desempolvar las tiaras de la abuela, a comprarse un suntuoso vestido y sacar pasaje para Jordania que allá vamos.

Así como Egipto rezumaba antigüedad y sus mujeres se perdían en el remolino de los tiempos, la de Jordania es una dinastía nueva y, aunque asiática, es la más cercana a las casas reales europeas. Su actual rey, Abdalá II, se educó en Inglaterra y Estados Unidos y su esposa, Rania, brilla en la alfombra roja de los grandes acontecimientos europeos de la realeza. La boda a la que hemos estado invitados es, precisamente, a la de la hija mayor de ambos, la princesa Iman.

Abdalá, Iman, Jameel y Rania / Web

Pero antes conozcamos Jordania, un país del Cercano Oriente cuya superficie es de 89.342 km2 (más o menos como la provincia de La Rioja). Son 10 millones de habitantes que se concentran en la capital, Amán, y otras ciudades ya que la mayoría del territorio es un desierto. Recién a comienzos del siglo XX se formó como país pero bajo dominio británico hasta que en 1946 se independizó definitivamente y adquirió el nombre de Reino Hachemita de Transjordania (luego simplemente Jordania). Es un país árabe, no de los más ricos pero con una población de buen nivel social, cultural y económico. Está de más decir que, ya que vamos a la boda, podríamos adelantarnos unos días para recorrer las maravillas que Jordania ofrece al turismo.

El sitio arquelógico de la ciudad de Petra alberga el Tesoro, una de las construcciones esculpidas en la piedra por el pueblo nabateo que los lectores recordarán porque hasta su puerta llegaban cabalgando Indiana Jones y sus amigos en la película “La última cruzada” para tratar de encontrar el Santo Grial. El Tesoro y su entorno son insoslayables al programar un viaje por la zona pero ese no es el único escenario de película: en el desierto de Wadi Rum, donde se filmó “Lawrence de Arabia” se puede pernoctar luego de un adrenalínico viaje en 4x4 por las dunas. Y en el desierto de Qasr Al Azraq se pueden visitar los castillos donde se refugió el verdadero Lawrence durante la revolución árabe y, después darse una vuelta por los spa del Mar Muerto, de aguas terapéuticas y calmas. Como todo destino del Oriente Cercano, Jordania tiene para visitar ruinas grecorromanas perfectamente conservadas y rincones icónicos para el cristianismo como, por ejemplo, el recodo del río Jordán, donde fue bautizado Jesucristo. Para finalizar el intenso periplo, proponemos a los lectores descansar unos días en las playas de Aqaba bañadas por el Mar Rojo, un destino que ha sido siempre muy elegido por los miembros de las casas reales europeas, en especial por la española y la griega, por ser paradisíaco y discreto.

 

Es una dinastía nueva y, aunque sea asiática, están cerca de las casas reales europeas

 

El año pasado la princesa Alia bint Hussein, hija del anterior rey de Jordania, dio a conocer una curiosa foto cuyo epígrafe era “¡Los años setenta cuando los videojuegos eran algo menos compactos que ahora! Mi padre y la reina Sofía de España en Aqaba, enfrascados jugando al Pac-Man”. Sofía se enamoró de Jordania y trasmitió ese amor a su hija Elena que aún hoy sigue yendo a sus playas.

Jordania, en su historia, tuvo cuatro reyes. Los dos primeros, Abdala I y Talal I, muy poco populares. El primero por ser considerado pro-europeo y el segundo por no estar en sus cabales. Según se supo luego el hombre sufría de esquizofrenia y solo estuvo en el poder un año. El 11 de agosto de 1952 Talal abdicó en su hijo Husseim quien reinó durante 47 años.

Husseim será recordado como el “rey de la paz”. Así lo denominó el primer ministro israelí por la gestiones que el jordano había hecho por encontrar soluciones a los históricos conflictos entre los árabes y los judíos. De hecho, recibió el premio Príncipe de Asturias a la Concordia. Husseim puso a Jordania en el mapa al forjar fuertes lazos con Europa y Estados Unidos y, lógicamente, no hubo boda o funeral de la realeza en que no estuviera presente. Siempre muy bien acompañado porque, a falta de una, fueron cuatro las esposas que tuvo.

 

En la corta historia como nación, hubo cuatro reyes. Los dos primeros, Abdala I y Talal I

 

Él no era especialmete buenmozo pero sí muy seductor. A los 19 años se casó con Dina, de 26. Una hija y dos años más tarde le dijo por teléfono y mientras ella estaba de vacaciones que a la vuelta se divorciaban. La siguiente, Muna, le duró diez años y le dio cuatro hijos entre ellos el actual rey. Alia, la tercera esposa, le sumó tres hijos antes de fallecer en un accidente. En 1978 Huseim se casó con la reina Noor, asidua protagonista de la prensa rosa del mundo por su distinción y belleza. Cuatro fueron los hijos que tuvieron y estuvo con él hasta su fallecimiento, en 1999.

Once hijos y tantas exesposas; mediohermanos, muchos de ellos casados. Imaginen que a su muerte no fue fácil ponerse de acuerdo con la herencia, con quien tenía más derecho al trono y cual era la verdadera viuda. Recelos y viejas facturas que solo podemos sospechar porque la familia hachemita ha manejado todo con gran discreción.

Finalmente asumió como rey el hijo varón mayor, Abdalá II, quien en 1993 se había casado con la bellísima Rania Al-Yassin. Aunque su boda tuvo cierta cobertura internacional, Rania saltó a la fama cuando en 2004 llegó a la catedral de la Almudena, para la boda de los entonces príncipes de Asturias, con un conjunto de Givenchy que rompía el dress-code que indicaba “damas de corto”. Rania apareció con una camisa de seda blanca con manga al codo (que con un jean también podría usarse) combinada con una falda larga morada, con sobrefalda de tul y encaje. Fue el mejor look de la boda, marcó tendencia y elevó a Rania a reina y señora de la distinción, un trono que aún ostenta veinte años y unas cuantas cirugías faciales después.

El salón, colmado, donde se realizó el gran evento / Web

Abdalá y Rania han tenido cuatro hijos: el príncipe Husseim, la princesa Iman, de 26 años y protagonista de la boda que nos ocupa, y los príncipes Salma y Ashen. El compromiso de Iman con Jimie (Ahora Jameel) Alexander Thermiotis fue anunciado el 5 de julio del año pasado. Él nació en Venezuela pero sus abuelos eran griegos y él se crió en Nueva York, donde conoció a la princesa.

La princesa Iman estuvo acompañada en todos los preparativos por su madre, la reina Rania, a quien se le parece muchísimo. Con mucha generosidad la reina compartió con nosotros fotos y videos a través de su cuenta de Instagram @queenrania.

Para la fiesta de Henna, una especie de despedida de soltera, Iman llevó un vestido de la diseñadora jordana Reema Dahbour estilo túnica, blanco con bordados al que agregó como detalle el mismo cinturón que su madre llevó el día de la boda con Abdalá. La misma Rania fue la encargada de colocarlo. Casi todas las mujeres de la familia llevaron túnicas tradicionales. La fiesta se llama así por los elaborados tatuajes que suelen hacerse en manos y pies con los pigmentos de la hoja de Henna.

El domingo 12 de marzo en el palacio Beit Al Urdum, residencia oficial del rey, se realizó el Katb al Kitab, tal como se llama la ceremonia de casamiento. Hay muchas tradiciones asociadas a este acto que varían según el país musulmán de que se trate, la secta, clase social o grado de compromiso con la religión de los contrayentes. Es una ceremonia que no suele hacerse en una mezquita y, a pesar de su significancia, no es solemne sino más bien un acto burocrático en que dos testigos por parte del novio y dos por parte de la novia firman un acta y se comprometen al matrimonio. Aunque es organizada íntegramente por la familia de la novia, ésta puede no estar presente y limitarse a enviar dos testigos. Finalizada la ceremonia se reparten dátiles y dulces y comienza la fiesta.

Dos fotos de la fiesta de Henna que compartió la reina Rania / Web

En el caso de la boda de Jordania, aclaramos, la novia sí estuvo presente, hubo intercambio de anillos y hombres y mujeres estaban sentados juntos. Hicieron una adaptación, un poco para modernizarse y otro poco porque el novio no es musulmán. Fue una ceremonia romántica aunque el hecho de que se haga en una especie de living, con novio y auspiciante sentados en un sofá frente a una mesa ratona, le quita la solemnidad que tienen las bodas reales en las ancestrales catedrales de Europa.

Abdalá y Rania recibieron a los 150 invitados en los jardines. Ella, espectacular con un vestido íntegramente plisado en color champagne firmado por Dior, el pelo suelto y apenas joyas. Aunque la prestancia de Rania lo hace difícil, la reina prefirió dejar todo el protagonismo a la novia.

Iman llegó del brazo de su hermano mayor y adentro le esperaban su padre y su futuro marido además de las respectivas familias. Entre las damas se destacaron la hermana menor de la novia, Salma, con un vestido fuscia firmado por Andrew Gn y la futura esposa del príncipe heredero , Rajwa, que iba fabulosa con un vestido amarillo de la firma Roksanda. La gran ausencia fue la de la princesa Haya, tía de la novia, quien reside en Londres y por seguridad está casi amotinada en la embajada de Jordania luego de su divorcio con el emir de Dubai que le ha costado al hombre, hasta ahora, unos 700 millones de dólares. Le ha salido cara la infidelidad.

La breve ceremonia fue trasmitida por la televisión jordana así como también el momento en que los novios cortan la torta de bodas de 7 pisos. Claro… no lo hicieron con el típico cuchillito de mango de madera como hacemos en casa sino con un sable, tal como marca la tradición.

Solo nos falta develar el secreto mejor guardado de una boda: el vestido de la novia. Imán llevó un diseño de Dior de inspiración medieval con escote cuadrado y canesú de encaje con motivos florales que subía hasta el cuello. El encaje se repetía en el puño de las mangas. De un color blanco puro, la falda era recta y terminaba en una pequeña cola. El velo, bordado, estaba ajustado a una tiara estilo fringe que, se supone, fue un regalo de sus padres a la novia.

Este vestido también fue un diseño de Dior y la elección no es casual. Hace más de 50 años el abuelo del novio, un conocido empresario latinoamericano, era el representante de Dior en Venezuela. Ni en sus mejores sueños habrá imaginado el hombre semejante boda para uno de sus descendientes directos.

Si nuestros lectores se han quedado con ganas de más bodas, les contamos que este 2023 no los va a defraudar. Aun nos quedan por vivir la del príncipe Husseim con Rajwa, la de la princesa Alejandra de Luxemburgo, la postergada de la princesa Martha Luisa de Noruega y alguna que otra no anunciada aún. Nos unimos a la felicidad de los protagonistas al grito de... ¡Qué vivan los novios!

La reina, en una boda / Web

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