
Eric Ramírez fue uno de los muchos puntos bajos de un equipo que no estuvo a la altura / Fotobaires
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Liviano en ataque, bajó la intensidad y fue permeable en defensa. Hacía mucho que no se le veía una labor tan mala
Eric Ramírez fue uno de los muchos puntos bajos de un equipo que no estuvo a la altura / Fotobaires
Martín Mendinueta
@firmamendinueta
Gimnasia constató (quizás lo necesitaba) en el mediodía dominguero de Santa Fe que el torneo de la Liga Profesional es más exigente de lo que, a veces, aparenta. Una considerable merma en la intensidad de sus movimientos lo arrastró hacia una derrota mucho más antipática de lo que representa el mero freno matemático en la tabla de posiciones.
Hacía mucho que no se lo veía tan mal. Flojo atrás (el buen desempeño de Matías Melluso tuvo la silueta de una excepción), sin combate ni generación en el mediocampo, y totalmente extraviado en el ataque, el Lobo de Chirola no le gustó a nadie.
Correcto, medido, pero de ningún modo alejado del inconfundible diagnóstico, Sebastián Romero dejó bien claro en la conferencia de prensa post-derrota que sus jugadores deben entender que no se puede regalar nada, absolutamente nada. Nunca. Que siempre hay que jugar al ciento por ciento y que dicha actitud fue, en parte sustancial, la que ha ubicado a este equipo no tan cerca de la indeseable frontera de la urgencias.
Jugar al ciento por ciento ubicó a este equipo no tan cerca de la frontera de las urgencias
Unión, al cual el apuro irresponsable de los juicios categóricos habían prácticamente condenado al descenso, viene reaccionando de un modo convincente; sobre todo porque elevó la vara de su intensidad. Pero ¿cómo hizo? ¿acaso antes no ponía todo lo que debía poner en el rubro de la actitud? Quizás lo hacía con un nivel de convencimiento sensiblemente menor.
Ayer el equipo de Sebastián Méndez tuvo, en todo momento, el carácter que hay que tener siempre en un partido por los puntos. Por supuesto que la historia podría (vaya uno a saber) haber cambiado drásticamente si Tarragona (no está en un buen momento y el equipo lo siente) hubiese convertido el discutido penal que Rodrigo Tello sancionó cuando la historia estaba igualada cero a cero.
Más allá de las buenas intenciones y la impecable predisposición de cada uno de sus jugadores, Gimnasia deberá repasar la lección antes de la próxima prueba en Brasil. Tiene que sacarle algo positivo a tan fea derrota, y quizás la ganancia esté en volver a darse cuenta de que una mínima merma puede derivar en un escenario gobernado por el fastidio y la frustración.
Cuando el Lobo se topó con el penal a favor pareció que el destino le estaba guiñando un ojo en gesto cómplice; como que le abría la puerta para que se mandara con todo y abrazara la victoria. Pero no. La excelente atajada de Santiago Mele ante un buen remate de Tarragona hundió al huésped en la horrible premonición de que nada le saldría en sintonía con sus deseos.
Unión se agrandó por la salvada de su arquero en el penal y a partir de allí no se detuvo jamás
Unión se agrandó por la salvada de su arquero y a partir de allí no se detuvo jamás en la complicada tarea de construir el triunfo que tanto necesitaba.
La primera etapa marcó tendencia. Avisó con rasgos muy marcados que Gimnasia no estaba en un buen día. Camino al descanso del entretiempo el dueño de casa sintió que transitaba por la ruta correcta y que iba derechito hacia la alegría final. Su huésped, en cambio, caminó hacia su vestuario repletó de dudas, reconociéndose incómodo con un empate que, de ningún modo, le ofrecía certezas agradables para el capítulo final.
Chirola empezó, con sano criterio, haciendo los cambios bien temprano, aunque ninguno trajo el repunte esperado. Ver a Ignacio Miramón ganándose rápido la tarjeta amarilla y sin establecer diferencias en el juego de la zona media, ratificó el pálpito de que el resultado final no sería positivo.
El próximo compromiso por la Copa Sudamericana obliga a una profunda evaluación. Ahora sí pareciera que la agenda local le está demandando a Gimnasia ser considerada el objetivo prioritario. Salir a jugar con los habituales titulares en Goiania no parece probable. ¿Con cuántos debiera hacerlo? ¿Quiénes? Son las preguntas que gobernarán los debates de hoy y mañana.
Algo quedó claro. Gimnasia jugó mal y perdió con justicia ante un rival que lo superó en todo lo que refiere a una postura actitudinal. Eso es exactamente lo que no puede volver a pasarle.
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