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Se cumplen 20 años del hundimiento del crucero Belgrano

2 de Mayo de 2002 | 00:00
Lo primero fue el estruendo, la oscuridad, la confusión. Los dos torpedos disparados por el submarino nuclear inglés "Conqueror" acababan de impactar contra el crucero General Belgrano cuando este transitaba todavía fuera de la zona de exclusión y pasaría menos de una hora antes de que el buque argentino desapareciera bajo las aguas del océano. Héctor Ortega estaba allí, hace hoy exactamente 20 años, cuando el buque se hundía. Y al recordar el episodio que marcó su vida para siempre, es contundente: "Fue la tragedia naval más grande de la Argentina y el episodio que costó más vidas en poco tiempo de toda la guerra: 323".
Héctor Ortega habla con EL DIA usando el tono seguro y desprovisto de matices del que cuenta una historia muchas otras veces relatada en los últimos 20 años: "Ese día yo acababa de dejar la guardia en la sala de máquinas y estaba en el sector de descanso cuando la nave se estremeció por los impactos y todas las luces del barco se apagaron. Se dio la orden de salir a cubierta y abordar las balsas salvavidas. Pasamos 40 horas arriba de las balsas soportando el azote de olas inmensas y temperaturas de más de veinte grados bajo cero". Veinte años después, casado, padre de una hija y viviendo en San Isidro, Ortega destaca de esa experiencia límite el espíritu de camaradería que reinó en el rescate.
Todo sucedió a las 16 del 2 de mayo de 1982, cuando el crucero General Belgrano recibió el impacto de dos torpedos que fueron disparados por el submarino nuclear `Conqueror`, cuyo comandante fue autorizado a iniciar el ataque por la entonces primera ministra británica Margaret Thatcher. El hundimiento, en el marco del conflicto de Malvinas, es considerado por muchos como un crimen de guerra porque la nave fue atacada cuando se encontraba fuera del área de exclusión de 150 millas alrededor de las islas, que había sido impuesta unilateralmente por los ingleses.
De los 1.093 tripulantes del navío, sólo 740 fueron rescatados con vida luego de permanecer casi tres días en sus balsas, a la deriva. Aquel 2 de mayo, Thatcher ordenó al ministro de Defensa inglés, John Nott, que transmitiera al Almirantazgo inglés la directiva dirigida al comandante del submarino nuclear británico `Conqueror`, capitán de fragata Christopher Wreford-Brown, de torpedear y hundir al Crucero General Belgrano.
En cumplimiento de esa orden, emanada por el Comando Estratégico de Submarinos sito en la ciudad de Northwood, a las 15.57 horas de ese 2 de mayo, Wreford-Brown, a una distancia de aproximadamente 1.400 yardas, hizo disparar dos torpedos MK-8, con una carga explosiva de 365 Kg-Tórpex cada uno de ellos, contra el crucero. El primer torpedo alcanzó al crucero a proa, por babor; el segundo hizo impacto hacia popa, en la parte inmediatamente posterior a la sala de máquinas, destruyendo el sistema de mando del timón.
Diez minutos más tarde, el comandante decidió que no se podía hacer otra cosa que dar la orden de abandonar el barco. Entonces se lanzaron 70 balsas autoinflables, que podían contener veinte hombres cada una. Una hora después de haber sido tocado, el Belgrano se dio vuelta y se hundió. Al llegar la noche se levantó viento y el mar empeoró. Las ráfagas alcanzaban casi los 100 kilómetros por hora y las olas los 5 metros de altura; algunos botes iban sobrecargados, llevando hasta 30 hombres, varios de los náufragos sufrían graves quemaduras.
Como consecuencia del ataque y posterior hundimiento murieron 323 tripulantes, unos a causa de las explosiones producidas por los torpedos que al introducirse en el casco chocaron con depósitos de explosivos, otros por asfixia y otros al ahogarse en el hundimiento.
La criminalidad del hundimiento del Belgrano fue reconocida hasta por los británicos, que aceptan que la decisión de torpedearlo estuvo más ligada a una cuestión política que a una necesidad militar, por cuanto el crucero no representaba ningún tipo de peligro. La ex primera ministra británica habría ordenado el hundimiento para obstaculizar las negociaciones de paz, ya que la Junta Militar argentina analizaba seriamente la aceptación de la propuesta del entonces presidente peruano Fernando Belaunde Terry.
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