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Séptimo Día |LITERARIAS

Dedos brujos: un viaje a la historia de Oscar Alemán

En su último libro “Oscar Alemán, la Guitarra embrujada”, Sergio Pujol rescata a la figura del guitarrista chaqueño en su doble dimensión de músico popular y de artista que dejó su huella en el Jazz internacional

Omar Giménez
ogimenez@eldia.com

31 de Mayo de 2015 | 00:28

Afuera es Navidad, pero adentro, el hombre moreno, esmirriado, de cara indescifrable, que comparte con su mujer unos mates acompañados con pan del día anterior encerrado en la cocina de su departamento, parece no enterarse. Desde la pared lo contemplan las fotos y cuadros que con esmero se ocupó de colgar, jalones de su pasado glorioso, legendario, cosmopolita. Ahí están Duke Ellington, Josephine Baker, Luis Armstrong, Pack - el perro negro que los nazis le mataron en las calles de París antes de expulsarlo en plena ocupación - y también hay imágenes del Quinteto con el que marcó una época entrañable en el mundo de la música popular argentina. Un mundo en el que todavía volvería a brillar tiempo después de aquella Navidad, ganándole una pulseada – otra, una más - a la urgencia y al olvido.

Sólo cuatro músicos argentinos lograron hacer un aporte propio al desarrollo del Jazz mundial: El “Mono” Villegas, el “Gato” Barbieri, Lalo Schiffrin. Y Oscar Alemán, protagonista de la anécdota del comienzo, una de las rescatadas por el historiador Sergio Pujol en su nuevo libro: “Oscar Alemán, La guitarra embrujada”.

Hacía falta una biografía tan detallada y minuciosa de Alemán, el mago de la guitarra de jazz, que pusiera blanco sobre negro y distinguiera, donde todavía es posible, la realidad de la leyenda. Para concretarla, Pujol recurrió durante años a una vasta bibliografía, filmografía y discografía (aún la más recóndita), e hizo numerosas entrevistas. El resultado puede leerse como la biografía necesaria de un músico insoslayable no siempre recordado como merece. O como el relato de una aventura apasionante. Porque eso fue la singular vida de un guitarrista nacido en el Chaco en el seno de una familia numerosa, que se quedó solo siendo todavía un chico en las calles de Santos (Brasil) tras el suicidio de su padre y terminó brillando primero en la París de entreguerras y más tarde en la Argentina peronista de los ´50.

Pujol comienza comparando la niñez desdichada del pequeño “Oscarcinho” - que abre puertas de taxis para ganarse la vida, come media banana al mediodía y media a la noche y sueña con comprarse un cavaquinho - con una novela de Charles Dickens. Afirma que fue el hambre el que lo llevó a desarrollar como temprana estrategia de supervivencia un histrionismo y un sentido del humor que más tarde lo convertirían en un showman notable. Pero destaca también que en aquellos tempranos años ya despuntaban el swing natural, el oído privilegiado y la sorprendente memoria musical que harían de Oscar un músico único.

Cuenta más tarde cómo tanta desdicha encuentra cierta compensación en una serie de encuentros que moldean una vida de película: con el guitarrista brasilero Gastón Bueno Lobo, que introduce a Alemán en la música profesional; con el actor Pablo Palitos, que lo devuelve a Buenos Aires; con Harry Flemming que lo suma a su troupe y lo lleva a Europa; con Josephine Baker, que lo integra a su orquesta en una París que reconoce el talento del guitarrista argentino, aún cuando ya brillaba en la ciudad el gitano Django Reinhardt. Y finalmente con Duke Ellington, que lo rescata del ostracismo al interesarse por él apenas llega de visita a una Argentina que, en 1969, se había olvidado de Oscar.

Hasta el día de hoy los alcances de la relación entre Alemán y Django Reinhardt son motivo de debate en el círculo de los cultores del jazz manouche (gipsy swing). Pujol aporta datos muy detallados de ese vínculo y se vale de las diferencias estilísticas entre el gitano y el argentino para describir con minucia la identidad guitarrística de Oscar Alemán: jazzístico, sí, en el espíritu de sus improvisaciones. Pero cosmopolita en la aptitud para abordar géneros de lo más variados – del choro al bolero, de la milonga al mussette - con la mayor autoridad. Y sobre todo, popular. Dado a utilizar las cuerdas bordonas de la guitarra con más asiduidad y gusto que otros jazzmen como resabio de su paso por un trío de tango. Y - en contraste con la velocidad de Reinhardt- gustoso de demorar la entrada al solo y más melodista que velocista. Un guitarrista que creaba sus improvisaciones emulando a los vientos de sus orquestas preferidas, antes que a otros guitarristas.

El relato le permite a Pujol detenerse en las circunstancias que rodearon y condicionaron la labor de Alemán en las distintas etapas de su carrera. En el principio, el vértigo de ser un precursor de una guitarra jazz en la que todo estaba por hacerse, pero que no terminaba de imponerse a partir de sus limitaciones de volumen frente al poder de los vientos. Más tarde, cuando comenzaba a hacer pie como solista en Europa, Pujol describe cómo la irrupción del nazismo trunca los avances de un guitarrista que tiene todas las de perder en la Francia ocupada: es negro y toca una música considerada “degenerada” por los nazis.

Otro momento que capta el interés especial del autor es el regreso del guitarrista a la Argentina, adonde llega para ser un músico popular, convertir en leyenda de los bailes sus piruetas con la guitarra en la espalda y transformarse en un número estable de la radio en sus años dorados. Pujol destaca un contraste: que el triunfo de la música de Oscar, de raíz estadounidense, se da en la argentina peronista de lo nacional y popular, del reinado del folclore y el tango.

Más tarde el libro describe cómo a fines de los años `50 se producen cambios estructurales en la industria musical (irrupción del rock, primacía del disco sobre la orquesta en vivo) que llevarán por un largo lapso a Oscar al ostracismo. Con todo, la historia le dará al guitarrista, ya entrado en años y con problemas de salud, la posibilidad de reencontarse con su público. Es en esa última época cuando Pujol lo ve por primera vez, en una presentación en ATC y de alguna manera comienza la historia de este libro, que rescata la figura de Oscar Alemán en su doble dimensión de artista que dejó su huella en el mundo del Jazz internacional y de músico popular capaz de mover multitudes a fuerza de su swing como nunca antes en el país. Como nunca después.

 

Oscar Aleman: la Guitarra Embrujada
Autor: Sergio Pujol
Editorial: Planeta
Páginas: 340

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