Angustia y solidaridad entre quienes viven y sufren el terremoto a la distancia

A medio metro de la plancha cocinera donde Beatriz González Melo saltea frijoles con queso y calienta la masa para los tacos, en su local de comidas al paso, la notebook no se apaga nunca y su pantalla es un mirador virtual donde conviven páginas de diarios mexicanos, foros de aquel país, chats con familiares y amigos y cuanto sitio web sobre el terremoto en tierras aztecas haya dando vueltas. Ella cocina y no saca un instante los ojos de la pantalla. Las manos se mueven con oficio y maestría entre los vapores que exhala la plancha pero Beatriz no aparta nunca los ojos de su ventana cambiante de 14 pulgadas. Está así desde hace horas, días. “Ya ni duermo -admite, y dibuja una sonrisa más por esfuerzo de cortesía que por sinceridad-. Desde el terremoto que no puedo concentrarme en nada. Cocino, atiendo el negocio y no dejo de cumplir con mis obligaciones, pero lo hago todo por inercia, como un autómata. Lo único que pienso es lo que se está viviendo y sufriendo allá. También es de lo único que hablo. Y te soy sincera: aunque esté a miles de kilómetros de distancia, el terremoto me sacudió y me destrozó a mí también”.

Por el alma de quienes integran la colectividad mexicana de La Plata desfilan desde hace días imágenes de rescatistas entre las ruinas y montañas de escombros donde antes había casas y edificios

Beatriz llegó al país hace cuatro años proveniente de Tamaulipas, en el noreste de México, y forma parte de la reducida y poco visible comunidad de mexicanos actualmente radicados en La Plata. Sin consulado ni colectividad que los agrupe, ellos mismos estiman a sus compatriotas desperdigados por las diagonales en no más de cincuenta. “Pero hay muchos que están de forma temporal, la mayoría por estudio”, aclara Beatriz, quien desde que la tierra de su patria tembló se propuso convocar a todos sus paisanos para encarar una cruzada solidaria que aporte un granito de arena a tanta angustia y panorama desolador.

“Vamos a hacer una kermese a la mexicana para recaudar fondos y destinarlos a la Cruz Roja de nuestro país”, detalla José Rosas, uno de los tantos mexicanos que se sumaron a la idea convocada por Beatriz. “La idea es que haya mariachis, taller de piñatas y comida típica de México -detalla José-, pero para eso necesitamos de la ayuda de todos”. Llegado de Veracruz hace apenas cinco meses, José estudia en la UNLP una maestría en Ciencias Sociales y, si bien piensa en instalarse de manera definitiva en estas pampas, el temblor de su patria no hizo más que acercarlo a sus orígenes cuando más lejos se sentía. “Las primeras horas después del terremoto fueron de mucha incertidumbre -cuenta-. Por suerte después me pude comunicar con mi familia y con amigos y comprobé que estaban todos bien. Pero el dolor por estar lejos es terrible, de lo peor que me pasó te diría...”.

Como una marca registrada de las emociones, quienes llegaron de suelo azteca a nuestro país recuerdan con memoria fotográfica qué estaban haciendo en el preciso instante que se conoció la noticia del desastre. Alejandra Montoya, por ejemplo, que nació y se crió en el Distrito Federal y vive en La Plata hace siete años, supo de la tragedia arriba del micro que la llevaba a su casa en Los Hornos. “Venía pensando en cualquier cosa y de pronto escucho a dos chicos que están hablando de mi país. Ahí nomás paré la oreja y oí que uno le preguntaba al otro si había visto cómo se derrumbaban los edificios en México. Fue como un sueño, te juro. O como una pesadilla: las piernas me empezaron a temblar y hasta que llegué a casa y prendí la tele era como si flotara, como si todo fuera irreal. Ahora ya caí, ya tomé conciencia de lo que pasó, pero no puedo dejar de pensar un segundo en lo que está pasando allá. Tengo muchos amigos que debieron dejar sus casas y conozco a varias familias que están viviendo un infierno. Pero lo peor de todo, te juro, es que ahorita mismo no puedo estar con ellos”.

Alejandra aterrizó en La Plata para estudiar Psicología y terminó al fin en la carrera de Cine y trazando una vida platense con la improvisación que esconde el azar o el simple destino. Para ella, como para la mayoría de sus compatriotas, la mayor impotencia por estas horas es no poder estar con los de su tierra en el momento que más los necesitan.

“Los mexicanos somos súper solidarios -asegura Beatriz, sin dejar de sonreír pero con la voz ahora deshilachada por la tristeza-. Si pudiésemos elegir, no tengas dudas de que todos los que estamos ahorita en La Plata nos iríamos volando para dar una mano en nuestra tierra. Es impotencia lo que sentimos. No sólo dolor o tristeza. Impotencia de no poder hacer nada. Por eso surgió lo de la kermese. Ni bien supe del terremoto, me comuniqué con la embajada mexicana en Argentina y pregunté en qué podía ayudar. Ellos simplemente me dijeron que no tenían previsto hacer nada. Te juro. Ahí nomás empecé a llamar a los mexicanos que estamos acá y entre todos nos propusimos armar esta cruzada y recaudar lo que se pueda”.

Otro de los mexicanos que por estas horas no puede despegar la cabeza de lo que ocurre en su tierra natal es Patricio Sosa, quien estudia Periodismo en la UNLP y tiene a varios amigos en la zona de Chiapas y Oaxaca que, tras el primer terremoto que sacudió al país, lo perdieron casi todo.

“Estuve poco más de cinco horas sin saber nada de mi familia y fue desesperante -dice Patricio, radicado en La Plata desde hace cinco años-. Por suerte vivimos en un mundo conectado y las distancias se acortan. Esta vez, a diferencia de lo que sucedió en el terremoto del 85, las redes sociales cumplieron un rol fundamental. Aunque claro: pueden ayudar como también pueden empeorar todo. Así como sirven para conectar y tranquilizar a la gente, también son fuente de todo tipo de rumores de nuevas y más poderosas réplicas que no hacen más que generar miedo y desconcierto entre quienes están allá y los que sufrimos acá”.

Criados en una tierra donde el terremoto de 1985 dejó huellas y marcó a varias generaciones, la comunidad mexicana de La Plata busca sobreponerse no sólo a los golpes naturales que sufre su tierra sino al estigma que, sobre todo por lo ocurrido en estados como Chihuahua o Sinaloa, impuso sobre ese pueblo la proliferación de narcos y carteles de droga. “No creo que haya gente que asocie al mexicano con los carteles de droga”, dice Paola García, que llegó a La Plata hace siete años escapando de la inseguridad que asolaba su Monterrey natal, aunque aclara que “esa realidad es un prejuicio con el que tenemos que lidiar. Es cierto que los narcos no representan al pueblo mexicano, pero también es que existen y causan mucho daño y dolor”.

Pese a la distancia, pese al relato íntimo y personal escrito en estas calles, por el alma de quienes integran la colectividad mexicana de La Plata desfilan desde hace días imágenes de ejércitos de rescatistas entre las ruinas, cadáveres que se van apilando como en un cuadro del Apocalipsis y montañas de escombros donde antes había casas y edificios. Para la mayoría de ellos, el desastre es una noticia que los dejó aquí con sus vidas en pausa y el corazón también hecho una ruina.

“Por eso mismo necesitamos hacer algo -subraya Beatriz-. Ya que no podemos pensar en otra cosa y cuando nos juntamos de lo único que hablamos es del terremoto, de las víctimas o de la reconstrucción del país, sabemos bien que lo mejor que podemos hacer es dar una mano. Aunque estemos lejos. Aunque no podamos volver. Nada de eso importa si lo que nos mueve es la intención de ayudar”.

TESTIMONIOS

“Se hace muy difícil ver lo que está sufriendo mi país y no poder estar allá para dar una ayuda. La solidaridad es lo que más nos caracteriza a los mexicanos”

paola garcía
Llegó al país hace siete años

“Desde que ocurrió lo del terremoto que no pienso en otra cosa. Atiendo el negocio y no dejo de cocinar, pero mi cabeza está todo el tiempo alla”

Beatriz gonzalez melo
Llegó hace cuatro años

“Me gustaría quedarme en La Plata y hacer mi vida acá, pero en estos momentos lo único que me gustaría es poder estar en México con mi familia”

Jose rosas
Llegó a La Plata hace cinco meses

“Soy argentina pero vivo en México hace 15 años. Tuve que venir a La Plata por un trámite y justo fue lo del terremoto. Ahora no veo la hora de volver”

Nora martinez
Argentina radicada en México

“Las primeras horas después del terremoto fueron terribles. A diferencia de lo que ocurrió en el 85, esta vez las redes sociales cumplieron un rol clave”

patricio sosa
Llegó hace cinco años a estudiar Periodismo

“Me enteré del desastre cuando viajaba en micro hacia mi casa actual en Los Hornos y escuché a dos chicos que hablaban del sismo. No lo podía creer”

Alejandra montoya
Llegó hace siete años