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Un enorme y polémico Museo de la Biblia puede visitarse en Washington

Las instalaciones fueron financiadas por una adinerada familia de cristianos militantes que niegan cualquier intento de proselitismo, en un país donde la religión es muy importante

Un enorme y polémico Museo de la Biblia puede visitarse en Washington

Una vista de las amplias instalaciones del Museo de la Biblia, en Washington / AP

14 de Enero de 2018 | 03:13
Edición impresa

Washington
Rechel Zoll
Associated Press

Ocho años atrás, el presidente de Hobby Lobby Steve Green encontró una nueva forma de expresar su fe cristiana. La cadena de locales de artesanías de su familia, valuada en 4.000 millones de dólares, ya era conocida por cerrar sus negocios los domingos, llevar a la Corte Suprema su batalla contra el control de la natalidad y donar decenas de millones de dólares a organizaciones religiosas.

Ahora Green se abocaría a la colección de artefactos bíblicos con miras a abrir algún día un museo.

Ese día llegó. En noviembre pasado, se inauguró un Museo de la Biblia de casi 40.000 metros cuadrados a tres cuadras del Congreso. Es una iniciativa de 500 millones de dólares que exhibe piezas de la colección de la familia como de Rollos del Mar Muerto, los enormes portones de bronce con textos de la Biblia de Gutenberg y un soundscape (paisaje sonoro) de las diez plagas bíblicas, acompañado por humo y una luz roja brillante que simboliza el Nilo lleno de sangre.

Es un ambicioso esfuerzo que procura atraer a los fieles y a quienes no lo son, y sobresalir por sobre todos los otros renombrados museos de Washington. La exhibición es tan amplia, que los administradores del museo dicen que toma días ver todo.

¿EDUCAR O EVANGELIZAR?

Green asegura que el objetivo es educar, no evangelizar, aunque sus detractores expresan dudas acerca del propósito. Los ejecutivos del museo han tratado de rodearse de asesores de distintas creencias. Lawrence Schiffman, profesor de estudios judíos de la Universidad de Nueva York y experto en los Rollos del Mar Muerto, dice que el museo es un “monumento” a la cooperación entre las distintas fes.

“Es necesario que la gente lea el libro”, declaró Green. “Este libro tuvo un impacto en nuestro mundo y consideramos que la gente debería conocerlo. Esperamos que se sienta estimulada a leerlo después de venir aquí”.

La última vez que los Green hicieron olas en Washington fue cuando se opusieron al control de la natalidad por razones religiosas. En 2014, Hobby Lobby convenció a la Corte Suprema de que no exigiese a firmas con fines de lucro como ésa que cubrieraclos métodos anticonceptivos del plan de salud del presidente Barack Obama.

La empresa de Oklahoma también tuvo que pagar una multa de 3 millones de dólares y devolver ciertos artefactos después de que fiscales dijesen que fueron descubiertos contrabandeando objetos. Steve Green adujo que la empresa había trabajado inocentemente con gente que estaba violando las leyes.

El escepticismo con que algunos reciben la iniciativa responde al historial de Green de usar su fortuna y sus influencias para promover ciertas creencias religiosas.

“El museo es una publicidad gigantesca para sus iniciativas”, expresó Mark Chancey, profesor de estudios religiosos de la Southern Methodist University.

SEÑALES CRUZADAS

Un nuevo libro escrito por Green y su esposa Jackie sobre cómo se gestó el museo emite señales cruzadas sobre sus objetivos.

En “This Dangerous Book, How the Bible Has Shaped Our World and Why It Still Matters Today” (Este es un libro peligroso: Cómo la Biblia impactó nuestro mundo y por qué sigue siendo importante), los Green escriben que “no estamos creando un sitio para hacer proselitismo” y que “una y otra vez, se demostró que la Biblia está en lo cierto”.

El museo evita debates sobre la interpretación de la Biblia y sobre otros temas delicados como la evolución y el matrimonio.

John Fea, historiador del Messiah College de Pensilvania, dice que cuando los Green hablan de alentar a la gente a “involucrarse con la Biblia” aluden a un concepto popularizado en la década de 1990, cuando se decía que muchas personas que tenían copias de las Sagradas Escrituras no las leían necesariamente. Fea cree que el objetivo de esta estrategia es estimular la lectura de la Biblia para alentar un deseo de saber más y de aceptar a Cristo.

El experto sostiene que si esa es la intención, “desvirtúa toda la idea de que esto es tan sólo un museo de historia”.

La respuesta de Green a estos cuestionamientos es: Visite el museo y decida por su propia cuenta.

Tan sólo el diseño del edificio ya genera un estado de asombro. Las puertas de Gutenberg están a un costado del ingreso. Hay un despliegue de luces a lo largo del techo del salón de entrada. Los pisos son de mármol de Dinamarca y Túnez, y hay columnas de piedra de Jerusalén. Hay un atrio curvo de vidrio que va del techo al piso y reproduce la forma de un rollo. Permite además ver el domo del Capitolio y el Monumento a Washington.

Una sección dedicada a la influencia de la Biblia en nuestros días incluye exhibiciones alusivas a la esclavitud, la abolición de la segregación racial y el movimiento por los derechos civiles. Hay un simulador de movimientos llamado “Las Revelaciones de Washington” que genera la sensación de estar volando sobre la capital del país para ver inscripciones y otras referencias a la Biblia en edificios y monumentos de toda la ciudad. “Creo que la gente que venga va a sorprenderse de lo mucho que este libro ha afectado sus vidas en formas que probablemente no conocían”, señaló Green.

“Este libro tuvo un impacto en nuestro mundo. Es necesario que la gente lo lea”

 

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Una vista de las amplias instalaciones del Museo de la Biblia, en Washington / AP

Una muestra sobre la esclavitud y la Biblia en EE UU, en el museo / AP

Steve Green, fundador y administrador del controvertido museo / AP

El majestuoso museo costó 500 millones de dólares / AP

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