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Séptimo Día |GERMÁN BELOSO

Memoria del pueblo selk’nam en la tierra del fuego

Memoria del pueblo selk’nam en la tierra del fuego

Germán Beloso

GERMÁN ULRICH

30 de Diciembre de 2018 | 10:10
Edición impresa

Ricardo Piglia consideraba que la realidad está tejida de ficciones. Si esa idea inquietante y provocadora se acepta como cierta, la novela “El llanto de Kiepja”, del escritor platense Germán Beloso, puede situarse entre los textos que desde la imaginación narran cómo fue el aniquilamiento de los pueblos que en los confines australes se reunían alrededor del fuego para lanzar sus historias al viento.

La novela hace de la brevedad virtud, por cuanto en 60 páginas ofrece una colección de personajes que pondera la desprotección en Kiepja, la joven protagonista, que observa el exterminio de los selk’nam (onas), los suyos, a manos de un poder impune del blanco y sus divisas. Cuando el siglo XIX se moría y con él los primitivos, que en el recuento de los capataces ante el patrón eran apenas una bolsa de cuero cargada de orejas, tetas y huevos.

“Era necesario dar lugar al Desierto”, propone Beloso para explicar por qué Nogueira pagaba cada asesinato en su afán de extender unas líneas de alambre por Tierra del Fuego, atrofiando la continuidad de una distancia natural y el consabido diálogo de pies originarios con las estepas heladas de sus ancestros.

Con acierto se marca la diferencia entre la disposición para aniquilar de Erik Olsen, de idéntico origen europeo y marinero que su hermano Otto, quien sin embargo portaba ansias naturalistas antes que homicidas.

Kiepja perdió la voz ante el horror de las Winchester disparando contra sus iguales en un acantilado y luego, prisionera, comprendió el temor de su captor. Porque Nogueira, con todo su poder, fue apresado por la incertidumbre: los Olsen, enviados a rematar a los selk’nam, no volvieron para percibir su paga por la faena nefasta. Y Kiepja era la que podía saber algo de esa sugestiva ausencia.

La señorita Kutter, llegada para construir en la indiecita un vocabulario indispensable, una mínima estructura lingüística, era la llave pensada por Nogueira para obtener el secreto que no lo dejaba dormir, que lo arrastraba a la pesadilla recurrente.

“La desconfianza y el recelo fueron un estanque de agua oscura y densa. Al principio fue así, no había más que crispación en el aire, el perfume de una amenaza. Cada vez que Nogueira se acercaba a Kiepja, ella tensaba el cuerpo y se replegaba en el silencio”, se lee cuando la novela ingresa en su tramo final.

Beloso, como se ve, apela a una prosa atildada pero a la vez enfática, cargada de signos, quizás consciente de que un puñado de historias puede construir la gran historia. Nombra Kiepja a la joven y la dota del poder simbólico de Lola Kiepja, que al morir más de 50 años atrás en un hospital de Río Grande se llevó el testimonio vivo de la última chamana de los selk’nam. No acude, en cambio, al golpe bajo, sino más bien puede decirse que el autor acompaña al lector, le muestra algunos caminos y lo libera a su mejor entender antes que arriesgar una interpretación a medida.

Con ese temperamento brinda pistas, dejará ver la figura polvorienta del misionero Beauvoir, que podrá negociar con el patrón-victimario el tiempo para que el destino del indio sea el evangelio antes que la muerte, o llevará a algunos de esos aborígenes a cruzar los mares con la muy extendida –y no por eso menos ruin- intención de exhibirlos en el viejo mundo como antropófagos, siguiendo las escrituras de los cronistas.

Con todo, Campo de Niebla Editorial reafirma, con El llanto de Kiepja, su idea de publicar narraciones latinoamericanas que hacen del territorio un incidente fundacional, casi un personaje. El editor Maximiliano Kreft inició su repertorio con dos autores peruanos, Juan Manuel Chávez (Ahí va el señor G, novela, 2017) y Giovanni Anticona (Lima Sur, novela, 2017), y siguió luego con el mexicano Juan Manuel Villalobos, que aportó el recomendable volumen de relatos titulado Las dos Besson y otras almas (2018).

Entonces, Beloso (La Plata, 1982) inaugura con su novela el apartado de escritores argentinos del sello. Anteriormente, ganó el primer premio de Teatro por la Identidad 2015 con Materia oscura, obra escrita en colaboración, y en breve editorial Malisia entregará en librerías su nouvelle Confines de la luz.

Como se desprende de esos datos, Beloso parece adherir a aquel pensamiento que indica que la realidad se teje de ficciones. En el caso de El llanto de Kiepja, la memoria del pueblo selk’nam, acorralada contra un acantilado, encuentra su voz.

 

El llanto de Kiepja

GERMÁN BELOSO
Editorial:
Campo de Niebla
Páginas: 60
Precio: $240

 

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