Las deportistas platenses que triunfan en sus disciplinas

¿Qué hace falta para descollar en una disciplina deportiva?

El último 8 de marzo no solo ganó fuerza física y simbólica el emblemático 8 M. También hubo oportunidad de rememorar mujeres que dedicaron décadas a lo único que podían hacer: trabajar duro hasta convertirse en las mejores versiones de sí mismas. Gabriela Sabatini, en tenis número tres del mundo; Paula Pareto en judo y su medalla dorada en los Juegos de Río 2016; Marcela “la Tigresa” Acuña y sus cuatro títulos mundiales en boxeo; la leona Luciana Aymar, en hockey. Una lista selecta que sigue con nombres como Nora Vega, mejor patinadora argentina; y, más atrás en el tiempo, con Noemí Simonetto, primera atleta criolla en obtener la medalla de plata en los Juegos de Londres de 1948; y Mary Terán de Weiss, pionera en perfilar la imagen del tenis femenino en la Argentina de los años ´40 y ´50.

La Plata también tiene deportistas destacadas porque hay talento, pero también porque pelean sus propias batallas.

Hablemos de Florencia García, una esgrimista que sueña con los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Hablemos del hockey y jugadoras como la delantera del Club Santa Bárbara, Clara Mendy, que en 2015 junto a su equipo calificó para los Play Off. Hablemos de kite surf con Agustina Cerruti, tres veces campeona argentina. Hablemos de pasión, trabajo y entrega.

Ciudad de deportistas

Las semanas de Florencia García (22) transcurren a pura esgrima: entrena y da clases en APE (Asociación Platense de Esgrima); Club al cual representa, y en Gimnasia y Esgrima de La Plata. Con tanto entrenamiento, viajes y promociones de este deporte que le resulta adictivo, dejó en pausa sus estudios universitarios.

Tenía 11 años cuando les dijo a sus padres que quería hacer esgrima. Le regalaron el sable y arrancó: “Empecé a entrenar y competir y no paré”, dice. Si bien la Esgrima moderna en tanto deporte de combate se basa en el uso de tres armas- espada, florete y sable-, existen diferencias en la promoción de cada una. “De chica no lo notaba, cuando crecí entendí la diferencia que implica ser mujer en este deporte”. Algo directamente asociado a la predominancia de espada y florete en detrimento del sable femenino. “Estamos trabajando para revertirlo entre las sablistas de Argentina”, sostiene convencida de que, en todo, siempre es mejor enfocarse en la acción.

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Quizá como un eco difuso de la inauguración de la Esgrima como deporte olímpico, -en 1859 para categoría masculina y recién en 1924 para femenina-, Florencia recuerda que cuando comenzó sus compañeros eran, en general, varones de entre veinte y cincuenta años. “No me molestaba que fueran en su mayoría hombres, ni el tema de la edad. Siempre me llevé bien con ambos géneros”, dice. Pero reconoce que actualmente hay más mujeres y chicos. Lo ve como entrenadora: “hoy hay de todo: niños, adolescentes, pre veteranos y veteranos”.

Clara Mendy (30) empezó a jugar al hockey a los 6 años en Santa Bárbara y hoy, además de jugadora, coordina y entrena categorías Inferiores. “Con el deporte viajé, conocí gente, ciudades, países”, cuenta. Lo hizo con el club, pero también por estadías que gestionó por su cuenta yendo a jugar. En todo caso, sus viajes ilustran las experiencias que el hockey le regaló.

Sabe que al deporte también le debe sus mejores amigas y que haber empezado en la infancia nutrió su personalidad. Es que Santa Bárbara, es su segunda familia.

Coronada por la naturaleza

El kite surf, también llamado kiteboarding o flysurfing, es un deporte de desplazamiento en el que se utiliza una cometa y una tabla parecida a la de surf. Ríos, lagos, lagunas y mar son el territorio de esta actividad tracción a viento que convierte a sus pilotos en magníficas criaturas haciendo acrobacias sobre el agua.

La platense Agustina Cerruti (36), tri campeona argentina de kite surf, entrena al Equipo Olímpico Juvenil del Enard (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo). ¿Cómo empezó la relación de Agustina con este deporte? Un día supo que no quería ser doblegada por las fuerzas de su vida tal como estaban en ese momento: un trabajo fijo, el ajetreo de la ciudad, la cadencia de una rutina que no sentía propia. Movilizada por el deseo redirigió la energía hacia un destino cercano a su esencia. Hoy se dedica a lo que le apasiona y, si bien creció entre Regatas y Estudiantes y viene de familia vinculada al deporte, es la primera del clan en vivir de esto.

“Empecé kite surf en 2008. Ya practicaba otros deportes de tabla como windsurf y surf, pero con el kite se me dieron otras oportunidades. Empecé a competir, a tener apoyo de sponsors y a importar una marca de kite. Comencé a llevar una vida lejos de las oficinas y cerca de la naturaleza”, dice.

Además de entrenadora y deportista, Agustina estudió Licenciatura en Comunicación Social y hoy prepara una tesis cuyo tema es la inclusión del kite surf en Buenos Aires. A la distancia, reconoce que el ingreso a la Universidad sumado a sus comienzos con el deporte, revolucionaron sus creencias. “Antes cumplía con los mandatos sociales, pero estaba reprimida detrás de eso. La idea de éxito que tenía no me hacía feliz. Quería transformar mi realidad”, recuerda. Ahorró plata y compró un pasaje a Hawaii. Necesitaba descubrir un nuevo estilo de vida. Fue el punto de quiebre.

Cuando llegó a esta aventura acuática -patentada como kite surf desde 1977-, los deportes extremos eran considerados “deportes de hombres”. Si bien cree que trasciende la cuestión de género, y que tanto mujeres como varones sienten adrenalina y ganas de superarse, nota que cada vez más mujeres eligen un estilo de vida libre, a la medida del viento y el agua.

El club, la ciudad, el país

Como las mamuskas, ese sistema de muñecas rusas en el que una alberga a otra, el sentimiento que moviliza orgullo y responsabilidad en un deportista se replica a distinta escala. Está la fase personal, donde se juegan los propios desafíos, pero también el club, la ciudad, el país. Todo eso genera una espiral de expectativas, deseos y esfuerzos.

“Por mi Club tengo un amor enorme”, dice Florencia García. “Haría cualquier cosa por APE. Ni hablar por la ciudad”. Así resume el sentido de la frase ponerse la camiseta. “Sentís que lo hacés también por ellos y es genial”, concluye.

Para Agustina Cerruti, “es muy motivante y emocionante representar a tu país y el sueño de todo deportista: llevar la celeste y blanca a lo más alto del deporte mundial”.

Clara Mendy, que viajó al extranjero con la gran comitiva que implica un deporte de equipo, tiene varias imágenes para evocar. Una es de la gira que hicieron en 2013 a Sudáfrica. Eran 105, entre jugadoras y entrenadores.

“El día que llegamos a Ciudad del Cabo estábamos en el centro histórico entrenando con la ropa de la delegación. Imagináte cien chicas vestidas idénticas corriendo por ahí”, recuerda divertida por estar en un país extraño haciendo lo que cada semana repetía en Santa Bárbara; orgullo porque en los colores del club también portaban la ciudad y el país. “Fue una experiencia increíble.

Hoy dice que tiene que estar permanentemente redoblando la apuesta: “No es fácil jugar en este nivel. Es una satisfacción enorme ganar, pero no es un trámite rápido enfrentar al rival; ya el lunes estamos pensando el próximo partido. Dura poco, capaz, la felicidad”, define consciente de los rigores del juego.

Una inyección de vida

Si dedican tanto esfuerzos en crecer, es porque sienten una fuerza que las estimula. Llamémoslo pasión, desafío personal, sueños.

A Agustina el kitesurf le dio la oportunidad de vivir de su pasión en contacto con la naturaleza y quitar lo que no le gustaba de su vida; la rutina de la ciudad. “En esos territorios me siento libre”, dice. “Practicar kite es una linda forma de liberar miedos y superar tus límites, siempre de manera progresiva y con respeto”.

Agustina vive con el kite surf su pasión en contacto con la naturaleza. “Me siento libre”

Para ella, el hecho de jugar con las fuerzas de la naturaleza tiene “un plus visual fascinante: disfrutás de ver atardeceres, arcoiris, animales...no hay dos días iguales en el agua”.

Florencia García tiene un idilio con la esgrima que la lleva a superarse cada día. Le encanta entrenar, competir, ir al gimnasio. “Disfruto desde el primer momento hasta el último. Y las cosas que cuestan –a todos nos cuesta algo- también: se intenta hasta que sale”. Además de la disciplina, ama el grupo. “Nos apoyamos en todo. Intentamos que las clases sean innovadoras y volver lo aburrido ameno y dinámico”.

Clara celebra lo aprendido a lo largo de una vida en el hockey. Hoy lo transmite como entrenadora: trabajo conjunto, compañerismo, solidaridad. Tiene claro que en los deportes de grupo debe perseguirse una meta común, tener objetivos cortos y precisos. “Cuando surgen problemas nos juntamos en el vestuario, las cosas se hablan en la cara y se buscan soluciones, como en toda familia”, cuenta. Y agrega que, si bien es un grupo grande - este año con chicas que ascendieron de otras divisiones-, una cultura de solidaridad, compañerismo y conciencia de grupo atraviesa a todo el club.

Proyectarse

A Clara no le queda mucho juego en el Hockey; éste parece ser el último año. Los planes son continuar como entrenadora, a lo que dedica, junto con jugar y coordinar, 24 horas semanales. “Le meto mucho a esto”, dice empujada por la misma pasión que de chica la hacía faltar a los cumpleaños de quince porque caían viernes y al otro día “había hockey”.

Agustina también se proyecta como entrenadora: “Cada etapa vino acompañada de gratas sorpresas y oportunidades. Si uno sigue su pasión, las cosas se dan con fluidez. El futuro del deporte son los juveniles. Hoy tengo el privilegio de estar junto a ellos como entrenadora. Sigo entrenando, y disfrutando con ellos.

Buenos Aires 2018 será el primer paso olímpico del kite y me llena de emoción ser parte del equipo argentino”, dice.

Además de representar a APE, a la ciudad y al país, Florencia García representa al Club Atlético Paulistano (Sao Paulo, Brasil). Hoy se prepara para una serie de torneos allá. “Brasil tiene muchos niveles, eso me ayuda a no estancarme solo con el nivel que hay en Argentina. Mi objetivo es ese, luego el resto de los torneos y clasificar al Panamericano con los rankings nacionales”, dice esta sablista que sueña con Tokio 2020 y el año pasado obtuvo medalla de bronce en el Campeonato Iberoamericano de Cancún. El mayor impedimento que tiene -y busca resolver- es económico.

“Pude ir Baltimore, Estados Unidos, que era accesible económicamente. El siguiente era en Atenas y el próximo en Corea, más inaccesibles. Es un círculo virtuoso: más viajás, más nivel y experiencia adquirís, más puntos obtenés para la clasificación”, describe. Es que, para clasificar a Tokio, Florencia debe pasar por muchas Copas del Mundo y torneos.

El principal obstáculo de los deportistas de alto rendimiento es económico. Desde la Dirección de Deportes de la Municipalidad ofrecen atención médica, psicológica y odontológica gratuitas -además de otro tipo de prestaciones como predios para entrenar o equipamiento deportivo- pero no ayuda económica; algo que necesita todo deportista para solventar una carrera. Y en La Plata hay muchos: además de los que representan clubes como Estudiantes, Gimnasia, Santa Bárbara en Hockey o San Luis en Rugby, jovencísimos atletas platenses destacan en disciplinas como taekwondo, esquí acuático, pelota-paleta, tenis, tiro con arco o boxeo, entre otros. Varios participarán de Buenos Aires 2018 (Juegos Olímpicos de la Juventud); un evento impulsado por el Comité Olímpico Internacional que, además de fortalecer en los jóvenes la participación olímpica, busca promover valores como amistad, respeto y excelencia.

“Tendré que ver la manera de viajar”, evalúa Florencia, y en sus palabras resuena la actitud de quien como única opción pone la mira en lo que vendrá. “Mi plan ahora es Tokio. Y si no llego a Tokio, al próximo. Pero yo voy a llegar”, dice.