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Información General |IMPRESIONES: ENTRE EL HUMOR Y LA REFLEXIÓN

Señora que quería todo y dejó al marido sin nada

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA

27 de Mayo de 2018 | 03:17
Edición impresa

Mail: afcastab@gmail.com

Rebecca Barker, una madre inglesa de tres chicos, se tuvo que ir de su país y fue abandonada por su marido luego de sufrir una irrefrenable necesidad sexual. Se hizo famosa en los últimos días a través de una entrevista brindada a la BBC de Londres. Allí reconoció su adicción y contó que, en su peor momento, tener relaciones sexuales hasta cinco veces al día, no era suficiente para ella. Se supo que su marido, desmejorado y acobardado, abandonó el lecho tras sentirse incapaz de complacer a una esposa que cada semana exigía mejorar ímpetu y frecuencias. El hombre primero estaba orgulloso: creía que sus esmeros nocturnos eran irresistibles. Pero de a poco, cuando los médicos diagnosticaron que ese desenfreno no pedía amor sino otros aportes, todo se derrumbó. Ella cada noche lo despertaba con un insomnio excitado que obligaba al mal dormido a suministrar unos polvos somnolientos que fantaseaban más con la almohada que con el éxtasis. Y al final, desfalleciente, él se convirtió en un prófugo de la cama grande que se iba quedando sin entretenimientos.

El comportamiento compulsivo de esta amante empecinada comenzó tras la llegada de su tercer hijo, en 2014. “Tener sexo era lo primero en lo que pensaba al levantarme -contó Rebecca, de 37 años-. No podía sacármelo de la cabeza. Yo sentía que todo me hacía pensar en eso. Y tenía miedo que ese deseo se me notara”. Se ignora si su apetito era desatendido o complacido. Cinco veces por día es una abuso conyugal que va más allá de los deberes maritales, de la lujuria y del viagra. Rebecca declaró que en su cabeza sólo había sexo. No pensaba ni en los mandados ni en la escuela de los chicos. Se despertaba y ya extrañaba no tener algo entre manos. Pero no confesó cómo obtenía esas cinco dosis diarias, aunque advirtió que los orgasmos personalizados siempre estaban antes que la masturbación. Se habla que algunos voluntarios la ayudaron a sostener este récord. Y las vecinas atan cabos y sacan cuentas. A la BBC le dijo que, al tomar conciencia del volumen de su deseo y de los trastornos que originaba su comportamiento, decidió internarse para aprender a domesticar los deseos y a cerrar las piernas. Hoy, después de una larga convalecencia, con sexo a distancia y marido remoto, la buena señora Baker ha ordenado su libido y sólo desea cuando se debe. Declaró en cámaras que su vida era una previa perpetua que jamás se agotaba. No tenía límites. A medida que sus ganas recomenzaban, se le iba acabando el marido.

Hacerlo cinco veces por día es un abuso conyugal que va más allá de la lujuria y del viagra

¿Curan estas clínicas? Tiger Woods fue la primera celebridad que decidió medicar sus insaciables deseos. Michael Douglas también acudió a estos centros de atención que domestican desenfrenados. Y David Duchovny, cuando su mujer lo pescó in fraganti, llamó la ambulancia y solito se internó, sin avisarle ni a la prepaga. Se ignoran las características del tratamiento, pero los tramposos que no tienen plata envidian a estos millonarios infieles que, cuando sienten culpa, convierten sus disfrutados revolcones en una patología curable.

¿Existe la adicción al sexo? ¿O esa supuesta enfermedad, como tantas otras, enmascara unas nanas culposas? Al no tener tipificación, el tratamiento fluctúa entre el tirón de orejas y algún fármaco apaciguador, con sesiones de psicoterapia y unas cucharadas de arrepentimiento. “En la actualidad, el manual de enfermedades mentales DSM-IV no hace referencia a la adicción al sexo”, afirmaba Amado Bechara, experto en disfunciones sexuales. El doctor Adrián Helien, psiquiatra y sexólogo del hospital Durand, agregaba que “estas personas sólo consultan cuando su adicción les trae problemas de pareja”. Es decir, cuando son descubiertos por el cónyuge y a las disparadas tienen que salir a buscar un medico para atajar el brote y un abogado para atajar al damnificado. El tratamiento se prolonga noventa días a puro aburrimiento. Son retiros espirituales que, como el de los políticos, buscan mejorar la imagen pero no quitarse las ganas. ¿Por qué sanarse?, preguntan a cada rato. ¿Rebecca se calmó o sólo piensa en la reelección? Los médicos recomiendan controlarlos muy de cerca, porque las recaídas suelen ser frecuentes y placenteras.

 

(*) Periodista y crítico de cine

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