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Espectáculos |Desanda su camino musical en La Plata

Santaolalla: “siempre me he visto como un artista que utiliza distintos foros para expresarse”

El músico mira hacia atrás por primera vez en su carrera y repasa, el próximo domingo en el Coliseo, cincuenta años de una carrera que lo llevó de Arco Iris al cine, y del tango a la música para videojuegos

Santaolalla: “siempre me he visto como un artista que utiliza distintos foros para expresarse”

Gustavo Santaolalla ofrecerá en la plata su único show en el país. Será el domingo en el coliseo

Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

9 de Septiembre de 2018 | 04:39
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“La Plata es un lugar clave, con el que tengo un enganche muy fuerte desde Arco Iris”, dice Gustavo Santaolalla, al otro lado del teléfono desde Estados Unidos, en la previa de su llegada al Coliseo Podestá, el próximo domingo, para repasar su exitosa trayectoria que comenzó con apenas dieciséis años en aquella agrupación de rock y música tradicional argentina, exploró la new wave y el punk, y saltó luego al cine y el tango electrónico.

“Desandando caminos” es el nombre que ha dado a ese recorrido a través de sus músicas, un recorrido que mostrará en La Plata, como él mismo dice, en una fecha especial, un nuevo aniversario de La Noche de los Lápices que le trae recuerdos de sus propias vivencias en aquellos años violentos del país. “Con Arco Iris tuvimos que suspender un concierto en homenaje al poeta platense Roberto Themis Speroni por una amenaza de bomba”, se acuerda Santaolalla, que emigró del país en 1978 por las limitaciones, artísticas y de las otras, que implicaba la vida en dictadura.

Eran años donde una nueva conciencia llevaba años intentando instalarse, y despertar a la humanidad, pero colisionaba con la violencia y la represión intelectual en Argentina y buena parte del mundo. Por eso, dice Santaolalla, al mirar hacia atrás de su propia trayectoria descubrió una extraña vigencia de su música, una serie de paralelismos entre aquel mundo y este de 50 años después. “Descubrí que había una atemporalidad en esas canciones, y en algunos casos hasta una modernidad”, dice en diálogo con EL DIA, agrega que además “hoy sabemos con la cuántica que el tiempo no existe, que es una convención”, y afirma que las letras del ayer “reflejan paradigmas que me acompañan hasta hoy, que tienen que ver con la vida, la muerte, el amor, la esperanza y la desesperanza. Por eso no me resulta raro cantar esas letras: no es algo que podría haber cantado a los 18 pero hoy no”.

Esos paradigmas de los que habla el artista comenzaron a forjarse cuando Santaolalla era muy jovencito y parte de la comunidad de yoga guiada por la enigmática Danais Winnycka, que encandiló y modificó radicalmente su cabeza. Dana, ucraniana de nacimiento y también modelo de alta costura, adquirió durante los viajes de su padre, diplomático, por India y Tibet, conocimientos sobre yoga, vegetarianismo y técnicas curativas que siguió desarrollando hasta que a fines de los 60 conoció a tres muchachos, Santaolalla, Ara Toklatián y Guillermo Bordarempé, con los que se fue a vivir, provocando la indignación de la sociedad y dando a luz a Arco Iris, liderada espiritualmente por Dana y primera parada musical de Gustavo que, aunque despreciada en la escena de entonces, machista y asfáltica, no pudo ser ignorada debido a su mixtura de rock, folclore, psicodelia, y una lírica a la vez mística y cotidiana.

TRANSICIÓN PLANETARIA

Consultado por aquellos años, Santaolalla asiente en que hay un resurgimiento de los valores orientalistas que irrumpieron en esa mágica década: “Estamos viviendo un momento de transición planetaria”, justifica, explica que a la Tierra le toma 26 mil años realizar una rotación completa sobre su eje de giro (un movimiento independiente de la rotación y la traslación) y que esa rotación se está completando justo en una fecha que coincide con el fin del calendario maya, y que, por eso, se están dando grandes cataclismos, explosiones solares y también crisis de paradigmas a nivel político: “Hay una sensación de transición, de que está pasando algo, no sabemos donde vamos, pero ‘algo se está gestando’ como dice la canción”, lanza, en referencia a “Sudamérica”, temón de Arco Iris.

“Creo que paradójicamente, por un lado estamos en un momento apocalíptico, y por otro lado estamos en el momento de mayor conciencia que nunca. Por un lado estamos destruyendo el planeta, con una distribución de la riqueza en el mundo totalmente injusta, vivimos el aprovechamiento de unos pocos del resto de la humanidad, pero por otro lado, la gente cada vez come menos vidrio: mundialmente la gente está saturada de los políticos, de que le mientan, ya no es tan fácil. Y hay mucha gente, sobre todo la gente joven, que ya está abriendo su conciencia en otro sentido, que trasciende un poco la cosa política, hacia algo más profundo, hacia la esencia del hombre”, dice Santaolalla, un entusiasta de la física cuántica para quien esa dualidad es explicada por esa disciplina, que retrata el indeterminismo de las partículas, a la perfección: “Es el si/no al mismo tiempo de los zen”, analiza.

Las canciones de Arco Iris serán parte del viaje “introspectivo, espiritual, hacia el interior” a través de su inconmensurable obra que propone Santaolalla, que de hecho, dice, abre la noche con “Abre tu mente”, composición de aquella agrupación que quedó fuera el primer disco de la banda y nunca fue tocada en vivo, donde canta una idea para estos tiempos de transición planetaria: “Todos formamos parte de esta gran cosa, hoy solo soy gusano y mañana mariposa”.

Pero “Desandando el camino” incluye, durante sus “dos horas y pico de canciones” un paseo por sus años de punk y new wave con Wet Picnics, sus discos solistas, Bajofondo y su música de película y hasta de videojuegos (rodó la banda sonora del exitoso “The Last of Us”). Un muestrario que revela la heterogeneidad de un artista ganador de un disco de Platino, pero también de dos Oscar y un Globo de Oro, gracias a su carrera como compositor de música para el cine.

Al componer canciones para un disco o música de película, dice, “me manejo de manera similar: hay diferencias en componer una canción o hacer un score, pero en el fondo siempre estamos contando historias”. Y aunque al hacer cine “estoy al servicio de la visión del director” mientras que cuando compone una canción “vos sos el director, el actor, todo”, “me siento completo haciendo todo: siempre me he visto como un artista que utiliza distintos foros para expresarse. Haciendo una analogía futbolera, a veces tengo que jugar arriba y hacer goles, a veces voy al arco y a veces estoy afuera de la cancha, soy el director técnico. Pero siempre estoy en el partido: eso es lo importante para mi”.

“No soy músico de película, me considero un artista que de vez en cuando hace música de películas. Así es como me siento cómodo, haciendo de todo, expandiendo. Por eso me encanta tocar instrumentos que no sé tocar, porque pienso que algo voy a poder hacer, porque soy un artista. Y uso la inocencia, el peligro, el minimalismo de no saber”, revela Santaolalla, y cuenta que por eso en “Babel” decidió utilizar el ud, un instrumento precursor del laúd “que no sé tocar y que no volví a tocar después”. La banda sonora le valió uno de sus Oscar.

EXPANSIÓN PERPETUA

La expansión en sentidos profundos parece guiar su vida. De hecho, dice, su carrera siempre se basó en “mirar hacia delante, buscando nuevos desafíos, tratando de no quedarme en la misma zona de confort, repitiendo fórmulas así de artista. Cuando me dediqué a la producción, no hice un solo tipo de producción, he producido más de 100 discos que abarcan desde Café Tacvba al Café de los Maestros. Es un abanico bastante grande porque me gustó siempre tomar riesgos, probar cosas distintas. Y eso me llevó a hacer músicas de películas, videojuegos, espectáculos de danza...”, cuenta el oriundo de El Palomar que “nunca miró atrás”... hasta este momento, donde decidió recuperar 50 años de música en un show.

“Distintos motivos, la edad, haber pasado los 60, la perspectiva de ser abuelo y algunas cosas de índole personal, me llevaron a apretar el botón de pausa y mirar: en ese proceso me plantee la posibilidad de rever mi vida a través de las canciones, que es algo que me acompaña desde muy chico”, cuenta sobre la génesis de “Desandando el camino”, gira que debutó el año pasado con varios shows en capital federal y que llegará ahora a La Plata, antes de partir hacia América latina.

Antes, claro, lo esperaba un viaje a Londres, para encontrarse con Eric Clapton, que lo eligió personalmente, a pesar de no conocerlo, para grabar la música de “Life in 12 bars”, el documental que se realiza sobre su vida. Y calificó su trabajo para el filme como “extraordinario”.

“Se armó una amistad muy linda, me ha escrito cosas muy lindas y me dan ganas de compartirlas porque no puedo creer las cosas que me dice”, se entusiasma Santaolalla. Y, siempre inquieto, después de Londres, lo esperaba Hungría, donde viajó a tocar con música de sus película con orquesta, y recién después, el próximo domingo, el Coliseo, antes de partir a Chile, Ecuador, Colombia y México. Y, mientras tanto, escribe la música original de la cuarta temporada de Narcos, comienza a terminar el nuevo álbum de Bajofondo y trabaja en la banda sonora de la segunda parte de “The Last of Us”, todo mientras produce la música sobre el recital que brindaron Los Tigres del Norte en la cárcel de Folsom, a 50 años del mítico disco de Johnny Cash en la prisión. Una verdadera fuerza de la naturaleza.

“No soy músico de película, me considero un artista que de vez en cuando hace música de películas. Así es como me siento cómodo, haciendo de todo, expandiendo”

“Las letras de mis canciones pasadas reflejan paradigmas que me acompañan hasta hoy, que tienen que ver con la vida, la muerte, el amor, la esperanza y la desesperanza. Por eso no me resulta raro cantar esas letras”

“Hay una sensación de transición, de que está pasando algo, no sabemos donde vamos, pero ‘algo se está gestando’ como dice la canción”

“Hay una sensación de transición, de que está pasando algo”

“Me considero un artista que de vez en cuando hace música de películas”

 

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