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Los terraplanistas ante una obtusa, pertinaz e insana opción por la ignorancia

Los terraplanistas ante una obtusa, pertinaz e insana opción por la ignorancia

Alejandro Clocchiatti

8 de Marzo de 2019 | 04:03
Edición impresa

Doctor en Astronomía UNLP; Pontificia Universidad Católica de Chile

Los “terraplanistas” llegaron a Argentina. Días atrás EL DIA se hizo eco de la reunión que mantuvieron en la ciudad de Colón estos días. Que haya gente abrazando esa hipótesis insensata es a la vez exasperante, triste y deprimente.

Es exasperante porque estamos en 2019. Hace unos 24 siglos la forma del mundo era tema de discusión. No habíamos viajado lo suficiente para conocer la geografía del planeta. Pero ya no. Hace 2.300 años Aristóteles, en “Sobre el cielo”, presentó muchas pruebas sensatas de la esfericidad de la Tierra. Desde entonces los filósofos naturales se ocuparon de su tamaño, tema crítico para el viaje de Cristóbal Colón en 1492 (no la esfericidad), y en si se movía ella en torno al Sol o lo contrario, tema crítico en 1543 cuando Nicolás Copérnico propuso el heliocentrismo.

El copernicanismo desencadenó desarrollos que culminaron en 1687 cuando Isaac Newton presentó las bases de la Física Clásica. Ésta nos permitió entender la mayor parte del universo unificando los fenómenos terrestres y celestes que el aristotelismo mantenía separados.

Avances del siglo 20 extendieron la física clásica al ámbito microscópico (Mecánica Cuántica) y a gravitación y velocidades extremas (Relatividad General). Hoy, ni la forma de la Tierra, ni su tamaño y movimientos son una simple cuestión geométrica como en la era pre-aristotélica.

La misma física que explica por qué la Tierra es una esfera de minerales sólidos con una pequeña contaminación de agua, gases y materia orgánica, girando en torno a una estrella común y corriente explica nuestro entorno y objetos cotidianos.

Vivimos rodeados de tecnologías asombrosas que son un monumento a esta física. El celular de los “terraplanistas”, con el GPS que usaron para llegar a Colón, tiene la palabra “física” escrita por todas partes. Lo mismo vale para las ondas que captan sus antenas de radio o televisión, las alas de los aviones en que volaron, las ondas de luz con que se iluminaron, las computadoras con que escribieron el ppt de sus presentaciones, el motor de sus autos, y un larguísimo etcétera que no cabría acá. Hoy no podemos cambiar la forma del planeta sin proponer una nueva física que explique consistentemente esa nueva forma y todo lo que explica la física actual.

Es triste por la puerilidad de la motivación y justificaciones de la hipótesis plana. Cuando el escritor británico S. Rowbotham fundó la Sociedad de la Tierra Plana en 1884, lo hizo para denunciar la confabulación de quienes sosteníamos una astronomía inconsistente. Pero ¿una confabulación que cumple 23 siglos?

La versión moderna pone a la NASA como villano, gastando miles de millones de dólares de impuestos de la gente para sostener el mito de Aristóteles engañándonos permanentemente con fotos falsas de viajes que no hizo y sondas que no visitaron los planetas o satélites que ella dice. Pero se olvidan de añadir a todas las otras agencias espaciales: la ROSCOSMOS rusa, la ESA europea, la CONAE argentina, la brasileña, mexicana, chilena, japonesa, coreana, china, india, israelí, etc., a las que habría que sumar sus agencias militares que usan el espacio cercano para, al menos, actividades de inteligencia y espionaje.

También habría que incluir a las compañías de televisión satelital: ¿Han notado que todas las antenas apuntan en dirección al Ecuador Celeste, hacia donde deberían estar los satélites en órbita geo-sincrónica? ¿Es solo para cobrarnos por un servicio que no prestan? ¡Y también a las compañías aéreas! Hasta 2014 Aerolíneas Argentinas hizo el vuelo transpolar entre Buenos Aires y Sidney (11.800 km), que duraba un tiempo parecido al de Buenos Aires-Roma (11.200 km). Si uno mira el mapa del mundo de los terraplanistas (como el logo de las Naciones Unidas) el tiempo de vuelo a Sidney debería haber sido mucho mayor. Lo mismo sucede con los vuelos Johannesburgo-Londres (9080 km) y Johannesburgo-Sidney (11.034 km). En un mundo plano el vuelo a Sydney debería durar más del doble, lo que no sucede. ¿Es que los pilotos regulan la velocidad para hacernos creer que la tierra es esférica?

Es deprimente que habiendo tantas causas urgentes y justas que merecen atención, tiempo y dinero haya gente desperdiciando esos insumos en una causa tan necia.Ver que la Tierra es esférica requiere tan solo subir una montaña con un teodolito y comprobar que el horizonte queda debajo de la horizontal. Lo que era ingenioso candor de geómetras 350 años antes de Cristo es hoy una pertinaz, obtusa e insana opción por la ignorancia.

 

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