Cómo atraconar series y no morir en el intento

El amante de la pantalla chica no es el mismo que el cinéfilo, mucho más gourmet en sus apetitos audiovisuales. No: el seriéfilo siempre fue del atracón de la milanesa con papas fritas televisiva, amante del género y disfrutador serial también de los malos momentos de la tevé, regodeándose en los excesos melodramáticos en los que ha sabido incurrir la hija menor del cine.

¡Pero! Estamos en la era dorada de la pantalla chica: hoy la milanesa con papas fritas televisiva es más gourmet que el sushi. Y hay series demasiado buenas como para degustarlas a razón de una vez por noche. Demasiadas series demasiado buenas. El viejo “un minuto más”, que pronunciábamos de chicos para que nos dejaran ver apenas una escena más antes de irnos a dormir, se ha transformado hoy en “un capítulo más”.

Para los chicos, sí, pero también para los grandes, que lejos de predicar con el ejemplo suelen atraconar más milanesas con papas fritas que los propios purretes: la vida es caótica, la lista de lo que hay por hacer nunca se achica, siempre se agranda, y escapar a las aventuras que propone la televisión nunca fue tan fácil ni satisfactorio. Las maratones, pasadas de una serie de un tirón que supieron ser potestad de la patria geek, nerd y freak, son hoy una actividad relativamente común al espectador promedio, gracias a la posibilidad de ver “un capítulo más”, al infinito, que proponen servicios como Netflix. El “binge watching”, como se llama a estos atracones televisivos, es masivo.

¿El resultado? Los científicos están estudiando seriamente al espectador como un adicto. Algo bastante sencillo de entender. Cuando se consume una serie genera placer. Como muchas cosas. Pero el placer es una amante peligrosa, y, de repente, mientras más cantidad tengamos de una serie mejor, y a medida que se va terminando comienza la ansiedad. Cuando se acaba, el vacío es profundo, desagradable. ¿Y ahora qué vemos? ¿Quién podrá salvarnos de nosotros mismos?

Pero no es este un texto evangelizador: cualquiera conoce o sospecha los riesgos que conlleva para la concentración, el pensamiento crítico, la vida social, la paternidad o incluso la intimidad el consumo abultado de horas televisivas. En lugar de luchar contra lo inevitable, lo que propongo es una serie de tips, de parte de un atraconador avezado, con años de experiencia, para “bingear” y no morir en el intento (o quedarse sin trabajo o pareja, que es parecido).

1 - ATRACONAR CON EMPATÍA. El consumo televisivo extendido aliena. De la pareja, de los hijos, de los amigos. ¿Entonces? La solución es no encerrarse en lo que a uno le gusta aunque el resto de los habitantes de nuestra vida; no ponerse los auriculares en la cama y mirar la tablet, mientras el compañero de intimidad se duerme con la tele prendida; utilizar la tevé como un espacio de encuentro: con nuestros hijos, mirar cosas que les interesan a ellos; lo mismo con nuestras parejas; reunirnos con amigos a mirar lo que el grupo disfruta. De paso, es un ejercicio en diversidad y apertura.

LE PUEDE INTERESAR

Las joyas reales

LE PUEDE INTERESAR

Empresas: las jefas las mejoran

2 - AUTOCONTROL. Es de gran utilidad fijar de antemano un límite al atracón. Cada cuál elige ese límite, y no importa tanto transigirlo, sino que exista como referencia, como la zanahoria del burro. Ese límite es personal, aunque yo suelo regirme por una simple pregunta: ¿a qué hora necesito dormirme para no ser un zombie mañana? Después, si la serie es muy buena, seguramente ese número cambie caprichosamente o hasta decida ser zombie pero continuar, lógico. (Hablando de zombies: es útil para el buen dormir no mirar ciertas cosas a ciertas horas: la acción y el terror son deliciosos de noche, pero suelen provocar sueños inquietos…). Dos consejos más. A la hora de parar, siempre me recuerdo el placer de estirar un desenlace, de no saber cómo termina algo: suele ayudarme a desengancharme de la ansiedad de llegar al final.

3 - RECORDAR QUE LAS SERIES SUELEN NO SER TAN BUENAS COMO SE DICEN. Otro gran recordatorio para desengancharse es que vivimos en una era donde todo es certeza, grito tuitero. Se reproducen los “mejor serie de la vida”, “el show que no te podés perder”, etcétera, pero a menudo descubrimos luego que esas declamaciones son parte de la necesidad de los usuarios de redes de llamar la atención, generar “me gusta”, retuits, respuestas, polémica.

4 - DISFRUTAR. Con todas estas advertencias, no hay que olvidarse de disfrutar: cuando uno atracona culposo, suele terminar utilizando el mismo escape serial para tapar esa culpa. Lo mejor es simplemente disfrutar del atracón e intentar, en todo caso, poner algunos de estos consejos en juego para no exceder o causar daño a nuestra vida. Aprender de los consumidores gourmet, que a veces un buen bocadito (o dos, o tres), son mejores que un mal alfajor.

5 - EL LOOP. Claro que la duración de esos “bocaditos” es relativa: a veces uno necesita ver tevé porque no puede dejar de pensar en la lista interminable de cosas por hacer, de preocupaciones, de miedos. En ese caso encuentro, en referencia a lo ya dicho en el punto 2, que es preferible recortar horas de sueño y proseguir con el escape. Pero, llegada cierta hora, hay que frenar el círculo vicioso y dormir, que es el mejor reparador: una solución práctica es poner, medio de fondo, una película o serie que a uno le guste o ya haya visto. El loop. La familiaridad de su contenido permite bajar el nivel de atención (y tensión), entreteniéndonos mientras su dulce arrullar nos va durmiendo.