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Toda la semana |BOMBITAS Y BALDAZOS ENTRE VECINOS

Recuerdos de carnaval: cuando la guerra de agua copaba los barrios

En la Ciudad se realizan actividades para esta fiesta, pero lo cierto es que entre los platenses se perdió la espontaneidad de mojarse por sorpresa. Protagonistas de la celebración del Rey momo cuentan sus anécdotas

Recuerdos de carnaval: cuando la guerra de agua copaba los barrios

Festejos del carnaval en Los Hornos en 2012

María Laura López Silva

María Laura López Silva
llopezsilva@eldia.com

23 de Febrero de 2020 | 07:51
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Diversión, fiesta, juego y agua. Sobre todo agua. Así describen los platenses sus recuerdos de Carnaval. Esos días en que la anarquía se adueñaba de las calles entre baldazos y bombitas, cuando los vecinos se pasaban horas entramando estrategias para mojar a quien pasase desprevenido por el barrio.

Una costumbre que se perdió con los años y los cambios culturales que invitan cada vez menos a la gente a transitar la vereda, pero que queda en la memoria de quienes protagonizaban la fiesta de febrero.

La hora de la siesta era la elegida por los más jóvenes y al atardecer todo el barrio se sumaba a la diversión. “Los carnavales en el barrio eran hermosísimos. Nos juntábamos en grupos de hombres contra mujeres y cargábamos baldes, bombitas, corríamos por todos lados y en esa época no podías asomarte a la calle sin que te empaparan. Si te cambiabas para ir a algún lado no le importaba a nadie, si era carnaval te mojaban igual -cuenta Laura Colianni (58) vecina de Tolosa-. Mis padres jugaban con los vecinos, por los fondos se tiraban agua. Era muy divertido”.

“Recuerdo que los carnavales en los ´80 estaban en las afueras: en Villa Elisa, en la República de los Niños (que realmente era mágico porque la Repu estaba hermosa y estimulaba -me acuerdo de haber tirado un residuo en la boca de King Kong q oficiaba de basurero- y algunos corsos en la avenida 7. El bombero loco. La alegría generalizada de una niñez jugando en la calle”, describe Hernán Aché (42), de Gonnet, cofundador de la murga Los Viajeros De Humo.

“Mis padres jugaban con los vecinos, por los fondos se tiraban agua. Era muy divertido”

 

“Lo que cambió ahora es que hay mucha agresión a nivel social y eso se traslada a todo. No se conforman con tirarte espuma y ya. Quieren hacerte mal en los ojos. Eso lo veía ya cuando llevaba a mis hijos que hoy son grandes”, analiza Laura sobre por qué ahora no se juega en la calle como antes.

Durante los fines de semana de febrero los corsos eran la cita ineludible para ver desfilar a las comparsas, escuchar bandas de músicos y disfrutar del verano en libertad.

“Los primeros carnavales que me acuerdo eran los de Los Hornos, sobre la 137, de 60 a 66. Eran bárbaros, uno esperaba el sábado generalmente, a veces íbamos los domingos pero como al otro día se trabajaba era más raro ir. Eran muy sanos. Yo iba con mi mamá y mi papá, caminábamos por ahí. No había espuma, se tiraba agua perfumada, veíamos las comparsas, tomábamos un helado, era tranquilo. Había corsos en calle 13, de 38 hasta 40 y pico y los de 7, pero esos no duraron muchos años. Berisso también era famoso por sus carnavales”, dice Colianni.

AL CALOR DE LAS MURGAS

Fernando Riveros es veterinario pero su amor y pasión por la murga hicieron que durante 10 años dejara esa profesión para dedicarse de lleno al ritmo carnavalero. “La primera vez que escuché el bombo con platillo se me transformó el alma, me hizo un click la cabeza”, recuerda y cuenta que desde ese momento se sumergió en en este mundo de trajes de colores canciones de protesta y algarabía.

Eso ocurrió en 1992, Fernando tenía unos 30 años y la última vez que se había presentado una murga en La Plata, Los chanta cuatro sin rival, había sido en 1941 frente al palco de los carnavales de avenida 7.

De la mano de Coco Romero se fue a Buenos Aires a aprender con los murgueros porteños y dos años después fundó, con 13 compañeros más, Los Farabutes del Adoquín.

“Durante un par de años di talleres de murga e investigué la temática del carnaval local. Iba a los archivos del diario El Día y buscaba los avisos de 1890 donde se publicaba que las familias compraban los palcos de los corsos de calle 7 o calle 12. Con la murga intenté contar la historia de la Ciudad para darle una alegría a los pibes”.

Es por eso que Riveros asegura que las murgas no son características del carnaval platense, sino que lo que las distinguía eran los corsos. “Los más famosos y multitudinarios eran las comparsas Juventud de La Loma, Corazón de Los Hornos y Corazón del Retiro. Nosotros irrumpimos y a partir de ahí se fueron formando otras murgas como Tocando Fondo o Los Sospechosos del Barrio”.

Los Farabutes dejaron de tocar en 2015, pero durante 22 años fueron referentes en la Ciudad.

“Los Viajeros del Humo surgieron en el contexto social del 2000. El país estaba en una crisis y la armamos como una respuesta casi natural que encontramos con un grupo de vecinos y amigos de Gonnet ante una realidad que nos agobiaba como jóvenes. Ese espacio nos organizó, nos dio dónde expresar la creatividad y era un lugar de encuentro hermoso con el baile, la música y las distintas ramas de la estética. Había energía solidaria de encuentro y su posibilidad infinita como razón”, explica Hernán.

“Todo surgió como continuidad a unas pocas agrupaciones murgueras que ya venían abriendo camino y se habían largado a la aventura de hacer presente nuevamente esa parte del tejido social gravemente herido en los `70 y que en los `80 casi se había extinguido. Los `90 pasaron a ser un espacio de reencuentro en la genealogía del carnaval popular y barrial. A principios del 2000 éramos siete murgas en La Plata. Muy numerosas, comprometidas, creativas. Nos unía el amor por la estética del carnaval, los espacios de encuentro semanales, el arte, la amplitud y la diversidad que pregonan estos espacios”, agrega este artista que ya no pertenece a la murga pero es un reconocido DJ de la Ciudad.

Los feriados de carnaval fueron suprimidos por decreto durante la última Dictadura Militar en el país. Pero contrariamente a lo que se pensaba, nadie dejó de festejarlo más allá de la represión. Se siguió festejando y al recuperarse la democracia sólo quedaban en pie pocas agrupaciones y espacios. La violencia política social había dañado gravemente a la fiesta popular.

Si bien la celebración del Rey Momo había vuelto a ser legítima, los feriados no estaban en agenda. Para Aché, lograr que volvieran esos dos días de “gloria” fue un triunfo del reclamo popular: “durante muchos años se fue regenerando la festividad y todo lo que ella implica. La restitución calendario de los feriados pasó a ser la bandera de miles de personas que reencontraron en el carnaval un espacio de solidaridad y de encuentro de diversidad creativa maravilloso. Cuando en 2011 volvieron esos días hubo una enorme alegría. Pero el camino a ese reconocimiento no fue menos. Cientos de marchas multitudinarias y maravillosas reclamando la restitución de los feriados como fiesta popular fueron un camino de encuentro, contención y de expresiones identitarias maravillosas en los `90 y los primeros años de 2000. Nunca se dejó de festejar el carnaval. Trataron y aun tratan de encorcetarlo. Pero fracasaron y fracasarán esas tentativas porque la memoria colectiva es sabia”.

 

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Festejos del carnaval en Los Hornos en 2012

El juego con agua en las calles de la Ciudad durante febrero de 1984

El Yacaré del corso de Ensenada era la atracción de 1979. Los Viajeros del Humo en plena presentación sobre avenida 7 en 2004

En los carnavales de 17 y 71 la guerra de espuma era la protagonista

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