“La Sombra del Gallo”: Western, thriller, policial y el terror profundo de la trata de personas

Román Maidana, un ex policía, regresa transitoriamente a su pueblo: ha pasado los últimos ocho años en prisión, y lo han dejado salir por la muerte de su padre. El inicio de “La Sombra del Gallo”, nueva película de Nicolás Herzog que se estrena mañana en el Cinema San Martín, se viste de western, con el regreso del héroe a su páramo y una trama de trata de mujeres que un viejo y fantasmal romance le insta a desentrañar.

Pero el western se desarma, se fusiona a otros géneros, el thriller psicológico, el policial negro, que llegan a la pantalla con otras ideas: porque el héroe, encarnado por Lautaro Delgado Tymruk, es en realidad un antihéroe, sin la altura moral del justiciero, y atormentado por la culpa de ese viejo amor que, en realidad, podría haber sido víctima suya. 

Es que, como explica Herzog, “La Sombra del Gallo” “es una película sobre las formas en que opera la violencia misógina en un pueblo atravesado por la cultura patriarcal y cómo ésta sedimenta en forma de culpa y castigo en un hombre que ha perdido los lineamientos de la realidad, atravesado por los fantasmas de un pasado que ni siquiera puede reconocer como tal”. 

Su Román regresa a su pueblo no como un iluminado, sino siendo parte del problema, “teniendo que desentrañar su propio pasado oscuro para desentrañar esa red en la cual también está involucrado”, atravesado por las lógicas patriarcales. El “regreso al pago” fue uno de los puntos de partida de Herzog, “un tema que siempre me marcó a fuego como ‘exiliado’ del interior viviendo en la ciudad”, relata en diálogo con EL DIA. Su infancia en Entre Ríos estuvo marcada por las actitudes y violencias que se respiran en ciertos pueblos, como retrata en su película.

“Entre Ríos siempre fue una región donde la violencia de género y la trata tuvieron mucha fuerza. Aunque no me interesaba desarrollar una investigación periodística de esas tramas, es un tema compleja de atravesar: me interesaba reflexionar sobre el rol de lo masculino, sobre cómo la cultura patriarcal penetra los distintos estratos sociales de nuestro país y del mundo”, explica el cineasta responsable de los largometrajes documentales “Orquesta Roja” y “Vuelo Nocturno”.

Esta es su primera ficción, a la que llegó de forma “orgánica”, afirma, luego de coquetear con la ficción en sus dos trabajos documentales, y desde el deseo de “jugar con los géneros clásicos, el thriller, el western, el policial: mi infancia y mi adolescencia las pasé mirando cine de género y quedó algo sedimentado, un placer por armar tramas narrativas, eso que invita a los géneros”.

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Un proyecto que lleva casi ocho años en desarrollo, que “por cuestiones vinculadas a lo financiero no podía filmar”, y que fue evolucionando durante ese tiempo: “El punto de partida fue bastante claro: quería trabajar sobre lo masculino y la masculinidad”, dice Herzog, pero, a medida que el mundo cambiaba para siempre, la misoginia y el sistema patriarcal fueron imponiéndose en el guion.

“Intervino el contexto histórico, en esos ocho años de desarrollo el movimiento feminista comenzó a tener mucho protagonismo, el rol de la mujer cambió. Fui recepcionando eso que pasaba en el contexto y lo hice carne, y parte del desarrollo del guion. Creo que en este caso, el tiempo que demandó el proyecto fue positivo para la película y también para mi mismo”, analiza Herzog.

El cineasta escribió a su protagonista atormentado por la culpa de sus pecados, y como contraparte, a su viejo amor, fantasmal, encarnado por Rita Pauls, que llegó a la cinta entusiasmada por la obsesión que Herzog mostraba sobre el proyecto.

“Una mujer clara, fuerte, al menos así es la fantasía que proyectaba Román sobre ella: no parece ser parte de ese entorno pueblerino, construimos un personaje que está fuera de tono con el resto, una mujer libre”, dice Herzog sobre el personaje, que flota alrededor de Román como una obsesión, quizás reflejo de su culpa, quizás fantasma del pasado.

“Nunca había trabajado en este registro, me dio curiosidad. Me gustó mucho la libertad que daba ese personaje fantasmal, me liberaba de cierto realismo, que es algo que me suele aburrir para trabajar, tener que mantenerse en esos límites de lo verosímil”, agrega Pauls, que viajará en abril a Alemania para presentar una obra de teatro y será parte de la puesta de “Bodas de sangre” en el San Martín, sobre su criatura.

“La excusa de lo fantasmal” le sirvió a Pauls para explorar “otras maneras de aparecer, estar, hablar”, cuenta la joven actriz, cuyo personaje atravesó varias versiones hasta cerrar la final, donde se sugiere víctima de violencias vinculadas a Román. “Eso nos permitió trabajar con la idea de la culpa”, adelanta Herzog.

“Cualquier película aborda las violencias patriarcales, aunque no lo quiera, porque está creada en un sistema patriarcal: si no te lo cuenta la trama lo ve en la poca presencia de elenco femenino, hay miles de señales. Pero esta película tematiza eso que otras películas traducen sin quererlo”, analiza Pauls sobre “La Sombra del Gallo”, y afirma que “me gustó mucho ver el trabajo de Lautaro en el recorrido del personaje, en medio de un proceso de transformación, atormentado por eso. Me parece un problema muy actual, ese momento donde se te revela que estás quedando un poco rancio para el mundo, que el mundo se mueve en una dirección y tu paradigma se está quedando atrás”.

Entre el policial, el western, momentos de cine de terror y la irrupción de obsesiones psicológicas y fantasmales, todos estos temas aparecen en la pantalla, aunque lejos de asomar desde un guion didáctico, son apenas sugeridos: “La Sombra del Gallo” es, ante todo, una película atmosférica, cargada. 

“Quisimos hacer una película que sugiere más de lo que muestra, de hecho no tiene un final claro”, accede Herzog. “Queríamos que el espectador salga de ahí y que todo funcione, pero que no ofrezca esa catarsis al final, que quedara una sensación extraña en el cuerpo, muchas contradicciones”.

“Creo que el tema lo ameritaba, es muy difícil acercarse a un tema tan oscuro y horroroso de una manera precisa, clara. Lo más genuino, nos pareció, era sugerir, hacer acercamientos, pero sin caer en los golpes bajos”, agrega. “Es una película sobre el horror en su sentido más profundo: aquello que no puede terminar de ponerse en evidencia más allá de lo que somos capaces de soportar como humanos civilizados. Y en este sentido, la película sugiere más de lo que muestra, abre más de lo que cierra”.

La película se mueve entre géneros para mostrar las violencias del patriarcado