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Séptimo Día |LA CONVULSIONADA DÉCADA DEL 60

Un triángulo audaz: Frondizi, el Che Guevara y Kennedy

Los tres, a su manera, fueron revolucionarios para la época. Cómo se gestó el viaje secreto del guerrillero desde Punta del Este a Buenos Aires y qué ocurrió en la reunión con el Presidente en la residencia de Olivos

Un triángulo audaz: Frondizi, el Che Guevara y Kennedy

El presidente Frondizi, en uno de los encuentros con su par de EE UU, Kennedy / Archivo

RICARDO JAÉN
Por RICARDO JAÉN

26 de Abril de 2020 | 08:21
Edición impresa

Los tres protagonistas del último paso de Ernesto Che Guevara en la Argentina tuvieron la impronta de la década del 60. Cada uno a su manera y en sus circunstancias fueron de pensamiento “rupturista” con el statu quo. Fueron, como no podía ser de otra manera en esa deslumbrante década del siglo pasado, revolucionarios.

En una siempre caprichosa mirada de los hechos, para esta crónica imaginamos una línea de tiempo que comenzaría en Buenos Aires el 1 de Mayo 1958 con la asunción de Arturo Frondizi a la presidencia de la Nación y finalizaría en una pequeña escuela de La Higuera, Bolivia un 9 de Octubre de 1967 con un fusilamiento que daría origen a una leyenda.

Se terminaba la década del 50 y la ya instalada guerra fría entre EEUU y la URSS preparaba su mudanza a América. El bloqueo de Berlín y la guerra de Corea habían quedado atrás, pero la década del 60 se anunciaba con sospechas de cambios extremos al “viejo mundo de la pos guerra” que una mini falda, el pelo largo en los hombres y el lanzamiento del disco simple de un grupo de Liverpool “Love Me Do” en octubre del 62 terminaban de confirmar.

Inmediatamente antes, el 1 de enero de 1959, “los barbudos”, eufemismo que la mayoría de la prensa utilizaba para identificar a la guerrilla castrista evitando definiciones ideológicas, entraban a La Habana.

Cuatro meses más tarde, Fidel Castro estuvo en Buenos Aires en el marco de la reunión de la Comisión de los 21 de la Organización de Estados Americanos (OEA) en donde dio un fuerte discurso en el edificio de la Secretaría de Industria y mantendría reuniones con Frondizi. El tema excluyente: la posibilidad de que Argentina y Brasil “medien” en lo que ya era una relación difícil con el gobierno de EEUU. Existía un pensamiento común sobre este tema entre el mandatario argentino y el presidente del Brasil, Juscelino Kubitschek.

La nota de color estuvo dada por quién estaba a cargo de la custodia de Castro y había construido una cordial relación con Fidel: era el oficial naval Hermes Quijada, asesinado en la década del 70 por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) fracción 22 de Agosto, por considerarlo responsable de la Masacre de Trelew.

El Che preguntó cómo le iba al SIC y nadie supo responderle

 

La presencia de Castro y sus reuniones con el presidente abonaron fuertemente la teoría de vastos sectores militares y civiles en cuanto a la orientación filo comunista del gobierno de la UCRI agregándose en ese sentido la circulación secreta de un informe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que tomaba al vicepresidente Richard Nixon como fuente: “… hombres honestos pero orientados por un pensamiento marxista, aunque al mismo tiempo comprenden la necesidad de llevarse bien con USA.” (Declaración hecha ante reunión reservada en el Congreso de EEUU después de su viaje a Buenos Aires para la asunción del Presidente Frondizi).

En febrero de 1960 aterrizó en Buenos Aires Dwight Eisenhower el segundo presidente de EEUU en pisar suelo argentino (Agustín P Justo recibió a Franklin Roosevelt en 1936). Ese hombre era quien había sido el comandante supremo de las tropas de los aliados en el frente occidental del teatro europeo de la II Guerra Mundial y organizador del desembarco en Normandía.

Se reunieron en Bariloche y el Hotel Llao Llao fue el escenario de muy francas charlas entre ambos presidentes, uno que recién llegaba y otro que se estaba retirando, con visiones muy distintas del mundo por venir.

Eisenhower formado en la “política del garrote para el patio trasero” estaba obsesionado con el avance comunista en el mundo y en particular con la reciente revolución en Cuba. Frondizi, en cambio, pensaba que el desarrollismo era la alternativa para enfrentar al socialismo.

En este marco llegamos al centro de nuestra crónica, 1961. El 20 de enero asumió la presidencia de EEUU un hombre que tendrá destino de leyenda: John F. Kennedy, quien heredó de la administración anterior un típico plan CIA de intervención modelo Guatemala (1954) muy mal diseñado porque se basaba en información casi exclusiva de los anti castristas de Miami e ignoraba los análisis políticos del Departamento de Estado en cuanto a la popularidad de la revolución.

El 15 de Abril desembarcó en Bahía de Cochinos (Cuba) una mezcla de opositores a Castro, soldados de fortuna reclutados por la CIA y algún idealista, con la misión de lograr levantamientos populares para luego solicitar la ayuda militar de EEUU. La aventura terminó en cuatro días y el resultado fue la afirmación popular de Castro y la destrucción de cualquier relación con el nuevo gobierno de Washington.

La reunión de Cancilleres de la OEA programada para agosto de ese año en Uruguay, parecía el escenario donde se definiría la “suerte de Cuba”.

El 5 de Agosto el comandante Ernesto Guevara llegó a Punta del Este y su presencia captó la atención de toda la prensa internacional.

Aún hoy se debate acerca de quién fue el de la idea de realizar un encuentro entre el presidente Frondizi y el Che. Entonces aparecen los nombres de todos los personajes que de alguna forma intervinieron para que la reunión se realizara: Jorge Carretoni, joven dirigente de la UCRI a quien le adjudican ser el arquitecto del encuentro gracias a su llegada preferencial a Frondizi facilitada por su estrecha amistad con la hija de éste, Elenita y quien acompañó a Guevara en su vuelo. También se lo mencionó en un rol muy activo al representante del Gobierno de EEUU, Richard Goodwin, el hombre de Kennedy en Punta del Este, quien había tomado contacto informal con el comandante gracias a la intervención de una tradicional familia uruguaya. Ricardo Rojo, amigo personal del Che también es señalado en esta gestión y Julia Josefina Constenla, periodista, quien tenía una relación especial con Guevara, que más tarde destacará en numerosos medios gráficos como las revistas Crisis, Gente y será autora de excelentes biografías de Guevara, Sábato, Troilo, Bachelet y Alfonsín. Finalmente, el embajador argentino en Uruguay, Gabriel del Mazo y el director del Departamento de Asuntos Latinoamericanos de la Cancillería Cubana, Ramón Aja Castro, actuaron en realidad de “consultores” de cada una de las partes dado el carácter de “privada” que tendría la reunión.

De la reunión se supo poco. Sólo lo que contaron los protagonistas

 

Los distintos relatos de “la previa” al viaje de Guevara daban la sensación de una “estudiantina universitaria pre revolucionaria” de quienes creían ser los artífices de esa reunión.

A modo de ejemplo citaremos a Julia Constenla (Chiquita) que cuenta que alguien le sugirió la posibilidad de hacer política en la Argentina aprovechando el reciente triunfo de Alfredo Palacios como Senador por la capital federal, a lo que el Che responde con una dedicatoria de su libro “La guerra de guerrillas” para el senador: “Al Dr. Alfredo Palacios, que cuando yo era niño ya hablaba de la revolución”.

Sin embargo el encuentro se habría gestado en dos supuestas comunicaciones telefónicas no oficiales entre Frondizi y Kennedy entre 6 y el 15 de Agosto, acerca de las cuales Fidel Castro estaba al corriente.

El vicealmirante Fernando García, jefe de la custodia de Frondizi, fue convocado por el presidente el 17 de agosto por la noche, quien sin dar mucho detalle le pide que prepare para primera hora de la mañana dos autos con sus dos mejores hombres y un equipo de guardia (la Armada era la responsable de la protección presidencial).

La mañana del 18 a la hora acordada se presentaron los tenientes Emilio Felipich y Fernando García Parra en el despacho presidencial y recibieron instrucciones “cerradas” del propio Frondizi: “…lleven dos autos, personal armado y traigan a ese señor directamente a la residencia de Olivos. No se desvíen del rumbo, ni dejen que ese hombre se baje en ninguna parte. Yo debo responder personalmente por la vida de ese caballero.”

A las diez de la mañana partieron rumbo al aeropuerto de Don Torcuato dos Peugeot 403 negros. En ellos se repartían un conductor, un “artillero” y uno de los tenientes. Supuestamente van en busca de una sola persona, volverán “apretados” con tres.

Existen distintos relatos acerca de la cara de sorpresa de los tenientes cuando vieron bajar del taxi aéreo Bonanza (que prestaba el servicio en un modesto Piper matriculado CK-AKP) piloteado por Tomás Cantori, al Che en su traje verde oliva. Pero en realidad a menos que hicieran “una actuación” ambos pertenecían al servicio de inteligencia naval (SIN) y sabían que había una buena probabilidad que en el avión estuviera Guevara. Hasta tal punto se manejaba esta hipótesis en los altos mandos navales que inclusive se discutió la posibilidad de un atentado hasta que “alguien” avisó que el “encuentro” estaba bajo la seguridad de la Embajada de EEUU.

El viaje se inició en silencio en el auto que transportaba a Guevara, hasta que al pasar frente a una cancha de rugby preguntó cómo andaba el SIC (San Isidro Club), un deporte demasiado elitista para la época y ninguno de los ocupantes le pudo contestar. Entonces pasó al fútbol y preguntó por Rosario Central, el club de sus amores. Allí la charla se hizo más fluida, casi amable.

Pasada las 11 de la mañana, Frondizi recibió a Guevara en la galería y dejó establecido que la reunión sería sin testigos.

¿Qué se puede reconstruir con algún grado de certeza?

Sólo lo que los dos contaron en algún momento. Que tomaron café, que hablaron cerca de una hora y media, que Frondizi dijo de Guevara que era una persona honesta e íntegra pero totalmente equivocada y Guevara de Frondizi que era un burgués lúcido. Declaraciones de ocasión.

Algo se discutió en esa reunión en que la Kennedy no fue ajeno ni tampoco Castro, pero posiblemente “las cartas ya estaban echadas” y todo no fue más que un cúmulo de voluntarismo y curiosidad recíproca.

Frondizi se excusó aludiendo a una reunión en Casa Rosada y se fue justo en el momento en que su esposa, Elena Faggionato y su hija Elenita, fueron al encuentro del comandante y lo invitaron a comer un “churrasco jugoso”. Se sumaron Carretoni, Aja Castro y los dos tenientes,

El almuerzo transcurrió con anécdotas personales, fútbol y algo de rugby y quienes participaron manifestaron que se llegó a un clima de mucha cordialidad. Tanto se relajaron que le tuvieron que avisar al Che que no haría a tiempo de pasar por lo de su tía si no apuraban el regreso, permiso que le había otorgado el Presidente en virtud del cáncer terminal que la aquejaba.

La Señora en cuestión era María Luisa Guevara de Martínez Castro, a quien Ernesto quería entrañablemente porque estaba unida, precisamente, a su primera juventud y al rugby ya que su esposo había sido durante muchos años presidente de San Isidro Club.

Tras una visita muy breve llegaron al aeropuerto y después de estrechar fuertemente las manos a los dos tenientes, volvió a Punta del Este para viajar al día siguiente a Brasil.

Ese año Kennedy y Frondizi tendrían dos reuniones, en septiembre en Nueva York y en Diciembre en Palm Beach, Florida. Tres meses después de ese último encuentro Frondizi fue derrocado por un golpe de estado (en marzo de 1962. Ya Cuba se había declarado socialista y aliada de la URSS. Siete meses después (del 16 al 28 de octubre) el mundo quedaba al borde de una guerra nuclear entre EEUU y la URSS como consecuencia del intento de emplazamiento de misiles rusos en Cuba, en lo que se conoció precisamente como “la crisis de los misiles”.

Apenas un año después en Dallas, Texas, Kennedy fue asesinado. Finalmente, en Marzo del 67 empiezan las operaciones guerrilleras del Che en Bolivia en las que, finalmente, resultaría muerto.

Mientras tanto los Beatles grababan entre 29 y 30 de Marzo de 1967 en EMI Studios, Londres “With A Little Help From My Friends”.

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