Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar

Súper pozo para el Cartonazo de $4.000.000: pedí este viernes la tarjeta gratis con EL DIA

Toda la semana |LA MENTE NO PARA

Rumiadores: ¡No puedo sacármelo de la cabeza!

Nunca dejamos de pensar, es imposible. El problema ocurre cuando un tema se instala repetitivamente y genera malestar emocional y físico

Rumiadores: ¡No puedo sacármelo de la cabeza!

Dar siempre vueltas al mismo tema suele ser muy perjudicial / Freepik

11 de Abril de 2021 | 09:10
Edición impresa

Nuestra mente siempre está pensando, nunca deja de estar en actividad, tiene la capacidad de ser consciente de diversos procesos y más allá de todas las disputas científicas de donde se encuentra alojada, sabemos al menos hoy que podemos ubicarla en gran parte en nuestro cerebro.

Mientras este se encuentre sano nunca deja de estar en actividad, nuestra mente siempre pensando.

A veces somos muy conscientes de nuestros pensamientos ya sea porque estamos razonando o tenemos la intención voluntaria de dirigir nuestra atención a ellos, a veces incluso se piensa que es posible “no pensar” y se cree erróneamente que por ejemplo cuando las personas meditan no están pensando en nada o ponen la mente en blanco, cuando en realidad están simplemente pensando en el presente o redirigiendo la atención no a los propios pensamientos a otra acción como por ejemplo respirar.

No podemos no pensar, de hecho no tuvimos ni siquiera que aprender a comenzar a hacerlo ya que nacimos genéticamente preparados para esa función, sin embargo ¿puede ser que a veces no lo hagamos bien?

“POR MÁS QUE LO PIENSE SIEMPRE ESTOY EN EL MISMO LUGAR”

“Muchas veces tenemos pensamientos que se nos imponen de manera intrusiva, generalmente aquellos cargados de emociones y que difícilmente podemos evitar controlar e incluso frenar y así es como el pensar, muchas veces se nos vuelve un problema”, explica la licenciada Melisa Mirabet, psicóloga clínica (MN 65.390), directora de SEPSIAT.

“Le di ya mil vueltas y no logro resolverlo” expresión frecuente que encontramos cuando el pensar puede volverse problemático ya sea por el contenido, la intensidad o la duración que me conlleva una idea.

“Cuando el pensamiento se vuelve en una reflexión obsesiva, es decir que se concentra en repeticiones sobre un problema, sus posibles causas, sus consecuencias, pero no se abordan soluciones lo llamamos rumiación”, indica la especialista.

El pensamiento rumiante puede ser considerado un estilo de respuesta ante el malestar, ya que tenemos la creencia de que si pensamos en ello podremos solucionarlo, sin embargo no nos damos cuenta de que nos termina conduciendo a un malestar mayor.

No podemos no pensar, de hecho no tuvimos ni siquiera que aprender a hacerlo

 

“Podemos describir a la rumiación, como una larga cadena de pensamientos repetitivos, cíclicos, auto focalizados, que tienen como consecuencia que la experiencia emocional displacentera, sobre todo angustia y ansiedad, se mantengan o se exacerbe”, cuenta Mirabet que brinda algunos consejos.

Cuando reconocemos que no podemos gestionar el curso, contenido e intensidad de pensamiento y tomamos conciencia de que pensar en algo (o alguien) comienza a lastimarnos es importante poder incorporar algunas estrategias que nos ayuden a poner un freno a la mente:

Aceptar lo que pensamos y ser compasivos con nosotros mismos: rumiar un pensamiento doloroso puede sostener o aumentar una emoción displacentera, es decir que si pienso en algo triste ¡probablemente esté más triste!, pero si además de pensar en algo que me entristece me enojo por hacerlo, termino ampliando el malestar y dándole mayor entidad. Por eso si se identifica que ya se ha dedicado bastante tiempo a un pensamiento y por eso no nos sentimos bien, en primer lugar sería conveniente no enojarnos con nosotros mismos y aceptar la situación sin juzgarnos, para que de este modo en lugar de fastidiarnos y expresar ¿porqué pienso tanto en esto?, podamos proponernos hacer algo distinto.

¡Sacarlo de la cabeza!: como herramienta terapéutica, la escritura es una excelente opción para “sacar” eso que lleva tanto tiempo en nuestra mente, nos permitirá ponerlo en perspectiva. Por esa razón, proponernos escribir tres o cinco de esas ideas que llevan tiempo en los pensamientos darnos un descanso y quizás tomar distancia para poder verlo con mayor claridad.

Concentrarse en algo que sí se pueda controlar: si se lleva mucho tiempo retroalimentado una cognición, quizás es hora de pasar a la acción. Poder redirigir la atención a una actividad placentera, hará que nos desconectemos por un momento de aquello que pensamos para simplemente centrarnos en otra cosa y así la emoción asociada a aquello que se le daba vueltas, quizá logre disminuir.

Tener pensamientos repetitivos, cíclicos y auto focalizados puede generarnos mucho malestar

 

Incorporar estas sugerencias en el día a día puede hacer que de forma paulatina uno pueda aprender a gestionar los pensamientos y sobre todo, aprenda a conectarse con la mente de forma tal que los propios pensamientos no nos jueguen una mala pasada.

DE LA MENTE AL CUERPO

Mente y cuerpo se afectan mutuamente. Pensar constantemente en una situación que nos causó rabia produce en nuestro cuerpo un efecto bioquímico; aumenta nuestra adrenalina y revivimos las sensaciones una y otra vez. Cuando recreamos en nuestra mente situaciones de tristeza, tenemos una baja de energía y sentimos poca motivación para hacer cosas. Si pensamos en algo que nos ocasiona temor o que alguna cosa nos va a salir mal nuestro cuerpo puede paralizarse. Es importante ser consciente de nuestros pensamientos y prestar atención sobre cómo afectan nuestro cuerpo.

Nuestra mente es poderosa y hace fielmente aquello que le indicamos, es obediente, ágil, rápida y tiene una excelente memoria. Es tan así, que puede llegar a producir efectos en el organismo con sólo imaginar o pensar en algo que podamos hacer.

Cada vez hay más avances en la comprensión de cómo el cerebro dirige el sistema inmunológico. El estrés y las respuestas emocionales pueden cambiar los niveles de químicos en la sangre que afectan al funcionamiento del sistema inmunológico. Además, se ha comprobado que nuestras células inmunes también responden directamente a las mismas sustancias químicas de nuestras células cerebrales y nerviosas para comunicarse entre sí.

Así, nuestro sistema nervioso autónomo y nuestro sistema inmune pueden estar influidos tanto por las representaciones mentales y las expectativas generadas desde el interior de nuestro sistema nervioso central, como por los estímulos del mundo exterior.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Básico Promocional

$120/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $2250

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme

Full Promocional

$160/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $3450

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme
Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$120.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $2250.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla