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Revista Domingo |HUELLAS PSICOLÓGICAS

Tendencias: las secuelas emocionales del Covid, la otra “marca” que deja la pandemia

Ansiedad, alteraciones del humor, angustia, estrés o insomnio, son algunos de los síntomas no siempre advertidos que también está dejando el virus en la sociedad

Tendencias: las secuelas emocionales del Covid, la otra “marca” que deja la pandemia

Los trastornos del sueño son algunas de las consecuencias del coronavirus y la pandemia

9 de Mayo de 2021 | 08:25
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El Covid viene demostrando, hasta el momento, aristas que desconciertan a científicos e investigadores con los daños que provoca en distintas partes del organismo y que se manifiestan en diferentes síntomas, visibles y apreciables. Pero hay otros, más difusos y tan importantes como los anteriores, que repercuten en la vida cotidiana, en el presente y a futuro: los que deja en el aspecto psíquico.

Por lo pronto, el mayor estudio realizado hasta ahora con pacientes recuperados de Covid-19, mostró que una de cada tres personas que superan la infección por coronavirus tienen al menos un diagnóstico por problemas neurológicos o psiquiátricos en los seis meses posteriores a la enfermedad, entre ellos ansiedad (17%) y alteraciones del humor (14%), los diagnósticos más frecuentes.

De acuerdo al estudio publicado en la revista científica especializada “The Lancet Psychiatry”, la incidencia de problemas neurológicos como las hemorragias cerebrales (0,6%), accidentes vasculares cerebrales (2,1%) y demencia (0,7%), son globalmente inferiores, pero el riesgo es en general más alto entre pacientes que estuvieron enfermos de Covid-19.

Las patologías psicológicas pueden perdurar más que el virus

“Muchos de estos problemas pueden ser crónicos -sostiene Paul Harrison, de la Universidad de Oxford en el Reino Unido – y el efecto puede ser considerable para los sistemas de salud debido a la amplitud de la pandemia”.

Por otra parte, al analizar los expedientes de salud electrónicos de 236.379 pacientes afectados por coronavirus, los investigadores detectaron que el 34% tuvo un diagnóstico de enfermedad neurológica o psiquiátrica en los seis meses siguientes a la infección, y para el 13% de esas personas se trataba del primer diagnóstico neurológico o psiquiátrico.

También, compararon con las secuelas psicológicas de otras enfermedades, y concluyeron que los riesgos de diagnósticos psiquiátricos son en general un 44% más alto tras la enfermedad que después de, por ejemplo, una gripe, y un 16% mayor que después de una infección de las vías respiratorias no causadas por Covid.

“Los gobiernos a menudo pasan por alto los efectos de las medidas de cuarentena”

Vincent Louvain,
sociólogo

 

“Desgraciadamente – destacó el doctor Jonathan Rogers, de la Universidad de Londres (UCL) - muchos problemas identificados en este estudio tienen tendencia a hacerse crónicos o recurrentes, por lo que podemos anticipar que el impacto del Covid-19 podría perdurar durante muchos años”.

En este marco, el sociólogo belga especializado en crisis sanitarias, Vincent Louvain, señala que “los gobiernos a menudo pasan por alto los efectos de las medidas de cuarentena en sus esfuerzos por contener la propagación del virus, y actualmente están poniendo su energía en manejar la epidemia, pero como resultado de esto, otros riesgos son olvidados, como que grandes porciones de la población son vulnerables desde el punto de vista psicológico y necesitan ayuda médica, por lo que la situación podría deteriorarse en materia de salud mental”.

EN NUESTRO PAÍS

Estos datos se corresponden también con casos advertidos en nuestro país, donde un relevamiento de la facultad de Psicología de la UBA estableció que siete de cada diez personas experimentaron algún malestar psicológico, como ansiedad, desánimo o insomnio durante la pandemia, aunque solo entre un 5 y un 8% recurre a un profesional.

“Muchos de estos problemas pueden ser crónicos y se los considera en el sistema de salud”

Paul Harrison,
investigador

 

El relevamiento se compuso de dos muestras censales tomadas a 2.631 personas en distintos períodos de tiempo desde el inicio de la pandemia, y el fin del estudio consistió en comparar el estado psicológico de la población entre ambas fechas, y se advirtió que dentro de los que recurren a la medicación para atenuar su malestar psicológico hubo incrementos de entre el 54,38% y el 72,30 por ciento.

También, las alteraciones del sueño fueron medidas entre los dos grupos censales, y la encuesta concluyó que en promedio el 75% de los participantes presentaban alteraciones, lo cual “es uno de los síntomas más frecuentes tanto en los trastornos de ansiedad como en la depresión, mientras que la disminución de la actividad física y la menor exposición a la luz solar en las grandes urbes alteran los ciclos del sueño”.

En el primer grupo se demostró que el dormir mas horas de lo habitual es la alteración más frecuente, mientras que en el segundo grupo el insomnio fue el más habitual.

“Las conductas saludables permiten una mayor tolerancia del malestar psicológico”

 

“Dormir más de lo habitual es considerado un síntoma depresivo atípico que suele acompañarse de falta de interés por el mundo externo y baja autoestima. La huida al mundo del sueño parece ser un recurso frente a la frustración de la vida en pandemia”, precisó el estudio en sus conclusiones, mientras que respecto al insomnio señaló que “es la típica alteración del sueño en los trastornos depresivos y también puede estar asociado a preocupaciones acerca del curso de los eventos, la repercusión financiera, el desorden en los horarios, la dieta, siestas e innumerables factores alterados por este cambio en los hábitos y rutinas de las personas”.

En tanto, más de la mitad de la población relevada manifestó no realizar ninguna de las actividades que se consideran saludables para la psiquis, como la actividad física, meditación, práctica religiosa o yoga.

Los profesionales encargados del relevamiento concluyeron a su vez que “las conductas saludables permiten una mayor tolerancia, amortiguando el impacto del malestar psicológico”.

Para los profesionales, el estudio demostró la relevancia de los factores psicológicos, y que en el cuidado de la salud se debe incluir el impacto psicológico de las personas, al tiempo que se advirtió que “el incremento del malestar psicológico puede a su vez aumentar el consumo de alcohol u otras conductas de riesgo para sí o para terceros”.

LOS SÍNTOMAS ANSIOSOS

El neurólogo Facundo Manes sostiene que “al principio de la pandemia, hubo un súbito incremento de síntomas ansiosos, pero con el tiempo, fueron prevaleciendo los síntomas de angustia y depresión. Estamos todos agotados porque hace meses que hacemos cosas que antes no hacíamos, como no poder saludar, relacionarnos. Frenar los abrazos y tener otros hábitos a los que no estábamos acostumbrados también nos agota. Por eso, la angustia y la ansiedad no se correlacionan con los lugares donde hay mayor cantidad de virus, sino porque influyen otros factores como la cuestión laboral, familiar y económica”.

También, acerca de la presencia de factores como la angustia y la depresión, Santiago Levin, presidente de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA), destacó que “la enfermedad causada por la Covid-19, más la terapia intensiva a la que se llega en algunos casos para tratarla, son vivencias muy angustiantes que dejan una huella psíquica en quienes la padecieron, cuya elaboración individual y grupal depende de cómo actuemos en sociedad”.

Por su parte, la psicóloga y especialista en salud pública Alicia Stolkiner, señala que “por proximidad o distancia, la pandemia nos hizo revisar todos los vínculos, porque frente a la pandemia aparecen respuestas diversas. Hay diferencia entre temor, miedo y pánico, pero también hay quienes siguen viviendo como si no ocurriera, como mecanismo de defensa, y quienes naturalizan lo que sucede organizando una cotidianeidad que incluye ese atípico”.

Por otra parte, un sector también involucrado en los riesgos psicológicos que puede dejar la pandemia, es el de los más chicos, y sobre esto Stokiner

reflexionó que “esta generación va a quedar marcada con esto, pero no estaría pensando todo el tiempo en secuelas y enfermedades. La generación posguerra fue muy innovadora. Lo traumático puede ser una marca, pero necesitan que los adultos mantengan la serenidad y capacidad de respuestas frente a ellos”.

En otro orden, los especialistas en salud mental señalan también que algunas personas “pueden persistir en el tiempo con síntomas de ansiedad, miedo, angustia, depresión e insomnio, y también pueden aparecer síntomas somáticos como consecuencia de la situación de estrés prolongado, como síndrome de intestino irritable, enfermedades cardiovasculares, alopecia y otras enfermedades de la piel, aumento de alergias o enfermedades autoinmunes, entre otras”.

Otro aspecto en el que hacen hincapié los especialistas, es en advertir sobre lo dificultoso que representa procesar la pérdida de un ser querido “ante la imposibilidad de haberlo podido ver, lo que produce una negación de la pérdida que vuelve a este proceso doloroso que incluso puede producir resistencias”.

“Pueden aparecer síntomas somáticos como consecuencia de la situación de estrés prolongado”

 

En este sentido, la psicóloga platense Rosana Grisolía reflexiona que “todo este tiempo de pandemia por coronavirus conllevó la posibilidad de pérdidas y determinó pérdidas en sí. Hubo quienes atravesaron procesos de duelo ante el fallecimiento de seres queridos. Pero sin la crudeza que implica ese tránsito, otras faltas fueron experimentadas, tanto en lo laboral como en la expresión física del afecto, en la posibilidad del encuentro, lo que puede repercutir en el estado emocional de muchas personas. En lo que llevamos de pandemia, la atención estuvo puesta en la presencia del peligro, y en el posicionamiento de cada sujeto frente a él, a partir de los recursos psíquicos con que contaba, o bien, en una puesta en evidencia de las carencias para enfrentarlo”.

 

34%
DE 236.379 PACIENTES afectados por coronavirus, los investigadores detectaron que el 34% tuvo un diagnóstico de enfermedad neurológica o psiquiátrica en los seis meses siguientes a la infección
13%
PARA EL 13% de esas personas se trataba del primer diagnóstico neurológico o psiquiátrico

 

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