Los candidatos pelean voto a voto el ballotage en Perú

LIMA

El candidato izquierdista Pedro Castillo pasó ayer a encabezar el conteo del ballotage en Perú con 50,2 por ciento de los votos sobre 49,7 por ciento de su rival derechista Keiko Fujimori, quien denunció fraude, tras el 95 por ciento del escrutinio, en un proceso con final abierto. La diferencia es de unos 87 mil votos.

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El maestro de escuela rural, de 51 años, tomó la delantera pero seguía la lucha codo a codo con la hija del expresidente Alberto Fujimori, de 46 años, según los cómputos de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE).

La ventaja de Keiko Fujimori se redujo a medida que se contaban las actas de mesas de las zonas rurales y selváticas. También puede ser clave el voto en el exterior, con un millón de electores, y que puede tardar hasta 15 días en procesarse.

“Los resultados que tenemos hasta el momento son un alerta, un claro y firme llamado a la reconciliación y a la unidad nacional”, destacó el presidente interino Francisco Sagasti en su primera reacción tras la votación.

En tanto, Fujimori denunció un “fraude sistemático” que le “preocupa” en el ballotage presidencial, al señalar una serie de presuntas irregularidades que atribuye al partido Perú Libre de su rival Castillo. En una rueda de prensa, Fujimori pidió a los ciudadanos que denuncien los casos de fraude que conozcan.

Más temprano, Castillo había dicho que “solamente el pueblo va a salvar al pueblo”, al pedir mesura a sus seguidores en su reducto de Tacabamba, en el departamento de Cajamarca, más de 900 km al norte de Lima, adonde viajó para esperar el resultado final.

Fujimori, cabe recordar, había afirmado el domingo que iba a respetar el resultado. Entre quienes la apoyan, hubo llamados a la calma.

“Serenidad. Falta procesar muchas actas en provincias [...] donde @KeikoFujimori recortará diferencia dentro del territorio nacional, y luego faltan USA, Europa, Chile, etc., donde ella triunfará con amplio margen”, tuiteó Álvaro Vargas Llosa, hijo del Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa.

CONTRASTES

Los nervios en los mercados (ver aparte) contrastaban con las expresiones de alegría en el bastión de Castillo, el pueblo de Tacabamba, donde unas 400 personas desfilaron por las calles con lápices gigantes -símbolo de campaña del maestro- y banderas, confiados en que su paisano será presidente.

En este marco, no se descartan impugnaciones de votos, lo que retrasaría la definición en caso de una estrecha diferencia al menos una semana.

Una misión de observación electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA) está en Perú vigilando los comicios, al mando de Rubén Ramírez, excanciller de Paraguay, y ha respaldado hasta ahora la labor de las autoridades electorales peruanas.

Fujimori, casada y con dos hijas, puede terminar siendo la primera presidenta de Perú, meta para la que ha trabajado 15 años desde que asumió la tarea de reconstruir casi desde las cenizas el movimiento político derechista fundado por su padre en 1990.

Pero perder el ballotage no solo le implicaría su tercera derrota en las urnas, sino que tendrá que ir a juicio con riesgo de terminar en la cárcel.

Fujimori está bajo la lupa de la fiscalía por el caso de los aportes ilegales del gigante brasileño de la construcción Odebrecht, un escándalo que salpicó además a cuatro expresidentes peruanos. Ya estuvo 16 meses en prisión preventiva por esta causa.

En la otra mano está Castillo, que salió del anonimato hace cuatro años al liderar una huelga de maestros y que, de vencer, sería el primer mandatario peruano sin lazos con las élites política, económica y cultural.

Castillo “sería el primer presidente pobre del Perú”, definió el analista Hugo Otero.

El nuevo presidente asumirá el 28 de julio el poder de un país que ha tenido cuatro mandatarios desde 2018 y que registra la mayor tasa de mortalidad del mundo por la pandemia, con más de 185.000 muertos en una población de 33 millones de habitantes.

ALGUNAS CONCLUSIONES

Más allá del ganador, la radiografía que el voto deja de Perú y sus problemas es clara, según expertos. Un abismo separa los grandes centros urbanos en la costa del Pacifico del resto del país.

Lima, el Callao y las regiones de La Libertad, Lambayeque, Tumbes y Piura, así como Ica, en menor medida, han votado ampliamente por Fujimori y sus propuestas de continuismo económico neoliberal.

Son zonas que han aprovechado las políticas económicas de los últimos 30 años, que concentran los flujos comerciales y la inversión agroindustrial, tienen mejores vías de comunicación y están más densamente pobladas.

Son también zonas con mayor población de origen europeo o mestiza y donde la violencia política de los años 80 y 90 del siglo pasado fue menor.

Del otro lado está el interior, particularmente las regiones altoandinas del sur, con una población mayoritaria de pueblos originarios, que fue devastada durante el terrorismo, que atesora ingentes recursos mineros y energéticos pero a las que el desarrollo económico dejó de lado.

El voto por Castillo allí fue abrumador: Puno (89 por ciento), Cuzco (82,9 por ciento), Apurímac (81 por ciento) y Ayacucho (81 por ciento).

Asimismo, entre otras conclusiones que deja la elección, el “antifujimorismo” se posiciona como la expresión política más consistente y extendida de Perú. En tanto, quedó demostrada la solidez del sistema electoral, y también parece claro que quien salga elegido lo hará con una legitimidad endeble y estará forzado a tender puentes tras una campaña muy polarizada que dejó al país partido en dos. (AFP, EFE y AP)