Leo tuvo su día más feliz y no pudo contener las lágrimas

Antes del partido, el Monumental ya era una fiesta. La entrada en calor, con los protagonistas dentro de un campo de juego en perfectas condiciones, otorgaba la postal que Messi buscaba desde hacía mucho tiempo: felicidad plena por la obtención de un título con la Albiceleste y la chance de que el hincha fuera parte del ritual.

Ante esto, al capitán se lo vio feliz como pocas veces, sonriendo en todo momento y respondiendo a las constantes ovaciones, a la espera de que el peruano Kevin Ortega le diera luz verde para hacer lo que mejor hace, jugar a la pelota.

Cerca de las 20:30, el partido inició con una Selección que se hizo protagonista desde el primer instante, con el rosarino importantísimo para la conducción y Ángel Di María, otro de los ovacionados (al fin), desequilibrando desde el sector derecho.

A los 10´, el “Leo, Leo”, orquestado y preparado que bajó de las tribunas, significó la antesala de lo que sucedería tres minutos más tarde, cuando el ahora jugador del PSG frotó, una vez más, la lámpara.

“Esperé mucho tiempo esto. Lo soñé mucho. Es un momento único por cómo y dónde se dio”

Lionel Messi,
emocionado hasta las lágrimas después del partido.

En una baldosa, el capitán de la Selección recibió en la medialuna del área, le metió un tremendo caño a Haquín, a quien se sacó de encima en una milésima de segundo, y abrió la pierna izquierda para batir a Lampe, a su palo derecho. Imposible. Demasiado Messi. Demasiado talento. Demasiada velocidad. Y demasiada precisión.

Lógicamente, el festejo estuvo acompañado de una nueva ovación, con Messi corriendo hacia la tribuna mientras acariciaba el parche en la camiseta que lo distinguió como Campeón de América.

Tras ese tanto, el primer tiempo siguió su curso normal, con más muestras de cariño para un capitán que tuvo su noche soñada.

DOS GRITOS MÁS PARA BATIR A PELÉ

Fiel a su ADN competitivo, y dentro de un partido que podría haberse complicado por algunos errores en la salida local, Messi fue por más.

A los 19´, con una Selección que buscaba pero que no podía quebrar a la débil Bolivia, construyó una gran doble pared con Martínez. Ambos ingresaron al área por la izquierda y el rosarino, siempre con un tiempo más que el resto de los mortales, hizo pasar a su defensa, enganchó para su pierna menos hábil y definió ante un derrotado Lampe. Otro gol. Otra interminable ovación. Y una nueva sonrisa en quien tanto la buscó y en quienes fueron testigos de su justa felicidad. Poco le importó a Messi que ese grito, el segundo suyo de ayer por la noche, lo pusiera por encima de Pelé en la tabla histórica de goleadores sudamericanos, con 78 por sobre los 77 de “O Rei”. Tan poco le importó, que cerca del final, con Argentina volcada en ataque, metió otro más, para llegar a los 79 y generar el delirio total de los privilegiados en el Monumental.

“ESPERÉ MUCHO TIEMPO ESTO”

Tras el pitazo final, Messi intentó dialogar con la prensa, pero su emoción lo superó. “Tenía mucha ansiedad. Muchas ganas de disfrutarlo”, comenzó. “Esperé mucho tiempo esto. Ganamos el partido, que es lo importante y ahora a disfrutar”, dijo antes de que las lágrimas lo invadieran. “Hace mucho lo soñé y gracias a Dios se me dio. Es un momento único por cómo y dónde se dio”, alcanzó a decir.

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