Todo empezó a los 4 años en un kart

La de Max Verstappen no es una historia más en el automovilismo mundial y particularmente en la Fórmula 1 que acaba de consagrarlo como campeón de la temporada 2022, cuatro carreras antes del final del calendario. Se subió a un karting con sólo 4 años, debió soportar en sus inicios la conducción implacable de su padre -expiloto de “la máxima”-, fue el campeón más joven de la historia y es pareja de Kelly Piquet, hija del brasileño que lograra tres veces el máximo halago durante su exitosa trayectoria.

Japón consagró al neerlandés que tuvo una temporada fantástica dominando a voluntad el certamen desde lo más alto de las posiciones con un medio un medio mecánico muy sólido en todos los trazados y un equipo -Red Bull- sin fisuras.

Los archivos destacan con elocuencia el arrollador comienzo de Max en la F1. Fue en 2015 con apenas 17 años y su ingreso al “gran circo” provocó una revolución en ese entonces. Arrancó con Toro Rosso (hoy Alpha Tauri), el equipo satélite de Red Bull.

Verstappen tuvo una temporada fantástica, que dominó a voluntad

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La llegada del joven Verstappen a la “Máxima” en 2015 fue una revolución por la contundencia evidenciada desde el vamos sumado a un estilo arrollador. Tanto talento le permitió ganar en España con sólo 18 años de edad, aprovechando un toque de los Mercedes de Lewis Hamilton y Nico Rosberg. Nunca nadie ha podido subir al principal escalón del podio con menos edad y ese éxito le aseguró su continuidad en la escudería mayor mezclándose desde el vamos en la lucha por los lugares de privilegio.

Los comienzos del nuevo campeón mundial merecen un párrafo aparte. Verstappen, con sólo cuatro años, se subió a un karting muy a pesar de la negativa de su padre Jos que pretendía esperar un tiempo más para que ello sucediera. Max se sacó el gusto cuando con su madre fue a una pista en la que un amigo de la familia había llevado un pequeño kart que atrapó desde el vamos al campeón. Desde aquel episodio en la pista de Genk hasta estos días el neerlandés jamás ha dejado de estar en contacto con la velocidad en alguna pista del mundo.

Todo se fue precipitando y pasó muy poco tiempo para que Max accediera a un kart de carrera tan limitado en sus características técnicas que perdía las piezas en plena carrera por lo precario de su construcción. No obstante ganó su primera carrera, contra niños tres y cuatro años mayores, siempre conducido por su padre que después de aquella victoria inicial decidió emigrar a la meca del karting, en Italia. A los nueve años, cada fin de semana, después del colegio, viajaban al país transalpino. Volvían por la madrugada el domingo. Entre semana entrenaban. El padre vivía entregado a la misión, hasta ejercía de mecánico de su hijo. Todo ello imponiendo una disciplina brutal.

Un año necesitó Verstappen para ganar el título de Kart. Los monoplazas lo esperaban pese a que sólo tenía 16 años. Estaba claro que el paso natural era la Fórmula Renault, el primer escalón en coches con alerones y aerodinámica. El padre contrató varios test privados para chequear el nivel de su hijo. El equipo Manor -luego en Fórmula 1- era de los mejores en Gran Bretaña. Fueron a Pembrey, en Gales. El primer día diluviaba. El padre no quería que el hijo saliera, pero el equipo le animó. “¿Es este su primer test de verdad?”, le preguntó Tony Shaw, el responsable del equipo. Años atrás había probado a un tal Lewis Hamilton. Tras algunos test en otros circuitos, su padre Jos y su manager, Raymond Vermeulen (a quien hoy puede verse en el paddock en el entorno de Max), decidieron que podía pasar directamente a la Fórmula 3.

De allí a la Fórmula 1 hubo un paso. Todo lo demás es reciente y forma parte de un presente extraordinario para el flamante Rey de la Fórmula 1. La “Máxima” tiene nuevo dueño.