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La Ciudad |MEJORES PROMEDIOS

Vocación por el estudio: qué piensan los estudiantes destacados de los colegios universitarios

Pasaron con creces por los colegios de la UNLP y ahora se preparan para afrontar el futuro que tienen por delante. Cuáles son las metas y objetivos de estos prometedores jóvenes

Vocación por el estudio: qué piensan los estudiantes destacados de los colegios universitarios

Tomás Ginnobili, Mora Luquet y Malena Uranga, en el dia contaron sus experiencias de alumnos destacados / Sebastián Casali

Camila Moreno

Camila Moreno
cmoreno@eldia.com

9 de Diciembre de 2022 | 04:05
Edición impresa

 

cmoreno@eldia.com

“La juventud está perdida” y “los jóvenes son el futuro”, son frases diametralmente opuestas pero que circulan como afirmaciones indiscutibles en la esfera adulta, la mayoría de las veces, sin tener en cuenta la opinión de los protagonistas.

Pero qué hay de verdad en estos dichos que se transmiten como verdades absolutas y que pueden influir de manera determinante en las decisiones de los jóvenes a los que se les cargan estas cruces contradictorias: no estar a la altura de lo que los adultos esperan y a la vez tener en sus manos las responsabilidad de cambiar el futuro.

Ante esto, la gran mayoría de los chicos tienen mucho para decir y hacer y así lo dejaron en claro un grupo de estudiantes de los colegios de la UNLP. Ellos se destacaron dentro de su promoción culminando su paso por la secundaria con los mejores promedios y están listos para demostrar que están más que preparados para salir al mundo y que ese futuro lejano que se les adjudica está a la vuelta de la esquina.

Estos jóvenes premiados por sus notas fueron Tomás Ginnobili quien egresó del Liceo Víctor Mercante con un promedio de 9,70; Malena Uranga del bachillerato de Bellas Artes que culminó en la orientación música con 9,66 y Camila Finke de la misma institución pero de la rama de artes audiovisuales que terminó con un 9,51; Lucila Andrada de la escuela Inchausti con 8,89; y Mora Luquet quien está transitando sus últimos días en el Colegio Nacional con un promedio de 9,66.

A pesar de lo imponente delos números, todos coincidieron en que no fue una búsqueda en sí sino que se trató de una recompensa que llegó sola por la dedicación que le pusieron a su paso por la escuela. Es que en su caso, Malena, aseguró que “siempre pensé al colegio como algo a disfrutar, no algo que me presione tanto. Pero si me gusta ser responsable, tener metas para mi misma y siempre fue eso dar lo mejor que yo pudiera dar en mi y el promedio vino como resultado de eso”.

En la misma línea Tomás sostuvo que “capaz que tengo facilidad para algunas cosas, pero el resto por sobretodo era dedicarme, ponerme y ver que me exigían. Fue una consecuencia más de mi personalidad de ser responsable con esos temas”.

 

“Quiero ser docente para poder retribuir en el ‘bachi’ lo que me dieron los profesores que tanto quiero

Camila Finke

 

El esfuerzo y la disciplina son los pilares que todos comparten para obtener estas notas que nunca fueron un fin en sí mismo. En su caso Camila expresó que “en ningún momento fue algo que busqué, simplemente comenzó a darse a medida que avanzaba en la secundaria que cada vez me gustaba mas estudiar y había aprendido la manera correcta de hacerlo”.

Tal fue así que Lucila reconoció que “si le hubiera puesto más las pilas hubiera sido mejor, no fue tanto estudio sino que aprovechaba las clases, prestaba mucha atención y ya me quedaba. Pero no fue algo que me propuse y la verdad es que cuando me lo dijeron me sorprendí”.

Mora mamó la dedicación al estudio desde pequeña ya que sus padres comenzaron a “estudiar una segunda carrera cuando eran grandes, no era algo que me tuvieran que decir pero estaba presente en mi casa todo el tiempo lo académico, entonces estudiaba y era muy responsable. Todo el tiempo estaba estudiando, ya en primaria había tenido un buen promedio”, sostuvo. Pero aclaró que todo le cerró cuando entendió que “no servía ver las cosas como un número, como algo para llegar a una nota sino que me servía más cuando lo pensaba como una forma de construir el punto de vista y empecé a incluir todo lo que fui aprendiendo en la forma de ver el mundo”.

LAS CARRERAS QUE ELIGIERON

Luego de la escuela las posibilidades parecen infinitas y las dudas suelen invadir, pero este no fue el caso de ellos que si bien tienen todo el futuro por delante ya cuentan con las metas bien establecidas.

Desde hace años Mora está segura que quiere ser física nuclear para así poder llegar a un objetivo mayor, “replantear el modelo científico nacional, pienso que la física es la disciplina indicada para eso”, manifestó la joven y añadió que “hace bastante tiempo lo sé, desde segundo año, así que tuve tiempo para pensarlo”.

En el caso de Malena su profesión estuvo marcada desde temprana edad, apenas tenía 3 años cuando comenzó un taller de música en el que entró en contacto con instrumentos por primera vez. A los 6 empezó clases de guitarra, a los 10 flauta traversa y a los 15 violín. Esta formación la complementó con lo aprendido en la escuela de Bellas Artes, lo que la llevó a optar por la carrera de composición musical. Todo esto ligado a su interés por la docencia ya que según afirmó “me gusta pensar la música desde la educación y si bien es un placer que todos disfrutamos, creo que atraviesa la vida de todos y uno puede reflexionar acerca de muchas cosas”.

Así como para ella la escuela fue determinante, en otros casos no. Lucila confió que al terminar “no sabía para donde arrancar”, y explicó que “la escuela es orientada al campo y yo sabía que no quería seguir por ese lado, sabía que no quería trabajar de eso. Quería algo nuevo”. Fue por eso que decidió hacerse un test vocacional que definió que su camino tenía que ver con la administración y la contabilidad y esto no estaba errado ya que “la parte económica siempre me gustó, nosotros teníamos negocio, de chiquita vendía productos, siempre me interesó esa parte”. Por lo que la elegida fue la carrera de contador público en la facultad de Economía de la UNLP.

 

“Siempre pensé al colegio como algo a disfrutar, no algo que me presione tanto”

 

“A mi siempre me gustaron las materias exactas, como matemática y física”, expresó por su parte Tomás, pero no solo por un placer a los gustos sino que “aplicadas a efectos prácticos, es decir que después se puedan usar en la realidad y hacer que trascienda algo que yo lo vea útil”. Eso fue lo que lo llevó a seguir ingeniería en telecomunicaciones.

Camila, la otra egresada del Bellas Artes se anotó en antropología “por todo lo que abarca en su disciplina, desde la rama social, la biológica e incluso la histórica”, dijo la joven que ya piensa en los pasos posteriores a la universidad, en los que se imagina dentro de un aula, desde el rol de docente y así “poder retribuir de cierta forma todo lo que me dieron en el ‘bachi’ los profesores que tanto quiero”.

Lucila Andrada junto a la bandera nacional en la fiesta de fin de año

LA PALABRA JUSTA ANTE LA DUDA

En su tránsito por la escuela consideran que cosecharon más cosas que buenas notas: una fundamental fueron los lazos sociales que los acompañaron durante tantos años. Allí los docentes ocuparon un lugar especial, no solo con sus enseñanzas sino también con la palabra y el consejo justo en momentos en los que necesitaron un empujón para terminar de tomar una decisión.

Es que son muchas las ideas que se cruzan cuando uno está por definir la carrera -que a priori- lo acompañará de por vida. Así le ocurrió a Malena, que como suele pasar en profesiones ligadas a lo artístico, el miedo a no saber si va a ser solvente económicamente es una nube que persigue incesantemente. Pero afortunadamente allí estuvo su profesora Patricia Vandar, quien además de transmitirle conocimientos musicales la ayudo a disipar estos temores. “Ella me hizo ver que uno lo puede disfrutar y vivir de eso al mismo tiempo y que no debería ponerme como una traba el hecho de ‘vivir de’ y pensar en qué es lo que me gusta a mi, el resto va a venir solo”, relató.

Otro eslabón importante en su formación escolar fue Paula Meza, a quien recuerda como una persona que “mostraba la música muy apasionadamente, como algo a disfrutar y disfrutar en conjunto. Lo que me llevó a interesarme por la música grupalmente”.

Además de ellas, otros profesores recordados en el bachillerato son los del equipo de exactas. Ya que “si bien todo el claustro docente es excelente, el departamento de exactas destaca para mi enormemente, son muy dedicados con sus estudiantes y siempre están queriendo sacar lo mejor de todos”, manifestó Camila.

Tal vez porque ninguno de estos jóvenes proviene de un sector social con necesidades básicas insastifechas, es central el factor económico o sea las posibilidades materiales que podrían lograr con el título universitario no fue el motivo real para elegir una carrera. La vocación y las contra dicciones propias de la adolescencia determinaron las decisiones. Y Mora lo sabe bien. “Siempre me interesó más lo social, toda mi familia estaba tirada para ese lado” dijo y expresó que a pesar de estar contenta por la formación recibida en el Nacional le hubiese gustado estudiar en el Bellas Artes ya que lo artístico ocupa un lugar especial en su vida. “Por eso sufrí tanto cuando me di cuenta que lo que quería estudiar era física, porque pensaba que no se podía unir las dos cosas y ahí entró Andrés Dragoski -profesor de historia- porque me hizo dar cuenta que en realidad la ciencia también se puede pensar como algo social”.

Él junto a la profesora de biología Carolina Rosemberg fueron dos patas esenciales, ya que contextualizaron a las ciencias de tal manera que logró dar el paso para anotarse en la universidad.

Si bien se puede pensar que las materias troncales son iguales en todas las instituciones, el enfoque de los docentes es clave y es por eso que Tomás de su paso por el Liceo recuerda con cariño a su profesora Patricia Bozzano. “Ella me ayudo a ver la matemática de otra forma, no como un acto mecánico sino como algo para razonar y seguir investigando”.

A pesar de siempre haber tenido predilección por las materias exactas también tuvo para él un lugar especial Silvia Carut, docente de literatura con la que “progresé mucho, no solo en lengua sino en términos de comprensión, de composición, de expresión, en la forma de ver el mundo y también de adquirir responsabilidad e interesarme más”.

Pero los docentes no son los únicos adultos que acompañan a los chicos día a día y ese fue el punto que Lucila quiso destacar. Carlos Egert, el cocinero del Inchausti uno de los preferidos de todos los estudiantes “por toda la voluntad que le pone a su trabajo y porque nos recibía siempre con una sonrisa y nos servía la comida que es tan rica”, señaló la joven que además remarcó el labor de las preceptoras que “siempre estuvieron ahí para apoyarnos cuando nos ocurría algo”.

LO QUE SE VIENE

Ahora tienen el objetivo puesto en la universidad pero su horizonte es mucho más amplio, tal es así que ya piensan en lo que harán cuando terminen. “Yo no quiero dejar de formarme, de aprender, principalmente eso. Me gusta mucho la investigación, supongo que voy a trabajar o meterme en ese ambiente, me encantaría visitar o estar un poco en el Balseiro en Bariloche, en donde hay cuatro carreras y una justo es la mía. Es un sueño”, anheló Tomás.

 

“La escuela además de la enseñanza académica nos dejó valores que nos sirven para la vida como el respeto y la educación

Lucila Andrada

 

Él no es el único que mira hacia el sur, Mora también comparte el mismo objetivo de algún día llegar al instituto rionegrino. Pero específicamente se imagina inmersa en el mundo académico, “no me veo por fuera de la universidad, me veo en una universidad discutiendo ideas” aseguró.

“Seguir haciendo música sin dudas, es lo que disfruto y me gusta” expresó Malena quien quiere “llevar la música a toda la gente, porque sé que es un poco complicado desde lo económico acceder a un instrumento y a la educación musical. Por fuera del ‘bachi’ o del conservatorio no hay muchas instituciones y llevar la música a la gente para que pueda aprender y disfrutar es algo que me encantaría”.

Tener un estudio de contabilidad es el objetivo principal de Lucila pero además estar cerca de su familia “mi papá se puso una fábrica así que también me gustaría trabajar con él, ayudarlo en su negocio”, sostuvo.

Por último Camila, con la antropología como bandera espera “recorrer diferentes lugares desde el trabajo arqueológico” pero luego volver, porque como ya adelantó sueña con “un día volver a las aulas pero como docente”.

Así con las ideas y las metas claras estos chicos aguardan tomar la posta de los adultos, a quienes sin pedirles permiso le demuestran que no son el futuro, que están junto a ellos para compartir este presente.

 

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