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Espectáculos |MANTO SAGRADO

El vestido de Marilyn: Kim Kardashian ¿desgarró el atuendo y ofendió a la historia?

Hace un mes, la famosa utilizó el mismo vestido con que la mítica actriz le cantó el feliz cumple a Kennedy. El debate continúa: más allá de los supuestos daños al atuendo, ¿la empresaria le faltó el respeto? ¿Vivimos una era donde todo se banaliza?

El vestido de Marilyn: Kim Kardashian ¿desgarró el atuendo y ofendió a la historia?

Marilyn con su vestido en la noche del feliz cumple

26 de Junio de 2022 | 06:00
Edición impresa

“A Marilyn la explotaron en vida y la explotan muerta”, lanzó un usuario en Twitter al ver a Kim Kardashian utilizando el icónico vestido en el que Marilyn Monroe le cantó el feliz cumpleaños al presidente John F. Kennedy en 1962, en la que fue una de sus últimas apariciones públicas.

Un momento de la historia convertido en una oportunidad de foto para Instagram en la siempre estrafalaria gala del Met, el Museo de Arte Metropolitano de Nueva York, que ya ha sido escenario de famosos vestidos con atuendos históricos. Pero lo de Kardashian, sin embargo, generó un debate particularmente álgido, por la significancia de Marilyn, del vestido y del momento; y mucho más caliente se volvió la discusión cuando, una semana después, Scott Fortner, un coleccionista fanático de Marilyn, afirmó que la empresaria había dañado “irreparablemente” el clásico atuendo.

Fortner comparó una imagen del original con fotos que tomó “un amigo” tras la gala del Met, donde parecían verse pequeños desgarros en la tela en el cierre de la espalda y varios cristales que faltaban o colgaban de un hilo en la parte posterior del vestido.

Tanto la franquicia dueña del vestido, Ripley’s, como la propia Kardashian, desmintieron daños al vestido, pero el primer punto del debate ya estaba planteado: “Ripley tenía la obligación de proteger y preservar esta pieza histórica y no lo hizo. Ahora está dañada sin posibilidad de reparación; probablemente la habría dañado cualquiera que la usara”, señaló Fortner.

El propio diseñador del vestido, Bob Mackie, afirmó tajantemente que Kardashian no debería haber usado su prenda, que nunca había sido utilizada luego de que Marilyn cantara el famoso “Happy birthday”: “Fue un grave error. Marilyn era una diosa, nadie toma fotografías así. Y el vestido fue hecho para ella, para nadie más”, afirmó el diseñador. Mackie se refería a la mística del vestido, pero al hacerlo dejaba en claro que el vestido fue hecho a medida, y ningún otro cuerpo podría usarlo. O, como dijo la conservadora de moda Sarah Scaturro, y como ya había dicho Fortner, “usar cualquier prenda histórica la daña”.

Un problema que subyace es la banalización de la moda como arte: el vestido de Marilyn no solo fue diseñado para ella especialmente por un artista como Mackie, para resaltar su magnetismo a partir de una serie de decisiones técnicas y estéticas, es decir, el vestido no solo es arte, sino que es arte encarnado, arte que vistió un cuerpo en un momento particular de la historia. Que esa parte de la historia haya sido reutilizado por Kardashian “no fue una buena idea, no fue ético”, afirmó la historiadora de moda Keren Ben-Horin. La prenda, para ella, es “irremplazable”, pertenece en un museo, y de hecho Ripley’s organiza habitualmente exposiciones del vestido. Y, en concordancia con Scaturro, señaló como cualquier uso deforma la tela, se transpira, se mancha de maquillaje, se estira.

No importaba, entonces, que para poder usar el vestido Kardashian haya bajado casi 10 kilos en tres semanas, una dieta que además la estrella de telerrealidad destacó de forma “problemática”, como explicó Nichola Ludlam-Raine, de la Asociación Británica de Nutrición. Ningún esfuerzo de Kardashian hubiera podido evitar “modificar” el vestido que solo había sido utilizado una vez en la historia, por Marilyn, ante Kennedy.

Pero además, ¿para qué? ¿Qué sentido tenía tomar una pieza que es parte del acervo cultural estadounidense y mundial para utilizarlo algunos minutos en una gala? En la gala del Met, el juego suele ser quién escandaliza más, quién atrae más flashes: ese juego lo sabe jugar Kardashian y consiguió el cometido, pero en el camino, necesariamente banalizó el atuendo, que pasó de ser historia hecha tela a ser un simple posteo de Instagram.

Kim con el vestido

La utilización del vestido lo vació de sentido. Marilyn, una mujer pobre, abusada y castigada que se convirtió en la estrella más fotogénica de la historia, vistió ese vestido para encandilar a Kennedy, que estaba por entonces casado y que nunca la reconocería como amante. Era a la vez una diva mundial y una mujer solitaria, abandonada, y meses más tarde sucumbiría ante una sobredosis. Para Kim Kardashian, fue solamente un vestido para llamar la atención: por más que dijera que “soy extremadamente respetuosa de lo que el vestido significa para la historia”, la maniobra de marketing implicaba simplemente ligar a Marilyn y a Kim, adherirse a la simbología de la estrella de cine.

“A Marilyn la explotaron en vida y la explotan muerta”

lanzó un usuario en Twitter

 

Es un síntoma de una era, de alguna manera: el siglo XXI hace rato que no consigue iconografía propia, que construye sus ficciones, sus debates ideológicos y también sus divas de forma subsidiaria del siglo XX. Kardashian quería ser “la nueva Marilyn”, sin comprender lo que implicó ser Marilyn, quedándose en el gesto vacío del vestido, de la misma forma que tenemos series ochentosas cuarenta años más tarde.

La polémica, con todos sus síntomas problemáticos, llegó replicada a nuestro país una semana después, resaltando quizás de forma más evidente la paradoja de esta retromanía, cuando Pampita también vistió un vestido solo por su valor instagrameable, sin noción de su historia o su importancia: la modelo fue a los Martín Fierro engalanada en el mismo vestido que llevó Norma Aleandro en la noche que “La historia oficial” ganó el Oscar a mejor película extranjera. La película cuenta la historia de una niña apropiada durante la última dictadura por un empresario, y cómo su mujer, interpretada por Aleandro, descubre la verdad. El marido de Pampita, Roberto García Moritán, votó en contra de repudiar el terrorismo de Estado en la Legislatura y defendió su postura con argumentos negacionistas.

 

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