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Séptimo Día |KOVADLOFF ADVIERTE UN “PROCESO DE DEGRADACIÓN”

Las palabras que nacen y mueren, las amenazadas por el silencio

El idioma siempre en formación, recibiendo el influjo de las voces populares y de las academias. El “eureka” que unió a Arquímedes y a Les Luthiers. Las experiencias de Julio Cortázar

Las palabras que nacen y mueren, las amenazadas por el silencio

“Los prosistas introducen toda clase de transgresiones que hacen palidecer a los gramáticos y que luego son aceptadas y entran en los diccionarios”, dijo Julio Cortázar / Web

MARCELO ORTALE
Por MARCELO ORTALE

24 de Julio de 2022 | 03:42
Edición impresa

Hay palabras recién nacidas para los 600 millones de hispano hablantes y también hay palabras que declinan, que envejecen y se van del universo sin que casi nadie las despida, ni siquiera con un mínimo discurso. El idioma late en cualquier parte, no importa si mundana o académica, si popular o culta. El idioma es libre, crece, se desarrolla y contrae sin motivo. Pero también hay palabras clásicas, hechas de mármol, que jamás se extinguen porque definen temas esenciales del destino humano, como amor, vida, muerte, dolor, alegría, tristeza.

Cada palabra es un cruce de varios caminos, allí se anudan idiomas y culturas que le dieron origen, que traducen múltiples significados que tienen infinitas “particularidades”, para usar la palabra que empleaba aquel maestro del idioma que fue el platense Néstor Amílcar Cipriano, autor durante décadas de una sabia columna en este diario.

El idioma evoluciona y esa mutación, que es social, se imprime también como un color en la paleta de los escritores. “Yo ya no podía aceptar el diccionario, ni aceptar la gramática…El buen escritor es ese hombre que modifica parcialmente el lenguaje…Los prosistas introducen toda clase de transgresiones que hacen palidecer a los gramáticos y que luego son aceptadas y entran en los diccionarios”, dijo Julio Cortázar en una entrevista que le hizo el periodista español David González.

Parece apropiado intentar el abordaje de este tema con un escritor que, además, fue creador de palabras. Como se sabe, el autor de Rayuela dividió a la población en tres franjas socio-culturales, a las que bautizó con otros tantos términos que inventó –cronopios, famas y esperanzas-, cargados para él de significaciones íntimas que lograron universalizarse. En realidad, no los inventó: los extrajo de la temperatura de su época.

Y cómo no empezar con Cortázar si, además, compuso un texto testimonial en Rayuela, cuando un varón y una mujer se entreveran en un babélico encuentro, narrado con palabras fecundadas por una febril creatividad: “Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo”.

Real Academia Argentina de Letras / Web

En principio pareciera ser un habla errática y esculpida para egiptólogos, pero el significado es inequívoco. Nadie puede dudar de qué habla Cortázar: “Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé!...”

La expresión “evohé” es la que proferían mujeres romanas dedicadas a participar en las bacanales –eran las bacantes- para aclamar al dios Baco. Se encuentra, desde luego, extinguida en nuestro mundo digitalizado y duró algo menos que “eureka”, una expresión que solían decir algunos personajes de las historietas de hace medio siglo.

Eureka, palabra griega que significaba “lo he descubierto”, se le atribuyó al matemático Arquímedes, que así se expresó cuando celebró haber hallado la relación entre el volumen de un cuerpo sumergido y la fuerza de flotación que este experimenta.

Cuando la expresión “eureka” se encontraba a un paso del completo olvido, fue rescatada dos mil doscientos años después de Arquímedes por el inolvidable ingenio de “Les Luthiers”, que compusieron y cantaron esa canción también digna de memoria “La gallina dijo Eureka”. La voz singular y lúcida de Daniel Rabinovich, acompañado por el resto, sigue entonando para nosotros: “La gallina estaba clueca/ puso un huevo y dijo Eureka…”.

PALABRAS NUEVAS

Las nuevas palabras que llegan propuestas “se dejan dormir la puerta, hasta que se estabilizan”, porque “a veces las palabras se ponen de moda y desaparecen tan pronto como aparecen en el mercado de la lengua”, dijo en diciembre del año pasado, en una entrevista con el diario La Nación el director de la Real Academia Española (RAE), Santiago Muñoz Machado.

Cada palabra es un cruce de caminos, allí se anudan idiomas y culturas que le dieron origen

 

Las propuestas para consagrar palabras nuevas pueden llegar de cualquier usuario del idioma, de académicos y entidades de la lengua. “No hay que precipitarse”, es el consejo del presidente de la RAE. En diciembre de 2021 se hicieron más de 3.600 modificaciones en la última edición del Diccionario.

Hay cuatro “manantiales” que predominaron como productores principales de nuevas palabras. Uno de ellos está relacionado al proceso universal de la digitalización y el avance de las tecnologías. De allí, según ese trabajo, quedaron plasmadas en la edición 2020 las palabras bitcoin, bot, ciberacoso, ciberdelincuencia, criptomoneda, geolocalizar o webinario.

Otro es la gastronomía, a la que se le debe la introducción de palabras aceptadas como quinoa, sanjacobo (típico plato español, con fiambres), cachopo (plato asturiano) y el muy americano y conocido para nosotros “buseca” (guiso hecho a base de mondongo, que se come en la Argentina y Uruguay).

Otra fuente creadora de palabras nuevas fue la pandemia de Covid-19. La recolección de nuevos términos empezó en 2020 y desde el año pasado se incorporaron los términos cubrebocas (como sinónimo de mascarillas, para nosotros barbijos), hisopado o nasobuco, o formas complejas como burbuja social y nueva normalidad. También se han actualizado nuevos vocablos relacionados con el mundo de la sanidad, como vacunología.

El cuarto factor, no menos activo que los tres anteriores, que añade siempre nuevos términos a las ediciones de la RAE se relaciona con los temas de la sexualidad y del género. En el año anterior se incorporaron al listado académico palabras como poliamor, transgénero, cisgénero o pansexualidad.

“Las palabras. Un bien del que estamos hechos, hoy bajo amenaza”: el título de un artículo de Kovadloff / Web

LAS DOS MÁS USADAS

Se sabe que las acepciones y significados son los distintos sentidos en que se puede tomar una palabra. Y en el Diccionario, que las define, hay dos palabras récords –un verbo y un sustantivo- por la cantidad de ambas alternativas.

La que gana el torneo es la palabra “pasar”, con 64 acepciones simples. O sea, se la puede utilizar para hablar de 64 cuestiones distintas. Acá sólo se mencionan las diez primeras: llevar de un lugar a otro; mudar, trasladar a otro lugar; cruzar de una parte a otra; enviar, transmitir; ir más allá de un punto determinado; penetrar o traspasar; introducir o extraer fraudulentamente géneros prohibidos o que adeudan derechos; exceder, aventajar, superar; transferir o trasladar algo de una persona a otra; sufrir o tolerar.

En cuanto a cantidad de significados, la palabra “mano” tiene 371, además de acepciones simples, lo que la convierte en la palabra con más significados pero no en la palabra con más acepciones. Mencionarlos implicaría cubrir la página: parte del cuerpo humano; extremidad en algunos animales; en cuadrúpedos cualquiera de los pies delanteros; cada uno de los lados de un camino o de un río; manecilla del reloj; capa de pintura, yeso o cal que se da en una pared; vigésima parte de una resma de papel; número de personas unidas para un trabajo, etc.

PALABRAS QUE SE VAN

Hay palabras que se van, rescatadas en listas por especialistas. Entre ellas pueden mencionarse a las siguientes: adefesio, allende, cachivache, córcholis, correveidile, cuchipanda, fetén, floripondio, lechugino, magnetófono, paparrucha, picaflor (no por el ave, sino dedicado a un hombre enamoradizo), sílfide (por mujer delgada), tarambana…Se usaban y se están yendo.

Una fuente creadora de palabras nuevas fue la pandemia de Covid-19

 

Y hay palabras que suenan bien, que son eufónicas y que generan placer al ser pronunciadas. Se han hecho encuestas en distintos países hispano hablantes y, curiosamente, siempre aparecen las mismas en el podio: nostalgia, sosiego, amanecer, madrugada, felicidad, melancolía, campana, efímero, perenne, esplendor, misericordia, entre otras.

“Las palabras. Un bien del que estamos hechos, hoy en peligro”. Ese es el título de un artículo de Santiago Kovadloff. Allí advierte: “Nuestro país es uno de los que acusan con mayor dramatismo la devastación de los significados llevada a cabo por el uso perverso que de ellos ha hecho la política”.

“La lucha contra este proceso de degradación de las palabras corre por cuenta de una estricta educación cívica y de ella forma parte ese mismo periodismo libre expuesto a la saña de quienes, para prosperar, necesitan silenciarlo. En él, en ese periodismo, es posible encontrar un baluarte indispensable para restañar las heridas de las palabras, su menoscabo, esa violación de su función y de su sentido que no es otro que el de la verdad entendida como derecho a la disidencia”.

 

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