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La Ciudad |Los profesores dicen que es una “bomba de tiempo”

Cada vez más chicos “timbean” con el celular en las escuelas de La Plata

Comenzó con la pandemia y se disparó en el Mundial del año pasado. Juegan en casinos online o en sitios de apuestas deportivas, con las billeteras virtuales que les cargan los padres. Muchos adolescentes se convirtieron en “cajeros” de sus propios compañeros

Cada vez más chicos “timbean” con el celular en las escuelas de La Plata

Crece el fenómeno de las apuestas online entre muchos adolescentes / web

Alejandra Castillo

Alejandra Castillo
acastillo@eldia.com

26 de Noviembre de 2023 | 02:31
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Puede empezar porque lo hacen los amigos, porque un partido de fútbol mediocre se vuelve más atractivo o por la tentación de ganar plata con un par de clics y mucha suerte. Después de todo, todo está en el celular por el que pasa buena parte de la vida: la aplicación, la billetera virtual y los contactos. Lo grave es que la aplicación es un sitio de apuestas, que los usuarios de esas billeteras son menores de edad y que el juego se puede volver una adicción que pone en riesgo la salud física y mental de los chicos, por no hablar de los perjuicios económicos para muchas familias que se enteran del problema cuando las choca de frente.

Fueron los profesores y docentes quienes encendieron las primeras luces de alarma al ver cómo apostaban sus alumnos en clase y compartir experiencias entre ellos, lo que les permitió constatar que era un fenómeno muy común. Pero la cuestión fue escalando, a punto tal que muchos de esos adolescentes se volvieron “cajeros”, una suerte de “levantadores de quinielas digitales”, que reciben dinero de sus pares y lo destinan a los sitios de apuestas, a cambio de una comisión u otro acuerdo monetario.

“Esto está explotado”, reconoce Daniela Leiva Seisdedos, profesora de Historia y de Trabajo y Ciudadanía en dos importantes colegios de La Plata. Cuenta que empezó a notarlo “como algo incipiente después de la pandemia, sobre todo entre los más grandes. Volvió a crecer el año pasado con el Mundial y ahora lo veo de primero a sexto año”.

Daniela ha sido testigo de estos hábitos porque al permitir el uso del celular en el aula ve interactuar a los chicos con las pantallas. Fue notando así cambios de humor repentinos, algún que otro golpe contra el pupitre y estallidos de furia inexplicables, como el de aquel alumno “normalmente tranquilo”, que un buen día destrozó su teléfono contra el piso. “Me dijo ‘no pasa nada, profe’”, pero Leiva Seisdedos supo por sus compañeros que ese joven de 18 años había perdido una suma importante por una apuesta deportiva y que no tenía de dónde sacar el dinero. Ella pensó “serán 1.000 pesos”. Eran 40 mil. Y no son pocos, dice, los que se juegan las becas en casinos online (con blackjack, ruleta, poker y bingo, entre muchas otras cosas) o en apuestas por cualquier cosa: la cantidad de corners que hará un equipo en el primer tiempo, el resultado de un partido de la liga de Groenlandia, o el número de lanzamientos a canasta por equipo en un encuentro de básquet de la BSL, en Turquía, por mencionar algunas de las incontables posibilidades.

El informe Global Online Gambling Market da cuenta de que las apuestas recaudaron 65.316 millones de dólares en 2020 y proyectan cerca de 130 mil millones para 2027. En un país en el que 30% de la población mantiene algún tipo de vinculación con el juego, 3,5% son jugadores problemáticos y 1,5% compulsivos, según estadísticas del Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos, no es extraño que el año pasado haya sido el rubro Juegos de azar el que más creció (281%) en inversión publicitaria multimedia.

Y se ve en el fútbol. En la camiseta de River Plate está Codere; en las de Vélez y Estudiantes de La Plata, el auspiciante es Bplay; la sueca Betsson luce en el pecho de las camisetas de Boca y Racing, mientras que City Center aparece en las de Newell’s Old Boys y Rosario Central. La Selección nacional se aseguró el auspicio de Betwarrior hasta 2026 y, por ese acuerdo con la AFA, se transformó en sponsor de la Copa Argentina y del Torneo Nacional.

El desembarco de estas casas de apuestas fue fuerte en toda Sudamérica después de que Inglaterra y España les prohibieron patrocinar a los clubes de fútbol por el aumento de la ludopatía. No es para menos: 30 mil niños de hasta 11 años padecen esa adicción en Gran Bretaña y el 10,3% de los adolescentes apuesta en España.

Es probable que la medida se replique aquí en unos años, pero mientras tanto es imposible no toparse con estos sitios en cualquier red social, ya que contratan a influencers (el aspiracional adolescente de estos tiempos) como los ex participantes de Gran Hermano, para que publiciten “sus casinos de confianza” y ofrezcan fichas de regalo.

Virginia (35) es profesora de Educación Artística en el ciclo básico y también en sexto año en escuelas secundarias de La Plata, lo que la pone en contacto con alumnos de entre 12 y 18 años. “Siempre les decimos que no jueguen a los jueguitos en el aula, pero la semana pasada encontré a un chico apostando a la ruleta a las 7.30 de la mañana. Le dije que me parecía fuera de lugar y de contexto y me respondió ‘no pasa nada’. No lo toman como algo que puede ser un problema, sino como una distracción”, relata. No pasa por alto que las billeteras virtuales les dan a los menores, desde los 13 años, un acceso a dinero y a la posibilidad de invertirlo casi sin control. Cree también que la pandemia cambió el modo en que los chicos “se tratan, responden o resuelven los problemas”, después de pasar casi “dos años en contacto permanente con adultos. Ahora tienen herramientas más brutales, que traspolan al colegio”.

“La experiencia que ya tuvimos con el tabaco y el alcohol debe servirnos para mostrar que en este tipo de cosas sí tiene que haber alguna regulación, porque una gran parte de la población se va a enfermar con esto. Y tiene que ser un trabajo que incluya varias aristas: padres, colegio y regulaciones externas, para que menos personas se encuentren con este producto”, recomienda la psiquiatra y neuróloga cognitiva especialista en adicciones Marcela Waisman Campos (MN 108484).

Desde la Asociación de Loterías, Casinos y Quinielas de la Argentina (ALEA) aclaran que en las plataformas legales sí hay controles o frenos, como el botón de autoexclusión, límites temporales de permanencia en la plataforma y de dinero apostado y prohibición de registro de menores de 18 años. Lo cierto es que después de ingresar a una plataforma online, el proceso es casi siempre el mismo: el clic a un link direcciona al usuario a un chat de WhatsApp, en el que pide loguearse y le mandan un usuario, una contraseña y un CBU para transferir el dinero.

Montados en plataformas del exterior y sin autorización de las loterías provinciales del país, los casinos digitales ilegales recaudan 6 de cada 7 pesos que se apuestan online. Se manejan con depósitos en efectivo o transferencias a través de billeteras virtuales a los llamados “cajeros”, que son adolescentes o mayores de poco más de 18 años, que trabajan de cargar fichas y buscar nuevos jugadores.

Experiencia inquietante

Como profesor de Matemáticas, Andrés tuvo una experiencia inquietante con dos alumnos de una escuela técnica de La Plata, porque uno “era cajero y otro le reclamaba el pago de lo que había ganado”. Lo que agrava todavía más el incidente es que pasó dentro del mismo colegio y los padres del “cajero” –quien cursa tercer año- “trabajan” de lo mismo.

“Es un caso súper extremo”, aclara Andrés antes de admitir que “las apuestas están a la orden del día. Los chicos tienen acceso a estas páginas, mienten con la edad, usan las tarjetas de los padres, les piden dinero o ‘invierten’ hasta la plata del almuerzo, pero lo más grave es que muchos de los cajeros funcionan como en las estafas piramidales, con alguien que inicia el negocio y financia a varias personas”. El conflicto estalla cuando alguien no puede pagar.

Algunos cajeros acuerdan vender las fichas y quedarse con un porcentaje, sin importar el resultado. En otros casos, los menores apuestan a través de grupos de WhatsApp en los que un joven mayor de edad junta el dinero, hace las apuestas y se queda con parte de los beneficios. Muchos pueden recaudar más de 600 mil pesos mensuales sin demasiado esfuerzo.

Andrés se ocupó de difundir su preocupación entre distintos grupos de profesores, con la certeza de que la ludopatía digital será, “a la brevedad, la futura adicción. Ni siquiera tenés que ir a otro lado, lo tenés todo en el celular. Los chicos lo toman como algo copado o un juego, pero para los más grandes es un trabajo en el que tienen que vender más para estar en determinada posición”.

Waisman Campos explica que “las adicciones pegan de lleno en la adolescencia porque se desarrolla más tardíamente el control frontal para decir que no o elegir la mejor de dos variables. Hay que prestar atención a la desregulación emocional, sobre todo en aquellos chicos a los que les cuesta sentir placer, pasarla bien o recompensarse”. De cualquier modo, aclara que “no se es jugador patológico desde el primer contacto con el juego ni todos los que juegan lo serán. Las ganancias del inicio estimulan a continuar jugando y, las pérdidas, a regresar para recuperar lo perdido. Cuando éstas se acrecientan, el deseo de recuperación aumenta la frecuencia y el tiempo de permanencia en la sala de juego, como también el dinero necesario para subir las apuestas; estamos aquí frente al jugador problema o futuro jugador patológico”.

Sugiere la especialista que “no alcanza con la regulación de acceso a la tecnología y al dinero”. Recomienda “la comunicación familiar y la pesquisa de trastornos anímicos en población infantil y adolescente”.

Profesionales y docentes coinciden en decir que el fenómeno de las apuestas ocurre, sobre todo, entre los varones. “Los chicos comienzan a jugar a una edad más temprana, lo hacen más a menudo y por períodos más largos que las chicas. Además, tienden a apostar en juegos de mayor riesgo; a participar en diferentes tipos de juegos de azar; gastan más tiempo y dinero y tienen mayores problemas derivados del juego que las chicas”, asegura Waisman Campos, detallando que “entre 2 y 5 veces más de jugadores con problemas o jugadores patológicos son varones”.

Leiva Seisdedos refiere, no obstante, que en los últimos meses observó también “a tres chicas de 15 años que apuestan y juegan al fútbol”.

“No es que estalló en el colegio”, reflexiona, “sucede en todos lados y quizás los padres no sabemos identificar que están perdiendo plata y no saben cómo resolverlo.” La docente cuestiona también el rol del colegio: “Les enseñamos juegos, reglas o estrategias, pero cuando juegan, pierden. Y no es solo la adicción al juego. También se vuelven adictos al celular”. ¿Qué hacer frente a ello?

“No se ha denunciado a la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia porque ni siquiera está legislado”, comenta Leiva Seisdedos, dando cuenta de que el tema “se habla” de manera desarticulada en cada escuela. “Lo saben los docentes, lo saben las autoridades, lo sabe el periodismo, pero acá ni siquiera hay libros que traten la ludopatía infantil”, dice la profesora de historia, en la certeza de que es una problemática muy compleja. “No es solo responsabilidad del colegio. Lo podemos tratar, pero un celular es privado. Además, hay muchos padres ausentes, o que creen que son cosas de chicos, o que a sus hijos no les pasa, porque seguramente no notaron cómo pierden la plata. Hoy un celular es un casino”.

La docente considera que es más efectivo diseñar campañas como las de prevención del bullying, antes que regular o prohibir el uso de los celulares en los colegios: “Las nuevas tecnologías son herramientas de aprendizaje, pero hay que enseñarles el uso razonable y racional del teléfono”.

La Dirección General de Cultura y Educación y el Instituto Provincial de Lotería y Casinos bonaerenses firmaron un convenio para realizar talleres sobre problemática de juego consultivo en establecimientos educativos. Este diario contactó al último organismo para saber más sobre la política de prevención de la ludopatía en adolescentes, pero no fue posible conversar con algún especialista sobre el tema.

Según Virginia, los profesores constataron la profundidad y extensión del problema poniendo en común sus experiencias personales: “Siempre me encuentro con alguien que sabía o lo había visto, pero que no lo comentó porque pensó que no era importante o que era algo aislado. Encima, los profesores vamos de un colegio a otro”, asegura. Cuando detectan un caso lo “conversamos primero con el chico y lo elevamos a la dirección y al equipo de orientación (en las escuelas que lo tengan). Ellos deciden si lo notifican a las familias, pero lo mejor es que lo sepan, porque debe haber padres que no tienen ni idea de que los chicos están haciendo esto”.

La profesora de Educación Artística teme que esta “moda” de las apuestas online se vuelva “una bomba a explotar en poco tiempo”, por lo cual recomienda poner el tema en agenda para el próximo año lectivo: “Deberíamos abordarlo con las familias para que estén atentas a qué hacen los chicos con el dinero, dimensionar que esto puede derivar en una adicción que los pone en peligro y tener en cuenta que en algunas escuelas el contexto no acompaña para que esto salga bien”.

Igual que sus colegas, Virginia descarta las chances de prohibir el celular en el aula, aunque no es eso lo que la inquieta. “La escuela es ajena a este tema, pero si sabemos que sucede, algo tenemos que hacer. Y algo que sirva, porque los escraches en redes sociales o el bullying son problemas que están en agenda y siguen pasando”.

La psicóloga Lucero Berri (MP 56134) destaca que los adolescentes perciben a las apuestas “como un juego” y pone el foco en el rol que ocupa el dinero en “el pasaje de una posición infantil a la vida adulta, al generar una cuota de autonomía”.

“Los padres deberían acompañar esa independencia, no desde la restricción absoluta, sino preguntando, escuchando y haciéndoles notar que algo está mal”. Considera que el impulso por las apuestas está directamente ligado al consumo y posicionamiento en los grupos, que garantiza el “tener algo. Plata en las apuestas, ‘me gusta’ en Instagram o seguidores en TikTok”. En definitiva, Berri recomienda “poner en diálogo que no es un juego; que apostar implica riesgos”.

 

■ Programa de Prevención y Asistencia al Juego Compulsivo: 0800-444-4000. Funciona las 24 horas, los 365 días del año

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