Diego Cremonesi: “Me nutro de otros: es el secreto de que cada laburo sea una novedad”

Hace dos décadas, Diego Cremonesi era Paco Rimenver en los bares de la Ciudad. Desde entonces, pasito a pasito, trabajo a trabajo, se ha convertido en una fuerza imparable en la pantalla: el año pasado estrenó tres series, “Supernova”, “Entre hombres” y uno de los grandes proyectos de la tevé argentina, “Santa Evita”; y hace un par de semanas llegó a la pantalla con “Las bellas almas de los verdugos”, serie de la TV Pública donde encarna a Rodolfo Walsh, a la espera del estreno de “Diciembre 2001”, “Inadaptada” y varias películas. Entre ellas, “Rinoceronte”, filme de Arturo Castro Godoy que se estrena el jueves en el Cine Select del Pasaje Dardo Rocha.

“En este momento estoy sin trabajar, ese es el chiste de esta profesión”, se ríe Cremonesi, que en diálogo con EL DIA define este momento como producto de un largo tiempo construyendo, trabajo a trabajo, su carrera.

“Empecé a trabajar de muy grande en el audiovisual, así que le di cabida a todo lo que pude durante mucho tiempo”, relata. “Y también están las necesidades económicas: soy un trabajador, tengo familia, hijos… Salís a laburar y hacés cosas que te gustan más que otras, tenés un sentimiento de pertenencia con un proyecto, o una identificación ideológica, artística, y a veces no. Es parte del juego, del trabajo”.

Pero de todos modos “siempre están esos proyectos donde uno encuentra más identificación”, dice. Por eso, sigue acercándose al cine independiente, o haciendo tesis, donde, explica, muchas veces se encuentra con posibilidades para jugar y desafiarse.

“Rinoceronte”, cuenta, es uno de esos proyectos que “me interesa defender”. La película sigue a Damián, un niño de 11 años, es separado de una familia negligente y violenta, y llevado a vivir a un hogar de niños por intervención del estado. Allí se encuentra con Leandro, el personaje de Cremonesi: un asistente social con una historia personal similar a la suya que intenta ayudar a que Damián construya un futuro y se sienta menos solo en un mundo hostil.

“Me resonó mucho mi personaje”, dice el actor platense. “No es solo un acompañante, se ve en ese chico. Y eso me hizo pensar en cómo todos llevamos a cuestas eso que hemos vivido”, relata Cremonesi, cuya criatura era un chico sobreadaptado en su infancia, que “ha salido adelante… pero hay momentos en la vida que te ponen ante esas heridas no resueltas”.

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Cremonesi se bate a duelo en la pantalla con Vito Contini Brea, el joven actor que encarna a Damián. El actor confiesa que le gusta trabajar con chicos y se ríe al mencionar que “estoy en una edad donde me tocan personajes con hijos”. Y llena de halagos a Vito: “Tiene un aura, una luz particular: es muy fuerte lo que pasa con él en pantalla”.

Pero el duelo actoral implicaba, dice también, un montón de desafíos. Había primero que generar un vínculo fuera de la pantalla, “importante para que al momento del encuentro haya algo que se transmita en la pantalla. Porque eso en el cine se ve”. Y luego, a la hora de las tomas, Cremonesi se encontraba construyendo un personaje “que prácticamente monologa”, porque un frustrado Damián no responde ante las insistencias del asistente social. Vito tenía que actuar con la mirada; Cremonesi, no volver monótonos los monólogos. Y en esa difícil dinámica, desde esa grieta, tenían que forjar un vínculo.

Ahora, más allá del desafío actoral, a Cremonesi le interesó también defender un cine “federal” (la película se rodó en Santa Fe) y “chico, hecho con pocos recursos”, que podría no haber existido: la cinta cayó en el vórtice de la pandemia, con un presupuesto prepandémico que quedó chico cuando volvieron a rodar. Cuando regresaron, además, había que volver a coordinar agenda, y todos los actores tenían pendientes varios proyectos que habían quedado varados.

Pero “era una película que quería hacer”, cuenta Cremonesi. Cuando leyó el guión, dice, “encontré un nivel de sensibilidad y profundidad que es difícil que convivan, por la necesidad de generar un efecto, de subrayar lo que estás queriendo denunciar socialmente, contar de estas situaciones injustas”

“El guión me conmovió profundamente, me parecía que realmente había un conocimiento de lo que se estaba queriendo contar, y también una sensibilidad para ponerse en el lugar de ese niño”, explica el intérprete platense. “A la vez, es una historia luminosa sobre una situación triste. Y es luminosa, pero no es naif”.

Más y más estrenos

“Rinoceronte” es solo uno de varios proyectos que Cremonesi rodó en los últimos tiempos. Tras encarnar al infame Eduardo Arancibia en “Santa Evita” el año pasado, espera para esta temporada el estreno de la película “Malta” y la serie “Inadaptada”, que se verá en Paramount+, mientras se luce en la pantalla de la TV Pública como Rodolfo Walsh en “Las bellas almas de los verdugos”.

Allí, avisa, encarna a “un Walsh ficcional, novelado”. Es “un Walsh que se iba a transformar en el que trascendería, un Walsh anterior, sin ninguna simpatía por lo que terminaría defendiendo a muerte”. Un Walsh que escribe “Operación Masacre”.

“Quería hacer un Walsh que la gente vea, crea y entre: no hacer una copia, una imitación. De todos modos es un personaje sin tanta información audiovisual”, explica el actor, quien buscó, más que parecerse, “encontrarle esa humanidad. Desde lo actoral siempre e interesante lo humano detrás del bronce, que ya está contado”.

“‘Rinoceronte’ era una película que quería hacer. Encontré un nivel de sensibilidad y profundidad que es difícil que convivan”

Es, desde ya, una serie cargada de peso histórico, como también lo tendrá, necesariamente, “Diciembre 2001”, thriller político sobre la debacle argentina de principio de siglo. “Un momento que nos atravesó en lo personal”, confiesa Cremonesi. “Son papeles difíciles. La serie aborda un detalle ampliado de ese contexto: es difícil que este tipo de proyectos dejen contentos a todas las partes. Y no podés pretender encontrar un nivel de identificación absoluta, desde lo ideológico, lo político, no te va a pasar siempre”.

Pero, advierte, “no deja de ser una ficción. Es como cuando uno ve ‘The Last Kingdom’ y aparece un personaje histórico como Ragnar, pero que no tenía 4 hijos, sino 8…” Teniendo eso en cuenta, “es importante que estos materiales se miren como disparadores, está bueno que una generación que no ha vivido eso pueda indagar en aquel diciembre. Que habla también de lo que nos pasa como país, que es tan tremendo, sentir que estamos tan cerca de muchas condiciones de ese contexto es muy doloroso”.

Y, sobre todo, agrega, “es una historia bien contada”, donde encarna a un personaje de ficción metido en el gabinete de De la Rúa. Un personaje que, confiesa, le costó encontrar: “Quería entender su existencia desde lo humano, porque si no me era imposible, más en un proyecto donde uno está tan involucrado, tan atravesado por el tema”.

La lista de proyectos en el horizonte continúa para Cremonesi: también se viene el estreno de “Chau Buenos Aires”, que actualmente pasea por festivales: una comedia romántica-dramática tanguera, de Germán Kral, que también transcurre en el contexto del 2001 y donde Cremonesi hace de un bandoneonista miembro de un cuarteto de tango. Un papel que comenzó a preparar, bandoneón en mano, antes de la pandemia, y que filmó dos años después.

“Quise interpretar un Rodolfo Walsh que la gente vea, crea y entre: no hacer una copia, una imitación. Encontrar lo humano detrás del bronce”

Cremonesi espera el estreno también de “Temas propios” marcará una de sus primeras veces abordando un rol protagónico, “un aprendizaje, un músculo que hay que trabajar”, y “una apuesta de probarme a otro nivel: sé que voy a sacar conclusiones positivas y negativos, pero necesito hacer para poder verme y aprender, para aprender haciendo. Uno tiene que hacer y confiar, ser menos neurótico”.

En ese hacer, dice, es donde se da el fructífero encuentro con el otro. “Me nutro mucho de los otros, de los actores, los directores. Ahí, siento que está el secreto de que cada laburo sea una novedad”, explica el actor que, como Roque Sosa en “Un gallo para Esculapio” ganó importante notoriedad.

Esa serie era lo primero que hacía para televisión, justo en un momento donde aparecían como socias las plataformas. La producción para plataformas ayudo a crecer el volumen de trabajo para Cremonesi, pero, claro, que hubiera más producciones no implicaba que él tuviera más llamados. “Creo hay algo que cayó bien de lo que abordé en su momento, y que trabajo a trabajo lo he defendido”, afirma al respecto. “‘Esculapio’ me colocó en un muy buen lugar, pero eso lo tenés que defender con el resultado de otros laburos”.

Con esa consistencia y perseverancia es que, cuenta Cremonesi, alcanzó un lugar donde pudo “decir no” en nombre de buscar desafíos. “Quizás hoy que estoy sin trabajo, sobre esos mismos proyectos diría que sí, pero he podido tomar decisiones al servicio de lo que busco”.