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Espectáculos |Se celebra en Buenos Aires el Festival de Cine Alemán

Andres Veiel director de “Riefenstahl”: “No se puede separar la ideología de la estética”

El realizador se internó en el archivo de la cineasta del Reich y filmó una de las películas más potentes del año: una exploración en torno a la directora y una mirada frontal al fascismo

Andres Veiel director de “Riefenstahl”: “No se puede separar la ideología de la estética”

Riefenstahl en el set: la complicada figura de la cineasta del Reich, el centro de un documental

Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

16 de Septiembre de 2025 | 04:04
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Leni Riefenstahl fue una cineasta virtuosa, virtuosísima, vanguardista, que empujó los límites de lo posible en la pantalla. Pero también fue la hacedora de la estética fascista: sus exploraciones las hizo en películas que sirvieron de propaganda al Tercer Reich, especialmente “El triunfo de la voluntad” y “Olimpia”, donde edificó una imagen grandiosa de la Alemania nazi, escribiendo en el camino el manual de cómo proyectar liderazgo, grandeza y pavor a través de la imagen. Ella, sin embargo, pasó la vida negando haber defendido ideas nazis: era solo una artista, sin participación en la política.

Y lo hizo, cuenta el documentalista Andres Veiel, escribiendo magistralmente su mito, ocultando la estrechez de su relación con la cúpula de poder, relativizando su rol: una nazi con piel de cordero, una mentirosa ejemplar. Veiel destapó unas 700 cajas de su archivo personal en busca de pistas que permitieran deconstruir ese mito, pero su película, la potente “Riefenstahl” (que se verá en Buenos Aires el jueves y el domingo, en el marco de la edición número 25 del Festival de Cine Alemán), no busca la mera condena, no quiere hacer de la cineasta una villana ejemplar: es, dice Veiel, en diálogo con EL DIA, “un buen lente para mirar más profundo al fascismo”.

“El anhelo presente de regímenes autoritarios, de una suerte de salvación a través de autoridades que prometen soluciones simples, orden, decencia, virtud, supremacía nacional, estuvo presente en su carácter, toda su vida. Pero también es parte del pasado de Alemania”, explica el realizador de Stuttgart, director de “Si no nosotros, ¿quién?” y “Black Bos BRD”, entre otros documentales.

El fastuoso archivo de Riefenstahl, una de las colecciones más importantes de la historia del cine y la fotografía, era para Veiel una chance de quebrar el mito que ella construyó, pero también de complejizar esa figura para muchos monstruosa. “La posibilidad me despertó inmediata curiosidad: uno considera que hay una chance de lograr un mayor entendimiento del personaje, una respuesta a la pregunta ‘quién fue Leni Riefenstahl en realidad’, más allá de sus leyendas y mentiras”, dice Veiel. Eran 700 cajas, no era un archivo normal, “era algo abrumador”, pero “cuando nos internamos en esas cajas, descubrimos muchas pistas que contaban algo de Riefenstahl, su ambición, su afinidad al régimen nazi, su ideología. También, su talento como editora”.

El archivo realizó un largo viaje antes de llegar a Veiel: Ella le dejó su herencia a su marido. Al morir él, se transfirió a la ama de llaves, cuenta Veiel: “Le tocó todo, la casa, el archivo. Ella vendió los derechos comerciales a un productor y los no comerciales los cedió a la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano”, una agencia estatal. Allí, la producción consiguió acceso exclusivo bajo la promesa de digitalizar los hallazgos en esas 700 cajas. Un proceso que comenzó en 2018; recién en 2020 Veiel se involucró, tras comprobar que el archivo valía la pena, “porque quizás eran sólo las mismas mentiras, y ningún hallazgo. Y desde ya que manipuló su archivo antes de morir, tiró cosas, preparó cosas, pero había muchas cosas que mostraban que siguió atrapada toda su vida en la ideología del Tercer Reich”.

Veiel comenta que las diferencias más interesantes, reflejadas en el documental, son entre sus memorias editadas y el borrador del libro, donde revela una historia de violencia temprana en su vida, en su infancia, en sus romances. “Las raíces del fascismo tal vez sean más profundas: el fascismo no comenzó cuando Hitler llegó al poder, en su biografía se puede ver cómo fue educada. El fascismo celebra la fuerza, la belleza de los cuerpos, la superioridad de la raza, y, cuando ella cuenta cómo aprendió a nadar, cuenta que la lanzaron al agua sin saber nada y casi muere. Y la conclusión que saca es que se convirtió en buena nadadora: no hay odio hacia el padre, hay una identificación con el fuerte”, dice Veiel.

Allí asoma una clave de lectura de “Olimpia”, “donde se celebra al fuerte y se desprecia la debilidad y la enfermedad”, pero además allí Veiel encuentra “un patrón”. No significa que se pueda reducir su historia “a problemas psicológicos”, pero sí “que hay un panorama más complejo; esa ideología es parte de su personalidad pero también es parte de su tiempo y de la historia alemana, del estilo de educación prusiano”.

Así trabaja Veiel a lo largo de la película: como un detective, o un psicólogo quizás (estudió Psicología en Berlín), busca pistas, indicios que pongan en contradicción el mito cuidadosamente elaborado por Riefenstahl sobre su vida. Lo curioso es que la cineasta que cuidó tanto en su vida ese mito dejó detrás un tendal de pruebas.

- ¿Cómo se explica que Riefenstahl, tras tanto cuidado por sostener una imagen, haya dejado en su archivo tantos indicios de lo que había intentado ocultar?

- Creo que fue un tanto inocente. Comenzó a grabar sus llamadas telefónicas tras una aparición en un programa de televisión donde recibió muchos elogios: le decían que había que celebrar a esta gran artista, que había que terminar con la culpa alemana. Y le decían que llevaría una o dos generaciones, pero luego Alemania volvería a un régimen de orden, disciplina, decencia, virtud… Para ella, eso fue una prueba de solidaridad y de amor, se sintió una estrella otra vez. Y cuando ella repite la idea, hacia el final de la película, de que Alemania volvería al orden en una o dos generaciones, de que Alemania está predestinada a estas virtudes, está pensando como el Reich. Creo que no quería aprender nada de la historia, quería seguir creyendo en la mano fuerte de un líder y la supremacía alemana. Entonces, no reconocía cuánto importaban estos deslices en el archivo, esa fue nuestra suerte: que ella cometiera ese error.

- Esa idea de que estas fuerzas de derecha se retiran por una o dos generaciones del escenario para volver luego resuena particularmente en este momento en Argentina, donde a cuatro décadas del regreso de la democracia han vuelto algunos discursos que reivindican la dictadura militar. Pero creo que es algo que pasa en todos lados en este momento, en el mundo. ¿Pensabas, al hacer un documental sobre Riefenstahl, en la actualidad del tema?

- En el principio, dudaba de la necesidad de la película. Pero en 2022, con la guerra en Ucrania, vi un desfile militar en Rusia, y estaba filmada como “El triunfo de la voluntad”: ángulo bajo para filmar a Putin, los soldados marchando como prueba de la fuerza militar. Me sorprendió, y entendí que estábamos ante una nueva ola de nacionalismo, de extremismo: quizás hace 5 años mucha gente pensaba así, pero había una especie de vergüenza en decirlo. Ahora la vergüenza se fue, mucha gente está orgullosa de provocar. Hice algunas películas que siento que llegaron algo tarde, francamente, pero con “Riefenstahl”, creo que, trágicamente, llega en un momento muy adecuado. Pensamos en usar metraje contemporáneo, de Putin, de Xi Jinping, pero decidimos no hacerlo: creo que no se puede igualar 1933 con el presente, algunas estructuras son similares, pero no es lo mismo. Así que decidimos no hacer asociaciones con el presente, pero creo que es una manera para que cada cual, en su país, pueda encontrar sus propios paralelismos.

- Aunque Riefenstahl se revela una figura clave en el sistema propagandístico del Reich, y cercana al Reich, la película trabaja, creo, para no convertirla en una mera villana. ¿Por qué?

- Para mi era importante crear ambivalencia. Uno podría hacer de Riefenstahl un monstruo, simplemente habría que mostrar todas las mentiras que contó, la manipulación, cómo ocultó que fue testigo de la violencia… Pero es una de nosotros: hay una historia detrás de sus decisiones, y podemos aprender de ella, podemos aceptar que es posible ser seducido por estas ideologías. Así, podemos mirar más de cerca, más profundo, lo que ocurrió y lidiar con ello. Porque si no, la ponemos en una jaula, le ponemos un cartel a la jaula, “villana, monstruo”, y la mandamos al fondo del océano, y así nos deshacemos de ella... pero no es la solución: hay que aceptar que es una de nosotros.

“Hay una ola de nacionalismos: quizás antes mucha gente pensaba así, pero había vergüenza en decirlo”

- La muy efectiva estética fascista que creó Riefenstahl es utilizada todavía hoy. ¿Cómo se logra educar al público sobre sus peligros?

- Necesitamos, en primer lugar, una educación en medios para lidiar con las imágenes propagandísticas, más ahora con la inteligencia artificial: podés cambiar cualquier imagen, producir cualquier imagen, transformar cualquier narrativa. Entonces, hay que ofrecer un saber para lidiar con estos desafíos. Además, creo que hay que enfocar el aspecto oscuro de esta estética: muchos cineastas, incluso Tarantino, consideran a Riefenstahl como una de las grandes cineastas de todos los tiempos. Pero no se puede separar la ideología de la estética: van de la mano. En el documental intentamos revelar esta conexión al contar la historia del director de fotografía de la secuencia inicial de “Olimpia”, Willy Zielke. Allí aparece ese lado oscuro: siempre detrás de esa celebración de la fuerza y la belleza de los cuerpos hay un desprecio por la debilidad y la enfermedad. Para Riefenstahl, Zielke era un artista genial, pero terminó en el hospital por un episodio de esquizofrenia. Y lo esterilizaron pocas semanas después… Y Riefenstahl no intervino. Piensa con el Reich que esa gente no pertenece con nosotros, así que hay que empujarlos, hay que apartarlos. Así se justificó la matanza de quienes no pertenecían a la llamada “raza pura”. Pueden ser migrantes, pueden ser personas con problemas de salud mental.

- Mencionabas la importancia de la educación. En Argentina tenemos pocos archivos para revisitar el pasado: como documentalista, ¿creés que los archivos tienen importancia en esta educación sobre el pasado?

- Es muy importante que haya acceso público a estos archivos: siempre es cuestión de presupuestos, desde ya. En Alemania está prohibido ver “El triunfo de la voluntad”, ahora, desde ya, se consigue en internet, pero creo que tenemos que lidiar con los desafíos que presenta la propaganda, y entonces hay que analizarla. Eso implica que tiene que haber acceso público, para los maestros, para las escuelas. Necesitamos archivos, y buenos archivos.

 

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