Bolsas plásticas: el 90% de la basura en la ribera

Mientras algunas ciudades costeras comienzan a prohibir la entrega de bolsas, sorbetes y vasos descartables en comercios, y organizaciones ambientalistas impulsan campañas de concientización, el volumen de residuos plásticos que termina en las playas bonaerenses parece ser cada vez más grande. Un estudio realizado por investigadores del Instituto de Limnología “Dr. Raúl A. Ringuelet” de la UNLP en la ribera entre San Isidro y Berisso reveló que los residuos provenientes de envoltorios y las bolsas plásticas alcanzan hasta un 90 % de la basura contabilizada.

Aunque no se dispone de datos que den cuenta de su cantidad, los especialistas aseguran que se trata de cientos de toneladas cuyo impacto va mucho más allá de la mera contaminación visual. Diversos estudios han logrado determinar ya la presencia de partículas de esos plásticos no sólo en algunas variedades de peces que se destinan a consumo humano sino también en el agua que bebemos en forma habitual.

”A pesar de que actualmente en la provincia de Buenos Aires existe la Ley 13.868, que prohíbe a los comercios la entrega de bolsas de plástico, el polietileno de baja densidad o PEBD -material del que están hechas la mayoría de ellas- sigue siendo uno de los principales problemas relacionados con la gestión de los residuos debido a las grandes cantidades que se encuentran en el ambiente, especialmente en ecosistemas acuáticos de agua dulce cercanos a zonas urbanas e industriales”, cuenta la doctora Rocío Pazos, investigadora del Instituto de Limnología Ringuelet.

PELIGROSA FRAGMENTACIÓN

Aunque la primera reacción frente a este tipo de residuos suele ser el impacto visual, el mayor problema que entraña su presencia en las playas no se ve. Y es que esos plásticos que llegan al Río a través de desagües pluviales y arroyos que atraviesan centros urbanos terminan fraccionándose en pequeñas partículas que los tornan mucho más peligrosos y difíciles de controlar.

“Una vez que los restos plásticos alcanzan los diversos ecosistemas, con el paso del tiempo comienzan a sufrir un proceso de desgaste dado por fotooxidación (exposición a la radiación solar), abrasión mecánica y erosión, que van generando la fragmentación de los residuos plásticos en partículas de menor tamaño, denominadas microplásticos, y que persisten en el ambiente”, explica la investigadora.

“Estudios que se focalizaron en analizar la distribución de estos restos plásticos en la zona costera descubrieron su presencia en el agua, sedimento y en organismos que habitan la zona. Una de las principales amenazas que implica la presencia y persistencia de los microplásticos en el ambiente acuático es que a causa de su pequeño tamaño pueden ser ingeridos accidentalmente por distintos organismos. En tal sentido, en zonas costeras del Río de la Plata se confirmó su presencia en el tubo digestivo de 11 especies de peces, hallándose las mayores concentraciones en los individuos capturados en una zona cercana a una descarga cloacal”, cuenta Pazos.

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Para la investigadora, “un mayor control sobre la producción de plástico basado en una legislación rigurosa, junto con la educación ambiental y la mejora en la gestión de residuos, clasificación, tratamiento y reciclaje, son algunas de las medidas que ayudarán a mitigar el impacto de los plásticos en el ambiente”.

Más allá de eso, “ nuestro accionar individual también puede llevar a una reducción en el uso del plástico”, señala Pazos al explicar que “si por ejemplo utilizamos bolsas reciclables, o si tiramos las bolsas de plástico en contenedores de reciclaje podemos contribuir así a disminuir su impacto ambiental”, con una medida simple y alcance de todos en cualquier hogar.