De la boda al funeral: glamour y controversia en las monarquías europeas

Cuatro bodas y un funeral. No es la primera vez que encabezamos así una nota y es que, aunque el año tenga doce meses, las bodas en la realeza europea se concentran en los pocos meses que no hace ni demasiado frío ni demasiado calor. La primavera y el comienzo del otoño suelen reunir cada fin de semana a lo más granado de la realeza y aristocracia para la celebración de esponsales. Incluimos en esta entrega cuatro de ellas, y, lamentablemente, un funeral, triste e inesperado.

EN ESPAÑA, SOLERA Y TRADICIÓN

Tradición. Esa es la palabra que mejor resume la boda que el pasado 31 de agosto ha tenido como protagonistas a Victoria López-Quesada y Enrique Moreno de la Cova. Los nombres no les dirán nada pero la novia hasta podría haber llegado a ser reina de España por derecho propio. Aunque eso no pudo ser, tiene el honor de ser ahijada del rey Felipe VI. Su abuelo fue Carlos de Borbón-Dos Sicilias, primo del rey Juan Carlos por parte de madre y padre gracias (o por desgracia) a la costumbre de la familia real española de casarse entre parientes.

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Carlos fue compañero de estudios, confidente y amigo de Juan Carlos en la adolescencia de ambos y siempre demostró su lealtad a la corona de modo que, cuando en 1975 muere el dictador Francisco Franco y Juan Carlos asume como rey, convoca a Carlos y lo ubica dentro de la línea de sucesión al trono.

El príncipe de Dos Sicilias se casó con la princesa francesa Ana de Orleans y tuvieron cinco hijos, con sangre azul por los cuatros costados. La mayor, Cristina, es la madre de Victoria, la novia que nos ocupa, y buena amiga de la familia real española. Por eso no fue de extrañar que la reina Sofía, el rey Felipe VI y las infantas Elena y Cristina estuviera presentes en la boda. La reina Letizia, ausente con aviso ya que estaba en los Juegos Paraolímpicos de París, alentando a los atletas.

Lo más interesante de la boda de Victoria fueron los guiños que hizo a las tradiciones y a la prosapia de la familia. La elección del diseñador no fue casual: el traje era de Lorenzo Caprile, el mismo que eligieron para sus casamientos a fines de los 90 tanto su madre como la infanta Cristina. Fue por esos años que el joven modisto comenzó a perfilarse como referente de la moda nupcial y hoy no hay boda española que se precie sin por lo menos un traje de Caprile.

El vestido de Victoria era de seda, con un escote barco y falda evasé. Resaltaba una especie de faja bordada que subía hacia el pecho para marcar la silueta.

La novia estaba tocada por una tiara cuyos orígenes se remontan al siglo XVIII. A fines de ese siglo la archiduquesa austríaca María Cristina mandó a confeccionar una serie de botones de diamante para adornar su cabello o utilizar como broche. Cinco de estos botones llegaron, ya en el siglo XX, a España y formaron parte del ajuar de la infanta Alicia de Borbón Parma quien los cedió a su nuera, la princesa Ana de Orleans. Tanto ella como sus hijas y nuera lo han lucido como tiara o como adornos en la ropa y el cabello y es en esta ocasión la primera vez que le fue cedido a una nieta quien le agregó el detalle de una flor de lis, símbolo de los Borbones. De la tiara con los botones salía un velo, también perteneciente a su abuela.

¿Y el novio? Enrique Moreno de la Cova no tiene títulos nobiliarios pero desciende de una familia aristocrática y puede presumir, al igual que su ya esposa, de que a la boda de sus bisabuelos, en 1920, también asistieron los reyes de España. De hecho, Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia, apadrinaron la boda del conde de la Masa y la condesa de la Frigiliana, de quienes desciende en línea directa Enrique.

Profusión de botones de diamante en un retrato de María Cristina de Austria / Web

NORUEGA, UNA BODA OTOÑAL Y POLÉMICA

La princesa Marta Luisa, hija de los reyes Harald y Sonia, se casó también el 31 de mayo pasado. Lo hizo con Durek Verrett, su pareja desde 2019. Ambos rondan los 50 años y ya estuvieron casados antes. En la liberal Noruega pocas cosas están mal vistas o pueden sorprender. Y mucho menos viniendo de Marta Luisa, una princesa que tenía en el centro de Oslo una academia para aprender a hablar con los ángeles. Sin embargo, su elección sentimental dejó a todos con la boca abierta. Durek nació en California como Derek pero en algún momento de su vida y sin razón aparente, cambió la u por la e. No es esta su única excentricidad: cuando la princesa lo conoció ya era conocido como “el chamán de las estrellas” ya que en su consultorio de Hollywood brindaba asistencia espiritual a Gwyneth Paltrow y otras celebridades.

A Durek, su pasado lo condena. En 2005 estuvo casado con una joven checa a la que él mismo denunció a las autoridades de inmigración para que sea deportada; estuvo preso un año por haber causado un incendio; fue acusado por varios centros médicos de Estados Unidos y Noruega por ejercicio ilegal de la medicina y falsear hechos y antecedentes académicos. Se estuvo por casar dos veces más, una con su socio y la otra con su manager pero ambas parejas terminaron en ruptura por el mismo motivo: Durek se había convertido en un celoso manipulador narcisista que, además, quería captarlos para su secta.

Durek declaró, cuando se puso de novio con la princesa, que aunque su padre era de origen haitiano, su madre era de origen noruego pero eso no alcanzó para levantar su imagen. Ante las críticas acusó a los noruegos de racistas y esbozó todo tipo de teorías conspirativas. Con Marta Luisa una asociación comercial para vender medallones que curaban el Covid y daban seminarios bajo el título “La princesa y el chamán”. El rey Harald dijo “Hasta aquí llegamos” y obligó a Marta Luisa a renunciar a su estipendio como miembro de la familia real activa. Recién una vez aclaradas estas cuestiones, el novio fue aceptado.

La princesa Marta Luisa, hija de los reyes Harald y Sonia, se casó con Durek Verrett

Más allá de lo polémico, las hijas de Marta Luisa lo recibieron encantadas al ver la ilusión de su madre y su hermano, Haakon, le dio una cálida bienvenida a la familia. La boda tuvo que ser pospuesta varias veces por los problemas de salud del chamán pero eso no pareció importarles ya que estaban convencidos, según declararon, que ya se habían casado hace 5000 años, cuando él era un faraón egipcio.

Finalmente se llevó a cabo la boda correspondiente a este siglo. Y fue una bella boda, mucho más formal de lo esperado.

Aunque… los contrayentes no pudieron resistir a la tentación de hacerse con la más que considerable suma de dinero que una revista del corazón les pagó por la exclusiva. El rey, consciente de que la realeza no hace esas cosas, dijo que si las fotos oficiales no se distribuían a todos los medios por igual tal el acuerdo tácito que hay entre la prensa y la institución, él no posaba. Al final fue un mix… hubo posado pero la novia entró a la ceremonia adentro de una carpa que se movía con ella para no desvelar cómo era su atuendo.

La princesa estaba preciosa con su vestido blanco marfil, de escote en V pronunciado y con flores bordadas. Una novia tradicional aunque, por ser su segundo matrimonio, se esperaba otro estilo o color. El ramo de rosas era espectacular y la tiara elegida fue la que su abuelo, en entonces rey Olaf, le regaló cuando la princesa cumplió 18 años. El novio, fiel a su estilo, había agregado a su chaqué negro algunos bordados, moño y faja, todo en dorado. Una pareja preciosa que se dio el sí frente a la presencia de toda la familia real con sus damas vestidas con trajes folk y miembros de otras casas europeas como Victoria de Suecia y el príncipe Constantino de los Países Bajos.

La polémica boda más un incidente con el hijastro del príncipe Haakon han pasado factura y, según los últimos sondeos la monarquía, que gozaba con un 81% de aceptación, ha bajado 10 puntos y sigue en caída. Tampoco ayuda que el rey Harald aparezca cada vez menos y, cuando lo hace, no puede evitar mostrar signos de dolor o cansancio. Camina en muletas o, directamente, aparece en silla de ruedas. Una abdicación digna en su hijo, de 51 años, podría ser la solución.

Tradición es la palabra que resume la boda de Victoria López-Quesada y Enrique Moreno

EN ALEMANIA, UNA BRAND WEDDING

¿De qué estamos hablando? De una boda que parece más bien una promoción de la marca de ropa de la novia. No fue una boda real ya que los novios no pertenecen a ninguna dinastía pero… las invitadas pusieron el toque “royal” necesario como para acaparar las páginas de las revistas.

El pasado fin de semana se casaron Annina Pfuel con su prometido Casper. Ella es una austríaca, diseñadora especializada en los trajes típicos del Tirol, llamados “dirndl” y otras prendas más urbanas pero siempre inspirados en ese estilo. De modo que no extrañó que las principales damas invitadas llevaran atuendos de la marca de la novia.

Entre ellas se encontraban la princesa Eugenia de York, sobrina del rey Carlos III; Ekaterina y Alessandra de Hannover, princesas consortes de los dos descendientes del príncipe Ernesto Augusto; las princesas Olimpia y Nina de Grecia, y tres princesas de Liechtenstein. No es que no hubiera hombres pero muchos maridos brillaron por su ausencia. Sí pudimos ver al príncipe Felipe de Grecia y, como siempre que hay fiesta hay un argentino, en esta ocasión nos representó Martín Pacanowski, un empresario hotelero muy cercano a las princesas de Grecia y Hannover. Ambos muchachos vestían sus “lederhosen”, típico traje de bermudas y tiradores que también se puede comprar en shop digital de la marca “Annina”.

Fue una boda bucólica, en el maravilloso marco de las montañas verdes de Baviera, en la que nos fijamos más en las invitadas que en la novia. Ella, agradecida. Ha promocionado su marca y ha logrado que sus “dirndl”, que superan los 1000 dólares, se hayan agotado.

Los reyes de España llegan al funeral de Juan Gómez Acebo / Web

UN FUNERAL QUE DIO QUE HABLAR

Y no solo por el fallecido sino también por la presencia o ausencia de la reina Letizia a los actos que involucran a la familia Borbón.

El fallecido, Juan Gómez Acebo, era primo hermano de Felipe VI y hacía tan solo cinco meses que había perdido a un hermano. El desconsuelo de los otros tres hermanos que quedan pudo verse en el funeral que se llevó a cabo el fin de semana pasado. Para acompañarlos vino el rey Juan Carlos desde Emiratos Árabes donde vive quien fue con la reina Sofía. También estaban presentes sus tres hijos y algunos de sus nietos. La reina Letizia no acompañó al rey a la misa como tampoco lo había acompañado a la boda de Victoria López Quesada de modo que saltaron las alarmas: que divorcio, que no la quieren en la familia, que la apartan. Pero antes de que el escándalo llegara a mayores, la reina apareció en el funeral vespertino del brazo del rey y se mostró cariñosa y cercana con los deudos del fallecido. Para la ocasión y como una manera de “marcar la cancha”, llevó en su cuello una de las joyas llamadas “de pasar”, esas que vienen de antaño y del que solo las reinas pueden disponer: el collar de perlas de la reina María de las Mercedes, que data del siglo XIX.

Falta una boda, la cuarta. Pero es que es un acontecimiento que, aunque está previsto para el 28 de septiembre, no tenemos certeza de que se realice. Y es que la pobre princesa Teodora de Grecia ya ha tenido que posponerla tres veces. Teodora y el abogado californiano Matthew Kumar pensaban casarse en 2019 pero Teodora, que es actriz, tuvo otros compromisos laborales.