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La Ciudad |PARTENÓN DE LA UNLP

Postales de una joya que brilla otra vez

Fue construido en 1905 y acaba de ser restaurado artesanalmente. Por su historiado salón pasaron generaciones de platenses y sus paredes guardan el recuerdo del mítico período fundacional de la Ciudad

20 de Enero de 2013 | 00:00

Más de cien años después de su primer ladrillo y tras una obra de recuperación que respetó los lineamientos originales de un modo artesanal, casi obsesivo, el legendario Partenón de la UNLP volvió a brillar en los últimos días como si hubiese viajado en el tiempo a la primera década del siglo pasado, para la época en que La Plata era una especie de pequeña París en medio de La Pampa y su repentina construcción en una tierra hasta entonces desolada fuera como la de una maqueta de ciudad europea hecha a escala real. Hoy los tiempos cambiaron, pero aquel viejo edificio fundacional luce como una joya arquitectónica a la que los años parecen no pesarle sino, por el contrario, devolverle el viejo y primer esplendor.

“La última vez que el lugar fue intervenido fue a fines de los setenta -cuenta Guillermo Nizan, secretario de Planeamiento y Obras de la UNLP-, pero no fue una restauración sino una adaptación que se hizo en el 79 para que el edificio pudiera funcionar nuevamente como gimnasio, lo que trajo aparejado una serie de intervenciones que alteraron su naturaleza, como la construcción de un tanque de hormigón armado que demolimos en esta obra para que el edificio recupere así su verdadera identidad”.

El Partenón platense fue construido en 1905 como gimnasio y diseñado por los arquitectos Olmos y Massini. Formaba parte del conjunto del Colegio Nacional Modelo (junto con el departamento de Física y los internados, hoy facultades de Ingeniería y Ciencias. Exactas) desarrollado por Joaquín V. González.

OTROS TIEMPOS

Eran tiempos donde las tipas y los cedros hacían sombra sobre los senderos interiores que conducían a los internados del Colegio Nacional y la Ciudad comenzaba a poblarse de los primeros coches que llegaban desde Buenos Aires. Tiempos donde las farolas de noche alumbraban los primeros tejados de una ciudad reciente y la entonces Avenida Buenos Aires que recorría el frente del Nacional desembocaba en el Arco del Triunfo que marcaba por aquellos años el imperial ingreso al paseo del Bosque.

“Es muy importante destacar el valor patrimonial de este edificio -apunta Nizan-, ya que constituye una pieza única por sus características morfológicas y lingüísticas. Por eso el trabajo que se hizo tuvo como objetivo preservar y poner en valor una obra única dentro del patrimonio de la Universidad”.

En total, la obra contempló la recuperación de 400 metros cuadrados y demandó una inversión de 2.227.706 pesos. El trabajo fue casi artesanal, ya que debieron respetarse las molduras, paramentos y solados tal cual lucieron a principios del siglo pasado.

Este edificio de estilo neoclásico tiene 350 metris cuadrados y sufrió alteraciones a lo largo del tiempo, ya que a partir de 1920 pasó a funcionar como Gabinete de Física del Colegio Nacional y comenzó así a alojar los instrumentos que en ese entonces hacían del Departamento de Física de la UNLP uno de los bastiones más prestigiosos de la ciencia argentina, tanto que el propio Albert Einstein quiso conocerlo y dar una charla durante su visita a La Plata en abril de 1925.

“En ese entonces los internados del Colegio Nacional funcionaban en su lugar de siempre: en los edificios que hoy ocupan el Decanato y el Departamento de Química de la Facultad de Ciencias Exactas -apunta Nizan-. Cuando el Partenón dejó de funcionar como Gabinete de Física todos los instrumentos que alojaba fueron mudados al nuevo edificio que está en el predio del Nacional y que se terminó en el año 89”.

Si bien nunca dejó de funcionar, el Partenón de la UNLP pasó con el tiempo a tener distintos usos y a ser, a fuerza de abandono y deterioros paulatinos, un edificio casi olvidado por la mirada platense.

Recién en el año 79 fue intervenido para su recuperación como gimnasio, época en la que se retiró una serie de entrepisos que se le habían incorporado en su interior. “Esa fue la última vez que se había trabajado sobre el edificio -aporta el director de Obras de la UNLP-. Tantos años de desidia habían llevado a que se le adosara al histórico inmueble un tanque de agua de hormigón que se construyó hace 50 años y que agredía la imagen del edificio. En la obra que encaramos ahora lo separamos y lo ubicamos en otra zona del predio para que el Partenón pueda así volver a tener sus cuatro caras totalmente libres”.

Así las cosas, las tareas que buscaron poner a nuevo -aunque conservando el estilo original- el edificio ubicado en 50 y 117 estuvieron centradas en la nave central ubicada en el piano nobile (plano noble), situado a 1,60 metros del suelo y al que se accede por dos escaleras ubicadas en los extremos del edificio, el que da a la pileta olímpica y el que mira a las canchas de fútbol.

VOLVE A SER

“En la primera etapa de las obras debió repararse el importante deterioro que presentaban la cubierta y el cielorraso“, recordaron los arquitectos a cargo de la obra, para indicar que “la recuperación del salón principal permite que, como antes, vuelva a cumplir la doble función de gimnasio y de salón de fiestas y eventos”.

De esta manera, la intervención realizada más de cien años después de su creación permitió recuperar el emblemático lugar pero, a la vez, incorporarle sanitarios de adultos para damas y para la colonia de vacaciones, los que, según se apuntó desde la UNLP, durante el resto del año podrán ser ocupados para los diferentes torneos que desarrollen la Dirección de Deportes.

Un simple repaso fotográfico por las primeras tomas de ese edificio permiten apreciar la inmensidad de la obra y, por qué no, la ambición fundacional y palaciega que poblaba la ciudad durante aquellos primeros años de vida.

En las fotos de las primeras décadas del siglo pasado se ve al imponente edificio levantado en medio de una tierra donde todo estaba por hacerse.Distinto al Partenón de la Atenas de Pericles, que refleja en su arquitectura el extraordinario florecimiento cultural, de las artes y del pensamiento que alcanzó Atenas durante el siglo V a.C. y que culminó con la implantación de la democracia. El Partenón platense, más acá en el tiempo y el espacio, no tenía semejante historia ni pasado sobre sus cimientos y columnas sino una vastedad de proyectos sobre su futuro. Como un desafío. O como una promesa que ahora, mucho tiempo después, vuelve a cumplirse.

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