MUSEO ALMAFUERTE

Allí diariamente Almafuerte cocinaba su propio pan. El horno es una de las piezas del Museo que lleva el nombre del poeta y corría peligro de derrumbarse
El viejo horno de barro de la casona de Pedro B. Palacios, en el que el propio poeta cocinaba el pan que diariamente comía su familia, está siendo restaurado con el objetivo de poner en valor una de las piezas que forma parte de lo que desde hace años es el Museo Almafuerte.
El Museo Almafuerte, montado en la casa donde vivió el reconocido poeta desde 1907 hasta su muerte en 1917, tiene en exposición este horno de barro en un taller donde actualmente se dictan cursos, y una vez restaurado conservará el mismo lugar.
El horno tiene una base de 2 metros por 1,75 y está a 60 centímetros del piso, y cuenta con una bóveda de 4,30 metros de diámetro y 1,10 de alto. Hace unos 90 años, fue construido con tirantes de ramas de ciruelo, de manera que con el paso de los años la madera fue cediendo y estaba apolillada. Además, corría el riesgo de caerse porque, en virtud del proceso de deterioro que sufrían, la base y los tirantes no soportarían mucho tiempo más.
Para que esto no ocurra, un equipo de restauradores encabezado por Aldo Reyes está trabajando en la consolidación de las partes dañadas para dejarlo en condiciones. Reyes cuenta que el proceso de restauración que están practicando consiste en "envolver la bóveda en yeso para evitar cualquier deformación. Luego colocamos unos perfiles de hierro pesado por debajo de la base para que sirvan de apoyo".
Lo más importante es evitar que se caiga, por lo tanto una vez que lograron poner el horno en posición le soldaron unas patas a los perfiles para que el sostén definitivo. El próximo paso será consolidar las partes sueltas con barro para que no se descascare. "La idea -dice Reyes-, es restaurarlo pero no hacerlo a nuevo, sino respetar el paso de los años, evitando que siga deteriorándose". El trabajo, encarado por la Municipalidad a través del departamento de Museos de la Secretaría de Cultura, y a partir de la gestión de la Asociación de Amigos de la institución, cuenta con el aval y la autorización de la Comisión Nacional de Museos, dado que el inmueble es Monumento Histórico Nacional.
La casa de la avenida 66 al 530 fue construida en 1885, y habitada por el poeta durante los últimos diez años de su vida. A su fallecimiento en 1917, el inmueble quedó abandonado y lo adquirió la Municipalidad de La Plata en remate público en 1921. Fue entonces cuando la Agrupación Bases, presidida por Francisco Timpone y un grupo numeroso en el que se encontraban Teófilo Olmos, Mario Sureda, Atilio Boveri y Octavio Carlevaro, entre otros, solicitó al Concejo Deliberante la tenencia y custodia de la casona.

En 1929, Bases se hizo cargo de la propiedad y se comprometió a crear una biblioteca pública y un museo con las pertenencias de Almafuerte y a difundir su obra literaria. Para 1936, la casa fue declarada Monumento Provincial. La acción cultural de la Agrupación Bases en la casona culminó en 1945. A partir de esa fecha y hasta el presente es dirigida por la Comuna. Durante esos años funcionó la biblioteca "Almafuerte" como un gran servicio para la comunidad.
Por iniciativa de la Sociedad de Escritores de la provincia de Buenos Aires, en 1961 la casa fue declarada Monumento Histórico Nacional, por Decreto Nº 932. En 1981 el Museo vivió una refundación y todas sus dependencias volvieron a su forma original al ser trasladada a otro edificio la biblioteca, que hoy funciona en el Palacio López Merino, inmueble que perteneció al poeta Francisco López Merino e integra el patrimonio arquitectónico platense.
Actualmente, el Museo Almafuerte custodia objetos personales, muebles, fotografías, esculturas, dibujos, pinturas, libros, diarios y manuscritos del poeta. Además, realiza actividades de extensión cultural, como cursos de arte e idiomas y conferencias, espectáculos y seminarios, entre otras.
La casa mantiene las características originales y su embellecimiento cuenta con el apoyo cotidiano de la Asociación de Amigos del Museo Almafuerte.
También pintor, docente apasionado, periodista e hijo adoptivo de nuestra ciudad, donde pasó sus últimos diez años de vida, Pedro B. Palacios, "Almafuerte", es uno de los poetas más vigorosos que ha dado el país.

Nacido en San Justo, hoy partido de La Matanza, el 13 de mayo de 1854, a los siete años se radicó en Buenos Aires, donde estudió y descubrió su inclinación por el arte y la docencia. Apasionado, con un profundo sentido de lo popular y de amor por "la chusma", término que para él jamás guardó un contenido despectivo al punto que a su muerte, uno de los homenajes más conmovedores fue el de un humilde trabajador que arrojando una flor sobre su féretro dijo: "Este es el homenaje de la chusma".
El año 1875 es clave: aparecen publicados sus versos primigenios, "Pobre Teresa", drama original en cuatro actos. Becado por la Legislatura de la Provincia, se perfeccionó en pintura en Europa. Entre 1881 y 1887 ejerció la docencia en Mercedes y en Chacabuco, y es allí donde recibió la visita de Domingo Faustino Sarmiento, quien sin dejarlo terminar su discurso de bienvenida lo estrechó en un abrazo y lo invitó a radicarse en Buenos Aires. Pero Palacios respondió: "Yo me quedo en el desierto, y cuando la pampa se haya poblado, me iré de maestro al Chubut".
Estuvo también en Salto y en Trenque Lauquen, donde dejó imborrables recuerdos impregnados en las aulas de las humildes escuelitas en las que ejerció la docencia con inmensa pasión y dedicación. Como periodista se inició en el diario de Mercedes, donde fue redactor y luego jefe; fundó "El Progreso" en Chacabuco y editó más tarde el semanario "El Hogar". También fue director de "El Pueblo" y colaboró en "El Día" de La Plata, entre otras importantes publicaciones.
Su seudónimo Almafuerte comenzó a hacerse conocido en todo el país y en el mundo desde el diario La Nación y las reproducciones de "El Globo" de Madrid. Gran orador y conferencista, fue admirado en innumerables eventos, como en el homenaje que le rindió el Colegio Nacional; en el Teatro Argentino, donde habló en oportunidad del funeral cívico realizado con motivo de la muerte de Bartolomé Mitre, uno de sus célebres admiradores, y en la Exposición Internacional de París en 1879.
Entre su múltiple producción puede mencionarse "El Misionero", "Los siete sonetos medicinales", "Mancha de tinta", "Gimió cien veces", "Confiteor Deo", "La inmortal", "Milongas clásicas" y "Apóstrofe". En 1916, la Cámara de Diputados de la Nación le otorga por unanimidad una pensión vitalicia, durante un homenaje en el que Horacio Oyhanarte y Joaquín V. González fueron los oradores.
Instalado definitivamente en La Plata en la casa de la avenida 66, muere el 28 de febrero de 1917. Sus restos fueron velados en el Salón Dorado del Palacio Municipal y despedidos por Víctor Mercante, Ricardo Rojas, Francisco Barroetavena, Juan Carlos Rébora y Gerardo Giandini.

El horno tiene una base de 2 metros por 1,75 y está a 60 centímetros del piso, y cuenta con una bóveda de 4,30 metros de diámetro y 1,10 de alto. Hace unos 90 años, fue construido con tirantes de ramas de ciruelo, de manera que con el paso de los años la madera fue cediendo y corría el riesgo de caerse porque, en virtud del proceso de deterioro que sufrían, la base y los tirantes no soportarían mucho tiempo más. Para que esto no ocurra, un equipo de restauradores encabezado por Aldo Reyes está trabajando en la consolidación de las partes dañadas para dejarlo en condiciones
El poeta habitó la casa de 66 los últimos 10 años de su vida. En el horno cocinaba diariamente su pan