18 de Junio de 2006 | 00:00
Son pueblos que no están a más de 40 kilómetros de los grandes centros urbanos; son pueblos, además, ricos en producción agrícola y ganadera, con pequeñas y medianas fábricas, comercios, y vecinos, y donde la conexión con el resto de la Región es vital para su existencia. Sin embargo, en Bartolomé Bavio (Magdalena), Oliden (Brandsen) e Ignacio Correas (La Plata) la gente vive situaciones de aislamiento e incomunicación porque los caminos de acceso son intransitables y los sistemas de transporte son insuficientes para cubrir las necesidades más básicas.
Los tres pueblos registran reclamos históricos. Sus vecinos cuentan la cantidad de veces que pidieron a la autoridades comunales y provinciales -por nota o en forma personal- el arreglo definitivo de las rutas. También recuerdan las distintas oportunidades en que cansados de plantear por la vía formal sus demandas, protestaron reuniéndose de a cientos y cortando los accesos.
A Bartolomé Bavio (pueblo de 2.000 habitantes, perteneciente a Magdalena, a 45 kilómetros de distancia de esa cabeza de distrito y a 40 kilómetros de La Plata) se accede por la ruta 54, traza que une las rutas 11 y 36 y por la que sus habitantes están obligados a pasar para llegar al casco de ese partido, a todas las localidades del municipio, a la zona de la Costa y a La Plata. Son 22 kilómetros de pavimento arruinado por el paso del tiempo y del tránsito pesado y que sólo han tenido algunas "mejoras" que sirvieron de parches pero no alcanzan para tapar los pozos en forma definitiva.
Por su actividad (vende maquinaria agrícola) Pedro Puccaco recorre el país en camioneta. "No he visto ruta en peor estado que la 54 y el tramo de la 11 que llega hasta el partido de Magdalena", afirma con pesar el vecino y comerciante de Bavio. A continuación desgrana lo que implica vivir en un pueblo con su camino de acceso intransitable: "es difícil llegar a la unidad sanitaria y a la escuela agraria, donde estudian 450 chicos; ante cualquier emergencia los Bomberos tardan el doble de lo que deberían; el comercio pierde posibilidades de crecimiento, porque ya no pasa la gente que iba hacia a la costa y se quedaba un día en Bavio".
La gente de Bavio tampoco tiene un buen sistema de transporte público que la conecte con las otras localidades, Magdalena y La Plata. Los memoriosos, como Saturnino Leiva, recuerdan los tiempos en que a la zona llegaban varias empresas de colectivos. "En algún momento hubo tres líneas: la 520, el Río de la Plata y el Rápido Argentino. Hoy solamente tenemos el Rápido, que entra pocas veces al día, y las combis particulares, que quien tiene que ir a La Plata a trabajar todos los días no puede afrontar el gasto, porque es un servicio caro", cuenta el hombre que es parquero y hace 26 años que vive en el pequeño casco del pueblo.
En Bavio ahora guardan una ilusión. Después de años de reclamos, la última palabra que tienen de Vialidad de la Provincia es que a fin de este mes se abrirán los sobres de las ofertas presentadas en la licitación para la obra de reconstrucción de la ruta 54. "Esperamos no tener que seguir con las protestas", comentan en la zona.
En Oliden no la pasan mejor. Desde hace unos días se repite en esa localidad de Brandsen de 300 habitantes la situación de estar sin micro. Por 11 kilómetros de asfalto que están en tal mal estado que rompe las unidades, el 307 no llega. El resultado: de los 220 alumnos que recibe el establecimiento educativo del pueblo, sólo están asistiendo entre 30 y 40 que pueden arribar porque sus familias tienen vehículo o porque viven dentro del pueblo. Muchos chicos de Los Hornos que asisten a esa escuela rural dejaron de ir por falta de transporte.
Oliden está a 35 kilómetros de La Plata; tiene tres fábricas de
la industria láctea, criaderos de peces, tres almacenes, una panadería
y una extendida actividad agrícolo-ganadera. "Es triste -dice el
delegado comunal de la localidad, Francisco Russo-. Porque los chicos
no pueden venir al colegio, los camiones que nos abastecen no pueden
entrar y a la gente que trabaja y viene de La Plata le es muy difícil
llegar sin micro".
Según sostiene Russo, para que retornen sin problema los tres servicios diarios que prestaba la línea 307, hace falta arreglar el camino. "Después del corte de ruta de junio del año pasado conseguimos que se llame a licitación para la obra. En octubre se adjudicaron los trabajos, pero todavía no hay ningún indicio de que vayan a empezar", señala el delegado municipal.
IGNACIO CORREAS
En Ignacio Correas no tienen noticias de una obra que esté próxima a realizarse, pero el aislamiento también se siente en esa localidad del partido de La Plata ubicada a 25 kilómetros del eje céntrico local y que también se debe a la falta de un acceso apropiado.
El "casco" de Correas es un almacén de ramos generales ubicado frente a la vieja estación de trenes; por allí pasa gran parte de la vida de la comunidad. Los 500 vecinos que lo habitan viven en un área rural, ganada por las grandes extensiones de campo. Las madres de la zona se quejan de que la elección del colegio al que mandan a sus hijos está determinada por los límites que les pone el camino de acceso. Como históricamente costó entrar y salir del pueblo, no les queda otra alternativa que enviarlos al establecimiento educativo del pueblo. "No somos libres para elegir dónde pueden estudiar nuestros chicos, porque somos el último orejón del tarro del partido de La Plata", dice, con un enojo que lleva años, América Montes de Oca.
Los 8 kilómetros de ruta en mal estado que separan Correas de la zona urbana platense alcanzan para desarmar cualquier vehículo que los transite. Por eso, de tanto en tanto, el ramal 80 de la línea Este programado con seis frecuencias diarias para conectar el pueblo con el centro de la Ciudad, corta el servicio, y la gente de la zona se queda días sin transporte público.
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