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Revista Domingo |INTERES GENERAL

Un velero en el jardín

"¡Vos estás loco!", le dijeron una y mil veces pero no le importó. Con el apoyo de sus dos "chicas" Daniel D' Angelo, un joven geólogo de City Bell, está a punto de botar a "Sirius", un barco que construye en su casa y al que ya considera como un integrante más de su familia Fotos: Nacho DillionPor MARÍA VIRGINIA BRUNO

Un velero en el jardín

Un velero en el jardín

20 de Abril de 2008 | 00:00
El auto familiar quedó sin garage. Es que el lugar en el que normalmente se resguardaba lo ocupa, desde hace poco más de dos años, "Sirius": un velero oceánico de 9 metros de largo y 3,10 de ancho que ya está a punto de salir a probarse en las profundidades del mar.

Daniel tiene 38 años. Hace siete que trabaja en Brasil haciendo perforaciones petroleras. Allí descubrió que había mucha gente que se dedicaba, en sus tiempos libres, a construir sus propios barcos y que había diseñadores que vendían los proyectos. La idea ya lo tentaba y el día que por fin pudo ir a navegar con un compañero de trabajo volvió "fascinado". El también quería sumarse a este desafío.

"A mí siempre me gustó hacer de todo. No aprendí en ningún lugar, pero me doy maña para muchas cosas", cuenta, sentado en el living de su casa, con su hija Florencia y su esposa Carina, quién afirma que "cuando me consultó sobre el proyecto y que tenía ganas de comprarlo le dije que sí y nos metimos de lleno en esto".

Todo un desafío

Daniel nació en Caleta Olivia. Pasó su infancia en contacto directo con el mar. Cuenta que siempre le gustó la navegación pero "natural, sin motores". Le gustaba mucho remar y hacer windsurf. A los 18 años se vino a estudiar a La Plata y fue dejando de lado esa pasión que, sin darse cuenta, permanecía latente.

En noviembre de 2005 recibió los planos del Samoa 28 desde Brasil. "Lo primero que hice fue sentarme a interpretarlos. No fue fácil. Más para alguien que está totalmente alejado del tema. Era información muy básica y por eso me fui metiendo en foros de internet en donde me dieron consejos muy útiles".

Con Carina hicieron un curso de timonel en San Isidro. Comenzaron a meterse en el mundo de la náutica a vela juntos y les encantó. El apoyo de las "chicas" fue fundamental. "Estos proyectos o unen o desarman a las familias. Si no tenés aval es muy complicado poder terminar bien", opina Daniel.

Desde entonces, cada rato libre que tiene cuando no trabaja, abre la puerta de entrada principal de su casa y sale al jardín. Allí, Sirius lo espera. "Cuando ellas no están, estoy ahí. Y cuando ellas están...también", expresa con picardía y se rien en familia quizás recordando alguna que otra anécdota en las que la palabra "prioridad" habrá asomado en alguna discusión.

De todos modos, todos aseguran estar muy felices con esta experiencia. "Nosotras estamos orgullosas de él. Es admirable la energía que tiene y cómo lo fue realizando", asegura Carina en nombre de la pequeña Flor, quién también ha puesto manos a la obra en el velero en el que pronto navegará.

"Creo que el momento más lindo de este proceso fue cuando dimos vuelta el casco; fue muy fuerte. Recién ahí tomé conciencia del tamaño que tiene y de lo que estaba haciendo. Si pasás esa etapa lo vas a terminar. Si ahí te quedaste, te hacés un asado con las maderas que usaste", asegura Daniel muy orgulloso de su obra de la que dice que "yo me metí sin pensarlo. Sabía que en dos o en veinte años lo iba a terminar".

Nada en la naútica es barato. "Nosotros, lo aprendimos tarde", asegura el joven matrimonio. Para realizar un proyecto así se necesitan entre 20 y 30 mil dólares. "Y es por eso que si tuvieras que analizar lo que te va a salir te amedrenta mucho y por ahí no te animás", afirma Daniel quien también cuenta que ya llevan gastados 18 mil dólares.

Para mayo, el velero que lleva el nombre de la estrella más brillante después del Sol, estará en el agua. Después de un poco más de dos años "ya lo terminás queriendo como un hijo. No lo podés dejar inconcluso. Por más que después lo vendas o lo des en adopción", manifiesta Daniel quién se siente muy "ansioso" por ver como concluye este gran proyecto en el que invirtió tanto esfuerzo y por el que ni siquiera el grave accidente que tuvo en la mano izquierda trabajando en él, lo hizo pensar en la idea de renunciar.

De errores se aprende

En la página del diseñador del proyecto (www.yachtdesign.com.br) se hacen muchas referencias a "Sirius" que, si bien no es el primer Samoa 28 vendido, es el que hoy en día está más adelantado.

Es por eso que Daniel se ha convertido en un "referente" de mucha gente que se animó y está construyendo su primer barco. A través de la página http://ar.geocities.com/velerosirius, Daniel va relatando y ejemplificando con fotos el día a día de su obra desde que comenzó hasta la actualidad.

"Todos los que compran y están construyendo me preguntan. Es muy buena la parte de experiencia que yo les puedo transmitir a los que vienen. Porque hay un montón de cosas que yo las hice mal con las ansias de ver al barco con forma", asegura Daniel quién concluye con una certera frase que alienta a todos aquellos indecisos a embarcarse en este tipo de desafíos: "el velero tiene 10 mil imperfecciones; pero lo hice yo y eso es impagable".

Cómo se construye

El proyecto Samoa 28 está pensado para un constructor amateur. Para hacer más fácil su acceso, los diseñadores pensaron en un método constructivo que consiste en construir el casco con listones de madera liviana ( Daniel utilizó Kira) sobre mamparas provisorias. Una vez cerrado, se aplica una laminación de fibra de vidrio sobre el material de “sandwich“, lijándose posteriormente.
Una vez dado vuelta el casco se quitan las mamparas y se aplica una laminación de fibra de vidrio en epoxy en el interior, logrando una rigidez suficiente para que no sufra modificaciones. Luego se fijan los refuerzos internos, se construyen los muebles y, finalmente, se fija la cubierta sobre latas de madera moldeada.
La cocina, mesa de navegación y el baño son ubicados cerca de la manga máxima del barco. En la popa está la cabina del propietario, con cama de matrimonio y un sofá. Por detrás del baño hay un depósito para velas y otros equipamientos naúticos.
Los diseñadores aseguran que este velero con su moderna silueta y características de barco de crucero y regata, se destina a tornarse famoso en muy poco tiempo.



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