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Espectáculos |TEATRO EN LA PLATA

Bestia yo, bestia tú, bestias todos

La cíclica relación entre padres e hijos -en una mirada ácida y actual- es la propuesta del dramaturgo y director Emiliano Dionisi en “Los Monstruos”, su multipremiado musical que mañana llega a la Ciudad

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20 de Octubre de 2016 | 00:49

MARIA VIRGINIA BRUNO

Incómodamente actual, filosa, irónica y con planteos políticamente incorrectos “Los Monstruos” tiene, también, momentos desopilantes, buena música y una actuación soberbia de una dupla de actores/cantantes -Mariano Chiesa y Natalia Cociuffo- que son padres e hijos en un escenario magnético que se transforma en un desfile emocional extremo.

Por algo será que desde su estreno, en septiembre del año pasado, la pieza musical con dramaturgia y dirección de Emiliano Dionisi y música y letras de Martín Rodríguez no deja de agotar entradas en la cartelera porteña. Un fenómeno de taquilla que, además, se traduce en crítica y premios: cuatro Florencio Sánchez, un Trinidad Guevara, un Argentores, siete Hugo -incluyendo el Oro- y cuatro humeantes ACE.

“Los Monstruos” participó del programa intensivo de creación dramatúrgica y composición en teatro musical, una iniciativa que surge en conjunto entre la Bienal de Arte Joven Buenos Aires y El Teatro Picadero para fomentar la producción, circulación y desarrollo del teatro musical nacional. La obra resultó ganadora de la convocatoria, recibió financiamiento y las tutorías de Pablo Gorlero y Joaquín Bonet. Hasta el 9 de diciembre será parte del ciclo Bienal en Escena, con funciones en la sala porteña de Enrique Santos Discépolo 1857 los lunes y miércoles a las 20.30.

Ahora, en el marco de una serie de presentaciones por el interior del país, “Los Monstruos” llegará mañana a La Plata, con una esperada presentación en el Coliseo Podestá, 10 entre 46 y 47, aunque en versión pocket, sin la banda en vivo.

“El rol del dramaturgo es estar siempre con las antenas paradas, y absorber como una esponja qué es lo que late en la calle. Si uno presta atención hay cosas maravillosas y tremendas todo el tiempo”

 

En la pieza, Claudio y Sandra saben que sus hijos tienen cualidades únicas, que los separan del resto de las personas. Ellos son especiales aunque es cierto que tuvieron algunos problemas de conducta, que no hacen amigos fácilmente y que casi nunca los invitan a los cumpleaños. Por ello es que sólo un buen padre sabe proteger a su hijo de un mundo monstruoso...

Dice Emiliano Dionisi (30), en diálogo con EL DIA, que cada vez que termina la función de “Los Monstruos” no falta alguien que le pregunte: “¿Tuviste una infancia difícil, no?”. Y el joven actor, director y dramaturgo aclara, entre risas tímidas, que las situaciones que se desatan en su obra nacieron, quizás, del mismo contraste entre su feliz niñez -de crianza con libertad y amor- y aquellas teñidas de negro, de aquellas que fueron interrumpidas o violentadas.

En la pieza, el espectador comienza sintiendo rechazo por algunos personajes y entiende, en un análisis apresurado, que cómo los hijos no van a ser “especiales” con los padres que tienen (monstruo yo, monstruo tú, monstruos todos). Pero con el correr de la historia, los sentimientos cambian con la rapidez de una cachetada: el rechazo transmuta en lástima, la lástima en culpa, la culpa en dolor, el dolor en bronca y la bronca en impotencia.

“La obra habla de las relaciones, los miedos, las cosas truncas, las expectativas. Hay algo puesto ahí: cómo uno puede proyectar cosas en un hijo y qué pasa cuando no se cumplen o no salen como uno quiere. Es algo cíclico: Uno es el resultado de lo que le dieron. Uno es esa cosa cíclica entre lo que hicieron de él, y lo que uno hace con eso y cómo uno lo lleva adelante”, reflexiona el autor, actor y director de la también premiada “Romeo y Julieta de bolsillo”.

Dionisi cuenta que descubrió -con el crecimiento de su pieza teatral- que uno va “repitiendo patrones de conducta por la vida” y que a veces, queriendo ser algo completamente distinto a lo que a uno le inculcaron, “se pasa del otro lado, a lugares que no están tan buenos”. Eso, claramente, lo tradujo en la obra que se presenta como un punzante reflejo de nuestra realidad.

Sandra y Claudio son, además, Lola y Pato, sus hijos. Y, en un pequeño momento, son también sus propios padres. Registros y matices actorales se visten y desvisten en escena, en un desgaste físico y emocional para estos grandes referentes del musical, como son Cociuffo y Chiesa, dos “monstruos” de la interpretación y quienes rompen con todos los prejuicios de un género todavía mirado con recelo.

Dionisi, que por estos días está muy ligado a La Plata, dirigiendo los ensayos de la nueva producción propia del Coliseo Podestá “Juan Moreira” que se estrenará en noviembre, se refiere a cómo se fue encontrando con esta obra que, revela, surgió de una idea chiquita y que fue mutando con el correr de los días.

“Este era un tema que me resultaba conmovedor, y empecé a indagar en esos lugares: la idea de los niños monstruosos, que no se comportan como deberían, o que tienen actitudes que no son demasiado comprendidas o desfasadas para su edad. Empecé a escribir sobre eso. Y después la obra comenzó a crecer sola. Como si empezara a pedir cosas por necesidad. Aparecieron los padres de esos niños y cómo dialogaban con ellos. Y el tema se fue ampliando hasta construir esa criatura que es, y a encontrarle el tono también. Me lo imaginaba distinto a lo que después fue”, asegura el autor.

Inquieto y explorador de nuevos terrenos, Dionisi remarca que suele comparar el proceso de producción de su obra con la experiencia de tener un hijo: “Uno le pone muchas expectativas, uno le enseña lo que tiene que hacer o ser, y después empieza a tener cualidades propias: y ese ser ya no es más tuyo, empieza a tener necesidades e inquietudes independientes, y se convierte en un ser casi por fuera de uno, que es el padre. Así que estoy como viendo crecer a la criatura”, se ríe.

Sin ser papá, Emiliano se refiere a cómo logró reflejar situaciones tan puntuales en “Los Monstruos”, una lectura que se la dio su experiencia autoral. “Es la observación”, aclara y continúa: “No hace falta ser padre para ver lo que pasa en la calle, entre amigos y familiares... Hay cosas que por supuesto escuché de mis padres, o que yo imaginé cómo serían si fuera padre, y después del mundo imaginario del que uno se puede nutrir y que está a nuestro alrededor. El rol del dramaturgo es estar siempre con las antenas paradas, y absorber como si uno fuese una esponja qué es lo que late en la calle, en el colectivo. Si uno presta atención hay cosas maravillosas y tremendas todo el tiempo”.

El detallista e inteligente texto de Dionisi se completa y potencia con la música y letras de Martín Rodríguez. Una dupla que se formó especialmente para este proyecto: Emiliano quería participar de la Bienal, tenía una idea pero no un compositor. Así que le preguntó a un conocido, como suele suceder cada vez que se necesita algún profesional. Y su amigo le recomendó a Martín por dos cosas: “Primero por su talento, porque realmente es muy bueno, y después porque vivía cerca de mi casa -él vive en Ingeniero Maschwitz y el músico en Tigre-. Aunque parezca una pavada, es muy difícil encontrar alguien cercano”, cuenta entre risas.

El fenómeno escénico de la temporada nació, paradójicamente, en una estación de servicio. Allí se encontraron por primera vez, Dionisi le entregó una escena y Rodríguez le contestó con una canción. Lo demás, dice el dramaturgo, fue el destino. “El proceso fue hermoso: nunca tuvimos ni un para atrás. Simplemente, era como ir conociéndonos. La amalgama fue de entrada. Fue todo muy disfrutable, hasta el día de hoy. Porque son esas cosas que hacés desde la intuición, de la alegría de encontrarte con alguien que te parece copado lo que hace, y todo esto como resultado no lo podemos creer”, destaca.

El aporte de Rodríguez es lo que hace vivo el espectáculo. “El músico está atento a lo que el actor propone. Hay días que los actores están más acelerados, otros más tranquilos. Y ahí, en ese cruce, es donde el espectáculo explota”, dice el director. En la versión original, flanquean la escena, con su consolidada propuesta, Juan Pablo Schapira (teclado y guitarra electroacústica), Matias Menarguez (batería), Martín Rodríguez (guitarra) y Gianluca Bonfanti Mele (bajo). El título de la propuesta, concluye Dionisi, nació del interés en la doble acepción de la palabra: “Por un lado el monstruo como la persona cruel y despiadada que causa dolor, y por otro lado el monstruo como el personaje típico de la literatura infantil, y del que los niños deberían dejar de temer cuando crecen”. Aunque esto último no siempre pasa.

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