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Opinión |TENDENCIAS

El acuerdo con el FMI despejó el temor a un default, pero subsisten interrogantes

Por RICARDO ROSALES

RICARDO ROSALESprensa.rosales@gmail.com

2 de Octubre de 2018 | 01:30
Edición impresa

Apretón monetario, bandas de flotación, déficit fiscal cero y, sobre todo, dólares suficientes como para que la Argentina cumpla con sus compromisos de deuda este año y el próximo. Otra vez el Fondo Monetario Internacional salva a la administración del presidente Mauricio Macri de una “tormenta” mayor que, más allá de los eufemismos usados, se trata de otra crisis recurrente del país en la cual los acreedores desconfían de la capacidad de pago de la Argentina.

Tras varios default, pero en especial el inaugurado en el 2001 con el voto del Congreso y el aplauso de los legisladores, la credibilidad crediticia del país cayó a los sótanos del mundo. Los años de gestión K convalidaron esa desconfianza que, con la llegada a Macri comenzó a cambiar. Pero luego de dos años de gradualismo, inmune a la reducción del gasto público, con fuerte endeudamiento, la crisis de la deuda reapareció en toda su magnitud.

El dato, de los 57.100 millones de dólares aportado por el Fondo Monetario, tuvo un efecto inmediato en la plaza financiera: los bonos de deuda argentinos valuados en dólares subieron, bajó el riesgo país, y se desarmó la espiral de dudas respecto a que habría un default de la deuda en el gobierno de Macri. El resto del programa, entre tanto, sigue en dudas sobre su efectividad o viabilidad.

El más debatido en la última semana es el monetario, sostenido sobre un esquema de control estricto de la base monetaria, que debería mantenerse constante hasta junio del 2019 y una “banda” bastante amplia, para que el dólar oscile sin que intervenga el Banco Central. La banda tiene un piso de 34 pesos y un techo de 44 pesos, que se ajustará mensualmente al 3%.

La nueva estrategia del Banco Central, con Guido Sandleris como titular, se inaugura tras el fracaso de las “metas de inflación” defendidas por Federico Sturzenegger y la anarquía de Luis Caputo. Las metas naufragaron en la ausencia de credibilidad del Banco Central y la falta de solvencia fiscal. En síntesis, con un déficit muy alto que no bajó, poco y nada había para imaginar en un éxito antiinflacionario. El desequilibrio de los pesos fue a las Lebac que desembocaron en una crisis monumental. En la corta gestión de Caputo, las reservas líquidas del Banco Central volvieron a ser dilapidadas. Aunque en esta oportunidad, esos dólares fueron aportados por el Fondo Monetario que, finalmente impugnó ese camino.

“Si la demanda de dólares supera la banda oficial, el margen de intervención del Banco Central es limitado”

 

Con el flamante programa monetario, surgen interrogantes inevitables. En la visión optimista, si el dólar no se escapa de las “bandas” definidas, las probabilidades de éxito son importantes para lograr una estabilización de la inflación. Aunque queda el interrogante del apretón monetario, con tasas del 65%, que en el corto plazo son muy recesivas y, en un mediano plazo (más de tres meses) podrían generar otro monstruo financiero con las Leliq, el nuevo instrumento hacia el cual los bancos canalizarían sus fondos. En medio de la recesión, la demanda de créditos se desploma y esos pesos en poder de los bancos irían a aumentar el stock de Leliq.

Con una visión menos optimista, si la demanda de dólares supera la banda oficial, el margen de intervención del Banco Central es limitado y allí podría ocurrir otra corrida con más inflación. La inmovilidad de la base monetaria es considerada muy rudimentaria por algunos economistas, dado que si bien la oferta se mantiene constante, nadie sabe como respondería la demanda de pesos. Por el momento todo indica que el Banco Central podría volver a subir los encajes bancarios para compensar esa menor demanda. ¿Hasta donde? Difícil de calcular, adicional a la expansión que ocurriría con las Leliq que devengan tasas astronómicas, como en la peor época de las Lebac.

En otro plano están las negociaciones políticas alrededor del Presupuesto y los alineamientos partidarios en vistas de la elección presidencial de 2019. Aunque parezcan independientes del programa con el Fondo Monetario, la verdad es que están muy interrelacionados. El organismo internacional y detrás, la administración Trump y otros países del G6, respaldan a Macri y rechazan el regreso de alguna opción populista. De manera que este respaldo financiero se convierte en un claro mensaje para el próximo presidente electo, de perder el macrismo, para mantener un rumbo económico que no desemboque en otra crisis cambiara y de riesgo de default. Como se indicó, el acuerdo con el Fondo Monetario cubre los vencimientos de deuda durante la gestión de Macri. A partir del 2020, las cuentas financieras vuelven a quedar desfinanciadas.

 

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