De El Carmen, a escenarios de primer nivel: la Orquesta Escuela brilla más allá de lo social

Nacida en 2005 en el barrio El Carmen, bajo la coordinación del Maestro Juan Carlos Herrero, la Orquesta Escuela de Berisso ha crecido tanto en su programa social -orientado a la atención de chicos en situación de vulnerabilidad sociocultural- como en nivel artístico, siendo cada vez más convocada para ser parte de importantes conciertos en prestigiosos escenarios locales, nacionales e internacionales.

En estos 13 años, la matrícula inicial de 20 alumnos creció exponencialmente hasta cobijar, en sus diferentes formaciones que van entre los 5 y los 23 años, a más de 500 chicos, no sólo ya de Berisso sino, también, de la Región, cubriendo espacios como el Club Español, el Teatro Argentino, el Centro de Bioquímicos y la UTN, entre otros.

El nivel artístico de sus integrantes ha quedado demostrado en los últimos años con presentaciones, grupales o solistas, en países como Venezuela, Estados Unidos, Brasil, Francia, República Checa y Alemania.

Sin embargo, cada vez que se menciona la Orquesta Escuela de Berisso se tiende a pensar más en el loable trabajo social que lleva adelante que en su nivel artístico, el que la lleva a seguir siendo convocada para presentarse en los escenarios más destacados.

El mes pasado, por caso, bajo la dirección del maestro José Bondar, la Camerata ofreció un concierto en el Salón de Honor del CCK, en el marco del VII Festival Latinoamericano de Cellos.

“Este año se dieron nuevas oportunidades que te muestran que el proyecto, además de tener un lado social y de contención, también apunta a un alto nivel artístico. Los chicos, si bien al principio están resguardados en este proyecto, en un momento empiezan a madurar musicalmente, y se empieza a notar un producto que realmente es muy bueno”, aseguró Jonathan Miranda Figueroa, alumno y actual docente del proyecto, quien en el pasado concierto en el CCK fue distinguido con una Mención de Honor del premio Nicolás Finoli.

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En relación a la consolidación de la agrupación, en un nivel de altísima categoría, el joven músico que se ha presentado como solista en conciertos en diferentes lugares del mundo, destacó que, como todo proyecto, “empieza desde abajo y después cuando aparece cierto nivel que calificamos como bueno tarda un poco en ser reconocido”.

Asimismo, destacó que en ese proceso de reconocimiento es indispensable la constancia en la tarea que llevan adelante, “al militar el trabajo, tocar, estudiar y hacer que los chicos sigan practicando porque ahí empiezan a aparecer las nuevas oportunidades”.

Según contó, fueron en las últimas presentaciones donde los colegas se les empezaron a acercar, sorprendidos por el nivel, invitándolos a sumarse a diferentes eventos.

“Nos pasó en el CCK, cuando se nos acercó el cello solista de la Sinfónica Nacional, José Araujo, para pedirnos si podía tocar de solista con la Camerata; hemos recibido también a un solista del Conservatorio de Madrid que es docente y que ha tocado como solista en la Camerata; y también otros varios solistas de la Sinfónica Nacional se nos han acercado”, contó el cellista de 25 años, que se sumó a la OE a los 17.

Consultado a la existencia de un prejuicio en el ambiente, en relación al valor artístico de una agrupación que nace de un proyecto social, destacó el contexto sin vicios en el que se mueven los chicos y que hace, por eso mismo, que el grupo crezca sin esa mirada externa que, a veces, se torna contaminante.

“Pensamos que todos los proyectos sociales tienen que hacer un proceso hasta tener un logro de calidad, no solamente una contención transitoria. Además de potenciar la parte social, creemos que es muy importante crear un producto artístico de calidad”, agregó.

Giuliana y Emanuel García son hermanos y hace ocho años que forman parte de la Orquesta Escuela. Ella, la semana pasada, a puro “nervio y emoción”, tuvo la oportunidad única de participar como solista de cello de la función de la Camerata en el CCK. Cuenta que se sumó al proyecto cuando por su escuela pasaron algunos integrantes para contar de qué se trataba y, seducida “por el sonido”, se sumó. “Al principio lo tomaba como un juego, no sabía qué era un instrumento. Pero con el tiempo fui aprendiendo y quedé encantanda por los sentimientos que brotan cuando tocás. Por eso quiero dedicarme a esto”, manifestó, agradecida por las nuevas experiencias a las que se enfrenta gracias a la OE.

“Además de potenciar la parte social, creemos que es muy importante crear un producto artístico de calidad”

Su hermano, por su parte, se luce con su clarinete: “Pensaba que iba a ser más fácil, pero rápido me di cuenta que no, que se tornaba bastante complicado; así que tuvimos que poner mucho empeño en casa, estudiando las cosas que nos daba el profesor para poder ir creciendo. Hoy en día creo que todo ese estudio que hubo anteriormente, está valiendo la pena sobre todo porque hoy en día soy el que tiene los solos. Es un proyecto muy lindo que te hace vivir cosas nuevas todo el tiempo, como viajes, conciertos y emociones”.

Katherine Vargas, de quince años, optó por el violín al azar. También, como los hermanos García, conoció el proyecto en la escuela primaria, y porque varios amigos y compañeros se habían sumado. “Entré para ver si me gustaba y con el tiempo fui viendo que es algo que te abre muchas posibilidades. La gente que conocés es muy diferente a la que ves en el barrio, y también podés conocer muchos lugares”. A ella, la emociona el sólo hecho de pensar en lo que está por venir, porque lo ya ha pasado ha sido “hermoso”.

En su formación de Camerata, la Orquesta Escuela de Berisso, se presentará mañana a las 12 en el Auditorio de la Usina del Arte (Caffarena 1, esquina Av. Pedro de Mendoza), interpretando obras de Fauré, Grieg, Schubert y Marquez. La entrada será gratuita y se entregarán hasta dos por persona desde dos horas antes de la función.

Por delante, la agrupación tiene previstos conciertos en la República de los Niños (el 20 de mayo, con la presencia de Hugo Figueras), en el Coliseo Podestá y en el Anexo del Senado bonaerense, antes de iniciar, en septiembre, una mini gira por Perú, en el marco de un proyecto de intercambio cultural con orquestas similares de otros rincones del mundo.

Sin sede propia,los chicos contaron que, próximamente, empezarán a construir la tan anhelada casa propia, algo que los tiene muy entusiasmados. “Antes estábamos más concentrados en tocar música y hacerlo de la mejor manera posible, y ahora hay cosas que por ahí nos van a llevar mucho tiempo pero lo tomamos como un sueño. El hecho de tener un espacio propio donde podamos dar conciertos no tiene precio, porque a veces es complicado conseguir lugares donde meter una orquesta de 120 ó 200 personas. Por eso está la necesidad de tener un espacio artístico y un núcleo donde los chicos puedan congregarse una vez por semana como lo seguimos haciendo en la Escuela 25 del barrio El Carmen”, cerró Jonathan Miranda.