Tras casi 600 amenazas de bomba crean un gabinete especial para investigarlas

Como si faltara algo para interrumpir el normal desarrollo de las clases, no hay día que en alguna escuela de la Región o incluso en más de una, sin distingo de niveles, no deban suspender la actividad por una amenaza de bomba. En esta ola desenfrenada de intimidaciones, que suman de a cientos en los últimos meses, Berisso, con una escalada ascendente que arrancó en marzo y siguió hasta estos días, contabiliza 408 falsas alarmas y es, con ese número y por lejos, el distrito más castigado. Según datos suministrados por el ministerio de Seguridad, durante el mismo lapso, en establecimientos educativos de La Plata se recibieron 141 llamadas de alerta y en Ensenada 40.

Ahora, para intentar frenar la ola, preparan una fuerte embestida judicial y policial a fin de dar con los autores de los llamados: todas las causas por intimidaciones públicas quedarán unificadas en la fiscalía a cargo de Juan Cruz Condomí Alcorta; se creó, además, un gabinete especializado que se ocupará de investigar cada amenaza. La nueva división, que funcionará en la DDI local, tendrá acceso a tecnología de avanzada en materia de rastreo y triangulación de llamados, con lo que esperan acelerar las intervenciones policiales. Se completará, aseguran, con una embestida judicial contra los autores de los llamados. Ayer, en tanto, detuvieron en Tolosa a un menor al que vinculan con 20 amenazas a una escuela técnica (ver página 17).

En Tolosa ayer cayó un menor de 13 años al que acusan de realizar cerca de 20 amenazas de bomba

Se sabe lo que ocurre en un colegio o en un jardín de infantes cada vez que suena un teléfono y se recibe una llamada que anuncia la existencia de un explosivo. Aunque ya a esta altura se descarta que tal amedrentamiento carece de una base real, es imposible pensar en no evacuar el edificio escolar: se trata de un riesgo que de ninguna manera se puede correr y por lo tanto hay que suspender las clases y desalojar la sede educativa de alumnos, docentes y personal.

A veces -y es más común de lo que se cree- una única amenaza alcanza a más de una escuela. Esto es porque hay complejos edilicios que albergan a distintas ramas de enseñanza y donde suena la alarma en un establecimiento se debe evacuar la totalidad de las instituciones, inclusive las lindantes. Uno de los casos más paradigmáticos en ese sentido es el del Normal 3, que en la última semana terminó suspendiendo las clases todos los días en ambos turnos. En la manzana de las calles 58, 8, 57 y 9 se sitúan, además de ese colegio secundario, la primaria 1, el jardín de infantes 951 (todos estatales) y el Sagrado Corazón (de gestión privada). Como una suerte de peregrinación marchan ante cada intimidación las cuatro comunidades educativas hacia el playón del ministerio de Infraestructura -7 entre 58 y 59-, donde la población escolar se pone en resguardo mientras que la Brigada de Explosivos revisa las instalaciones blanco de la alarma y garantiza así que el lugar está fuera de peligro.

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Esta situación, que viene sucediendo desde el inicio del ciclo lectivo de este año es, además de muy grave, por demás curiosa. Llama mucho la atención que las autoridades policiales y judiciales no puedan frenar las amenazas de bomba constante en las escuelas. Tantas y tan repetidas son que el viernes pasado, por caso, en Berisso, el área de Seguridad del municipio contó, en ese solo día, 15 falsas alarmas.

Según las estadísticas de la cartera bonaerense de Seguridad, en Berisso se registraron en marzo una llamada intimidatoria; en mayo, 7; en junio, 110; en julio 85 (bajó la cifra en coincidencia con el receso de invierno); y en agosto 205. Dentro de los establecimientos escolares platenses, se detectaron una amenaza en febrero, 2 en marzo; 4 en abril; 7 en mayo; 44 en junio; 28 en julio; y 55 en agosto. Ensenada es la comuna menos atacada, con 1 falsa alarma en marzo; 6 en abril; 7 en mayo; 20 en junio; 2 en julio; y 4 en agosto. Desde el mismo ministerio se recordó que siempre que el 911 recibe este tipo de alertas se cumple con el protocolo policial de prevención específico para neutralizar cualquier artefacto explosivo.

El despliegue de fuerzas de seguridad que pone en acción cada amenaza de bomba es enorme. Una vez que el 911 recibe la llamada suenan todas las alarmas; se avisa a la Dirección de Explosivos y se hace presente en el lugar un móvil con dos peritos en explosivos. Para estos procedimientos se utiliza un camión especial capaz de contener y trasladar explosivos. Actúa también personal policial de la comisaría más cercana al sitio que recibe la amenaza de bomba. Junto con las autoridades de la institución se procede a la evacuación del lugar y se realiza una inspección ocular interna y externa, revisándose de forma exhaustiva rincón por rincón del establecimiento amenazado.

ENTRE EL TEMOR Y EL HARTAZGO

Blanca Villarreal tiene un hijo que concurre al tercer grado de la Escuela 119 (calles 197 y 46, Lisandro Olmos). “Hubo amenazas de bomba el martes, el miércoles, el jueves y el viernes. Después de dos días consecutivos con la evacuación a un campito cercano a la escuela decidí que mi nene no fuera a clases los dos últimos días y ahora creo que el lunes tampoco lo voy a mandar. Hasta que esta situación no se controle no va a ir, porque yo no me quedo tranquila; no está seguro en la escuela”, planteó la preocupada madre.

También los alumnos, sobre todo los mayores, los que asisten a los años del secundario, señalan la profunda inquietud que le causa esta seguidilla de amenazas de bomba. Santiago Nicolino, vicepresidente del Centro de Estudiantes del “Manuel Belgrano” -9 y 38-, contó que “todos los días tenemos que salir del colegio y caminar hasta la plaza Olazábal; es cierre de trimestre y terminamos dando examen ahí”. En ese caso, remarcó el joven, el espacio verde de 7 y 38 lo comparten con la comunidad educativa de la escuela primaria y el jardín de infantes de 8 y 38. Eso cuando el clima acompaña, pero han habido días de lluvia que ante el llamado de alerta las autoridades del establecimiento tuvieron que optar por devolver los chicos a sus hogares.

En Berisso es tal la magnitud del problema y son a veces tantas las amenazas de bomba en un solo día, que Defensa Civil de ese municipio no da abasto para cubrir tanta prevención y tiene que apelar entonces a la intervención de los Bomberos Voluntarios, lo que significa un gasto de energía y recursos excesivo para una situación que termina siendo falsa pero que de todos modos no se puede dejar pasar. “Cada vez que nos convocan hay que citar a los voluntarios, que tienen que abandonar sus trabajos para cubrir la emergencia; además gastamos combustible de manera innecesaria y movilizamos recursos que si llega a haber una emergencia verdadera puede llegar a ser un problema estar perdiendo el tiempo en una falsa alarma”, precisó el jefe del cuartel de Berisso, Roberto Scafati.