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Dopazo, el goleador del campeón centenario: “Dejamos una linda historia en el Club”

30 de Enero de 2019 | 08:56

Metió tres goles en un partido siendo marcador de punta, tocó el cielo con las manos en la Copa Centenario y fue subcampeón del torneo local en 1995, todo con la camiseta de Gimnasia. Hoy, lejos del fútbol y dedicado al rubro del transporte, Sergio Dopazo atesora un gran recuerdo: haber sido el goleador del campeón.

Dopazo vivió experiencias dulces y sinsabores vistiendo la camiseta albiazul. Llegó al Lobo en 1985 y estuvo 10 años, hasta que jugó su último partido en diciembre del 95.

El ex defensor se enorgullece de haber sido integrante del equipo que se quedó con la copa que celebraba el centenario del fútbol argentino bajo la tutela de la dupla Carlos Ramaciotti y Edgardo Sbrissa primero y de Robrerto Perfumo después, y aseguró que fue la base para pelear el torneo de 1995.

Tocamos la gloria en el 94 cuando fuimos campeones de ese torneo Centenario, ahí comenzó a formarse el grupo del 95, sobre todo en la parte humana y eso fue primordial. Y después cuando llegó el Viejo Griguol nos dio esa inyección... Aunque ese era un equipo voluntarioso de mucho esfuerzo, porque no era un gran equipo como sí era el del 96, en el que jugaron Márcico, Albornoz...ese era un equipo que jugaba muy bien”, señaló, aunque recordó orgulloso: “De ese campeonato (Centenario) salí goleador del equipo con tres goles”.

Para el Cabezón, esa generación es una porción de historia para Gimnasia: “Pueden pasar los años y las generaciones, pero dejamos una linda historia. Dejé la vida en el Club. Lo que tengo, lo tengo gracias al Club, he conocido gente espectacular que me sigo viendo”, aunque cree que muchos de “los chicos de adentro no fueron debidamente reconocidos

“LO DEL 95 DOLIÓ EN EL ALMA”

Más allá de que dio pelea hasta el final, ese grupo que perdió el partido clave contra Independiente fue bastante castigado por el clamor popular. Para Dopazo era un equipo limitado que dio todo lo que tenía pero al que lamentablemente no alcanzó para lograr el título que se terminó llevando San Lorenzo.

"Lo del ‘95 nos dolió en el alma a todos los chicos que estábamos en el Club. Siento que no supieron reconocer ese esfuerzo que hicimos, las ganas que pusimos. Uno ha puesto plata del bolsillo para que las cosas puedan seguir encaminadas y que estemos bien. El dolor mío fue que muchos no entendieron que el grupo dejó todo, desde el primero al 25 y al cuerpo técnico”.

Su dignidad y la de algunos de sus compañeros de ese momento fueron puestas en duda, ya que se los tildó de “vendidos” y de que habían “ido para atrás” contra el Rojo. Sobre esas habladurías y acusaciones, manifestó que en su momento golpearon fuerte.

“En el ambiente del fútbol nos conocemos todos, sabemos quienes somos. Estoy muy tranquilo con lo que hizo ese grupo. Si me decían de ir a la guerra con ese grupo, yo iba. Con Ortiz, Morant, Sanguinetti, Bianco, Guillermo, Gustavo, la verdad que nada que decir de ese grupo. Ya está, pasó el dolor, yo podría haber quedado en la historia y resigné mucho para que podamos salir campeones. Quedamos en la historia de todos modos porque salimos campeones de la Centenario y peleamos el campeonato del ‘95 hasta el final, así que no tengo nada para reprocharme”.

Respecto a si pudiera volver el tiempo atrás y posicionarse en la previa de ese partido para poder darle otro final al cuento, hay algo que él cambiaría. “Nos equivocamos quedándonos en Estancia. Creo que la presión nos jugó una mala pasada. Habíamos ganado partidos muy difíciles como con Argentinos Jrs faltando tres fechas con los goles míos de penal, a Ferro con gol agónico de Lagorio...el equipo venía jugando mal pero ganaba y teníamos un profe de primera como Javier Valdecantos”.

LEJOS DEL FÚTBOL

Hoy no reniega en absoluto de haberse desligado del ambiente que lo cobijó durante mucho tiempo. Quizás el sacrificio sea mayor y los días se le hacen un poco más largos, pero asevera que la calidad de vida en el campo es superior. Lo contactaron algunos clubes pero no quiere cambiar. Está mejor así.

No me volqué a la parte futbolística porque decidí tener calidad de vida. Estuve con el “Chaucha” Bianco en Arsenal y fue una experiencia hermosa, y con dos amigos como el Indio Ortiz y Pablo Morant en Huracán de Tres Arroyos, en otra linda experiencia. No tengo ganas de despegarme de Chacabuco, quiero estar tranquilo, en familia y con amigos. Y eso es un poco por lo que no me dedico al tema del fútbol. Sé que tengo mucho para dar, muchos clubes de la zona e incluso Sarmiento de Junín me vinieron a preguntar, pero yo estoy tranquilo acá, con la familia”.

El “Cabezón” también cree que en el fútbol hay mucho de ingratitud aunque aseguró no tener nada para reprocharse por lo que hizo dentro de la cancha. Dice que apoya la cabeza en la almohada y duerme tranquilo y que ya quedaron lejos las presiones, la adrenalina y los reproches.

“Me estoy dedicando al transporte porque mi viejo toda la vida tuvo camiones. Cuando dejé de jugar al fútbol entre 2001/2002, tuve la suerte de comprar un par y trabajar para una empresa que se llama Molino Chacabuco, le hago el movimiento interno para lo que es el alimento de raza y todo lo que es harina. Y también hago la parte de la cosecha a empresas del campo”, contó, ya totalmente alejado de la pelota.

 

Aunque recalcó que la vida lejos del fútbol no implica que sea color de rosas. En este nuevo rubro hay que pelearla un poco más y la crisis que atraviesa el país no le es indiferente ni a él ni a los suyos. Para apalear la situación, admitió que no duda en agarrar el volante y salir a la ruta cuando las papas queman.

El trabajo bajó un 30%, la recesión es para todos, la inflación nos mata a todos. Y los impuestos lo mismo, el gas y la luz, está durísimo. Esta ciudad se maneja mucho con el tema del campo, y hay tres o cuatro empresas grandes que están despidiendo gente. Hay que estar atento a un montón de cosas, los costos son caros, hay que pagarle a los choferes y el aporte al Sindicato de Camioneros son muy altos”, contó con algo de preocupación.

“Pero hay que trabajar. Yo me subo al camión para bajar los costos y no se me caen los anillos. No me falta ni me sobra nada, vivo bien gracias a Dios”, cerró el ex futbolista de Gimnasia que después de colgar los botines tomó una decisión de la que no se arrepiente: vivir mejor y quedarse con el gran recuerdo de haber sido el goleador del campeón.

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