Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar

Ecuador: muchas protestas y el fantasma del golpe de Estado

Ecuador: muchas protestas y el fantasma del golpe de Estado

Alexis Serrano Carmona (*)
Alexis Serrano Carmona (*)

24 de Octubre de 2019 | 02:17
Edición impresa

 

No hubo una protesta, hubo varias protestas. Pero no solamente hubo varias protestas, también hubo violencia –de parte y parte– y un vandalismo nunca antes visto, y delitos, y caos, y hubo miedo en la gente de salir de sus casas, de caminar por sus calles.

Hubo indígenas reclamando legítimamente por algo que consideraban injusto, pero también indígenas secuestrando militares e impidiendo hasta que la sangre ingresara para atender la demanda de los hospitales de sus propias comunidades. Hubo policías que cumplieron su labor en apego absoluto a los Derechos Humanos, pero también unos cuantos que usaron la fuerza desmedida, innecesaria, contra los manifestantes. Hubo Estado de Excepción, toque de queda y militares en las calles. Y, en medio de todo esto, un fantasma: el intento de golpe de Estado.

Hace un par de años, conversaba en Estados Unidos con un colega argentino. Yo le contaba cuánto tiempo hacía en auto todos los días de mi casa al lugar trabajo. Me dijo: “Debes gastarte todo el sueldo en naflta”. Entendí que quiso decir ‘gasolina’, y le contesté que no, que en Ecuador la gasolina es baratísima y cuando le conté las cifras, expulsó sus ojos asombrado.

Desde hace 40 años los subsidios a los combustibles han mantenido felices a miles de ecuatorianos y hace mucho tiempo he escuchado a los analistas de todas las tendencias decir que, en algún momento, alguien debería tomar la decisión de eliminarlos y que si ningún Gobierno lo había hecho es por el costo político que esto tendría. Quienes dieron la cara ante la crisis fueron la ministra de Gobierno, María Paula Romo, y el secretario particular del Presidente, Juan Sebastián Roldán. Ambos dijeron que sabían que eliminar los subsidios traería descontento social, pero que no imaginaron que sería tanto. ¿O sí?

Con la economía en severa crisis, con el desempleo creciendo y sin muchas alternativas más que seguir endeudándose, la hora llegó: el Gobierno alistó un paquete económico que incluía reducciones importantes de impuestos y facilidades tributarias y de contratación, pero cuya columna vertebral era la eliminación de los dos subsidios que faltaban. Para hacerlo claro, de los 2.000 millones de dólares que pretendía obtener el Gobierno con estas medidas, casi 1.500 provenían de quitar esos subsidios. Va de nuevo: eso quiere decir que el Estado pagaba 1.500 millones al año por subsidiar la gasolina extra, que es la popular, y el diésel, usando principalmente por los transportistas públicos.

Cerrar vías, quemar llantas, lanzar piedras y hasta romper los adoquines para armar barricadas podría ser, digamos, normal en una protesta social. También podría decirse normal que las fuerzas públicas respondan con armas disuasivas, como gas lacrimógeno y hasta balas de goma. Y en Ecuador hubo un nutrido grupo de indígenas que protestaron de esa manera.

Pero en el camino saltaron muchas otras cosas. La primera, que ya no eran solo los indígenas y, luego: un incendio vandálico que afectó severamente a la Contraloría General, policías, militares y periodistas secuestrados y agredidos, intentos de toma de fuentes de agua potable, daños en campos petroleros, tomas por la fuerza de gobernaciones en varias provincias, ataques despiadados a vehículos de emergencia. Hay muchas imágenes en las que se puede apreciar la ira con la que manifestantes lanzaban piedras enormes a ambulancias o camiones de bomberos en plenas labores de socorro. Hubo saqueos en locales comerciales, irrupciones en fábricas para obligar a los trabajadores a dejar sus tareas por la fuerza, ataques a cuarteles militares, ataques feroces a dos medios de comunicación, irrupciones a la propiedad privada… La lista es larga.

El día más fuerte fue el sábado 12. Antes del mediodía casi no había esquina en Quito en donde no hubiera grupos violentos (entre los que no se veían indígenas), cerrando calles por la fuerza, amedrentando a quienes se atrevían a circular, tirando cubiertas encendidas contra vehículos en las carreteras, o talando árboles para impedir el paso. Iban con machetes, con botellas de vidrio, con palos. Estuvimos cerca de una carnicería, porque, claro, quienes se veían atacados se defendían.

La tesis del golpe

Muchas veces, las preguntas son más importantes que las respuestas. Si no eran los indígenas quienes estaban detrás de los cierres de barrios y de los actos vandálicos, ¿quiénes eran? Por un lado está el Gobierno, que tiene clara su respuesta: hubo protesta legítima, pero también una carga importante de injerencia del correísmo. Dice el Gobierno, por ejemplo, que todas las tendencias y rumores falsos en redes sociales se originaron desde Venezuela y Rusia; que tiene identificados a los organizadores y facilitadores de las protestas y las formas en las que las llevaron a cabo. En resumen: que el correísmo hizo caldo de cultivo de una protesta indígena para generar un ambiente de conmoción.

¿Qué permitía la declaratoria de una conmoción nacional? Pues, es una de las causales para promover la muerte cruzada y plantear elecciones anticipadas. Hay coincidencias. ¿Quién promovía desde Europa las elecciones anticipadas? El expresidente Rafael Correa, prófugo de la Justicia. No sólo eso, muchos de los seguidores que aún le quedan, comenzaron a defender esa idea. Gabriela Rivadeneira, expresidenta de la Asamblea en la era correísta, hizo una declaración pública diciendo que el Legislativo debería cesar en funciones al presidente, Lenín Moreno. Otro detalle importante: justo la mañana del sábado, el día de mayor caos, el asambleísta correísta Virgilio Hernández posteó en Twitter dos mensajes en los que llamaba a radicalizar la protesta y convocaba a la gente a salir a las esquinas de los barrios y pedía que sucediera exactamente lo que sucedió.

Los propios indígenas tuvieron que salir a deslindarse de los actos vandálicos y del correísmo. Salvador Quishpe, exprefecto de Zamora, dijo que los indígenas ya no tenían el control sobre las manifestaciones, sino que había sido tomado por el correísmo. Los mismo hizo la exasambleísta Lourdes Tibán, cuando declaró que “se han tomado la protesta indígena”.

El lado indígena

Aunque conforme pasan los días, muchos sectores critican la forma de la protesta indígena, hay una porción que la sigue defendiendo. Pero lo cierto es que los indígenas se llevaron una victoria ante la opinión pública, porque en un momento en que el Gobierno estaba casi obligado a demostrarle al Fondo Monetario Internacional y a los demás multilaterales que iba a ser capaz de sostener sus medidas económicas, ellos lo hicieron retroceder. Y bastante.

El movimiento indígena resultó fortalecido y luego vendrán otros debates. Por ejemplo, el llamado de su máximo dirigente, Jaime Vargas, a crear su propio ejército, aunque luego intentó recular y dijo que se refería a una guardia indígena que existe desde hace mucho. Lo cierto es que dijo, textualmente: “Nuestro propio ejército”.

Y, quizá, por ahí debería ir el análisis que nos queda como país. Darnos cuenta de que esto estuvo a punto de convertirse en una batalla campal con consecuencias impredecibles. El problema es que volvieron los discursos radicales, de izquierda y de derecha, de la Costa y de la Sierra. Hubo gente que llamó a la paz, pero también gente que justificó la violencia diciendo que sólo habrá paz con la condición de justicia social. Es necesario bajar esa tensión y hacer el análisis lejano a los apasionamientos, entender que este Gobierno heredó una poderosa crisis económica producto del despilfarro y el mal manejo correísta, y que debe obtener esos recursos de algún lado. Si no es de la eliminación de esos subsidios, muy bien, que no sea. Pero, entonces, ¿de dónde?.

(*) Editor General de La Hora, de Quito

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE

+ Comentarios

Para comentar suscribite haciendo click aquí

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Básico Promocional

$120/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $2250

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme

Full Promocional

$160/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $3450

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme
Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$120.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $2250.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla