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Información General |ADVIERTEN QUE NO SE TOMAN SUFICIENTES PRECAUCIONES EN EL PAÍS

Riesgo radiológico: nadie controla que los equipos de rayos funcionen bien

Casi una veintena de sociedades científicas reclaman que se ponga fin un peligroso vacío legal que hoy produce lesiones tanto en pacientes como en profesionales expuestos a radiación

Riesgo radiológico: nadie controla que los equipos de rayos funcionen bien
Nicolás Maldonado

Nicolás Maldonado
nmaldonado@eldia.com

29 de Septiembre de 2019 | 02:00
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Nadie puede negar el enorme beneficio de contar con tomógrafos, angiógrafos y otros equipos de diagnóstico basados en fuentes de radiación, gracias a los cuales es posible detectar enfermedades en etapas tempranas salvando innumerable cantidad de vidas. Pero no menos cierto es que el uso de esta tecnología también entraña riesgos; riesgos en ocasiones serios que podrían atenuarse pero que en general “no son debidamente atendidos en nuestro país”. Así lo señalan nada menos que diecinueve sociedades científicas al denunciar que en Argentina nadie controla que los equipos de rayos funcionen bien.

A falta de un marco legal acorde con el desarrollo que ha tenido esta tecnología en los últimos cincuenta años, hoy los centros que utilizan equipos radiológicos no están obligados realizarles controles de calidad. Es así que a veces, por simple desgaste o desperfectos técnicos, terminan emitiendo dosis de radiación superiores a las que deberían, tanto sobre los pacientes como sobre los profesionales de la salud que los operan.

Una de las principales pruebas de que este mal funcionamiento no es algo excepcional está en el Hospital del Quemado. Allí Mercedes Porta, una dermatóloga especializada en lesiones producidas por radiaciones ionizantes, reunió ya una base de datos con casi 400 pacientes que sufrieron quemaduras porque los equipos a los que fueron expuestos funcionaban mal. Y no menos significativos son los estudios hechos por expertos de la Comisión Nacional de Energía Atómica que muestran que el deterioro en el cristalino observado entre los profesionales que operan ciertos equipos de rayos es cinco veces mayor al de la población general.

Pero estos daños acaso sean sólo la parte del iceberg que podemos identificar. La exposición a la radiación ionizante emitida por equipos médicos también puede producir cáncer, un riesgo que en los niños resulta hasta cinco o seis veces mayor. De ahí que en muchos países existen firmes regulaciones no sólo sobre el control de calidad de los equipos sino también sobre los criterios de justificación de las prácticas radiológicas, algo que tampoco existe hoy en nuestro país.

Es frente a esta realidad que diecinueve sociedades científicas (entre las que se encuentran la de Radiología, la de Medicina Nuclear, la de Terapia Radiante Oncológica, la Federación Argentina de Sociedades de Radiología, la de Diagnóstico por Imágenes y Terapia Radiante, el Colegio Argentino de Cirugía Cardiovascular y el de Cardioangiólogos Intervencionistas, por citar algunas) le vienen reclamando al ministerio de Salud una urgente actualización del marco legal que regula la actividad. Hace ya una década que sus autoridades le plantean a los sucesivos funcionarios ese reclamo “urgente” sin lograr que les presten mayor atención.

LIBRADO A LA BUENA VOLUNTAD

“El aumento de las actividades médicas que utilizan radiaciones no fue acompañado por una adecuación de la normativa vigente, lo que ha llevado a una situación de alto riesgo radiológico. Hoy ocurren algunas exposiciones de profesionales que superan los límites establecidos y casos de pacientes que sufren lesiones graves por radiación debido al uso de equipos que no cumplen con los standards de calidad”, asegura el doctor Rodolfo Touzet, coordinador del programa de protección radiológica del paciente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y una de las personas que probablemente más sepa sobre este tema en el país.

“Desde 2009 estamos enviando notas al ministerio para pedir que se actualice la normativa y ofreciendo el apoyo de las sociedades profesionales para esa tarea, pero no pasa nada. ´Estamos ocupándonos´, nos dicen, pero pasan los años y todo sigue igual. Sigue sin haber ningún control sobre los equipos una vez que están funcionando; porque si bien el ANMAT se encarga de controlarlos cuando ingresan al país, después nadie se preocupa de asegurarse que funcionen correctamente”, cuenta Touzet, para quien “resulta increíble si se piensa que a los autos hay que llevarlos todos los años a hacer la vtv”.

“Los centros médicos que usan esta tecnología no tienen ningún control ni suelen contar tampoco con programas de garantía de calidad para asegurar el correcto funcionamiento de sus equipos a lo largo del tiempo”, señala también el licenciado Diego Puntigliano desde el Laboratorio de Dosimetría y Protección Radiológica, un espacio creado en la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP para dar respuesta a los controles de calidad que deberían realizarse a los equipos médicos que usan fuentes de radiación

Ocurre que “más allá de que se trata de equipos que pueden tener desperfectos técnicos, sufren además un desgaste natural. Es así que un mismo procedimiento médico hoy puede implicar para los pacientes la exposición a distintas dosis de radiación según el centro en el cual se lo realicen, algo que no debería ocurrir”, cuenta Puntigliano.

Que los equipos radiológicos funcionen bien es algo que hoy queda librado a la buena voluntad

 

“Hay muchos equipos antiguos y cuando la imagen empieza a degradarse, muchas veces se recurre a aumentar la dosis para no gastar en costosas reparaciones. Por eso se necesita el control anual de los equipos. Por otro lado, a veces se puede obtener la misma calidad de imagen con menor irradiación del paciente, pero para eso se necesita un físico médico que conozca el equipo y pueda hacer la planificación”, señalan también desde el Centro Universitario de Imágenes Médicas de la Universidad de San Martín.

Si bien desde 2013 existe una ley nacional y otra provincial que establecen la obligatoriedad de los controles periódicos sobre los equipos médicos en general, ninguna de la dos ha sido reglamentada por lo que no se cumplen aún. En ese contexto las áreas de Radiofísica Sanitaria de los respectivos ministerios de Salud hoy se encargan sólo de verificar la seguridad de las instalaciones radiológicas; una vez aprobadas, el hecho de que los equipos instalados en ellas funcionen bien es algo que queda librado a la buena voluntad.

A MAYOR RADIACION, MAYOR RIESGO

“No hay ningún umbral seguro para la exposición a radiación. Siempre conlleva riesgos. Y esos riesgos -que están asociados en parte al desarrollo futuro de un proceso cancerogénico- son más altos cuanto mayor es el grado de exposición”, explica Puntigliano al señalar la necesidad de un marco normativo que no sólo exija controlar regularmente el buen funcionamiento de los equipos sino que tenga en cuenta el historial de exposición de los pacientes.

Por la cantidad de radiación que emiten aun en condiciones óptimas, las prácticas que entrañan mayor riesgo son las tomografías y la radiología intervencionista, usada entre otros propósitos para la instalación de stents. Las dosis que reciben los pacientes al someterse a estas prácticas médicas equivaldría a estar expuestos durante tres o cuatro años a la radiación natural que existe en el medioambiente de por sí. (Ver cuadro comparativo)

“La angiografía es una de las técnicas médicas que producen mayores dosis de radiación tanto a los pacientes como a los médicos y por tanto una de las que más se deberían controlar. Los lesiones más frecuentes surgen en intervenciones de este tipo y hemos comprobado que los profesionales que las realizan tienen una opacidad del cristalino cinco veces mayor al de las personas no expuestas de un grupo etario similar”, asegura el doctor Touzet.

“Sin dejar de reconocer la importancia que tiene la detección temprana de patologías, es necesario tomar conciencia de la variable de riesgo que implica esa exposición a la hora de justificar las prácticas médicas. Lo importante es que para cada estudio con radiaciones haya una razón clínica justificada que tenga en cuenta también la dosis de radiación que va a recibir el paciente en ese procedimiento”, sostiene Puntigliano, quien señala que también en este aspecto

la legislación argentina está muy atrasada con respecto a otros países.

“Mientras que en Europa desde el año pasado se exige incluir en la historia clínica de los pacientes un anexo con el historial dosimétrico (para que los médicos evalúen los beneficios de los estudios que les indican en función de riesgo acumulado) en Argentina la ley de Rayos X tiene 50 años; es decir que fue hecha en un momento en que no existían gran parte de los equipos que hoy se utilizan habitualmente ni los criterios de protección de la actualidad”, señala el investigador.

A su entender, “es sumamente necesaria una normativa que garantice la optimización de las prácticas para obtener la más alta calidad de imagen con el menor riesgo radiológico tanto para el paciente como para los trabajadores expuestos”, como así también que la Física médica, la profesión sobre la que recae gran parte de esta responsabilidad, tenga “un mayor reconocimiento tanto por las autoridades sanitarias como por la comunidad médica en general”.

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Especialistas en física médica durante un control en el Hospital Rossi

Rodolfo Touzet (Coordinador del Programa de Protección Radiológica de la CNEA).- “El aumento de las actividades médicas que utilizan radiaciones no fue acompañado por una adecuación de la normativa vigente, lo que ha llevado a una situación de alto riesgo radiológico. Es así que hoy ocurren exposiciones de profesionales que superan los límites establecidos y casos de pacientes que sufren lesiones graves por radiación debido al uso de equipos que no cumplen con los standards de calidad”

Diego Puntigliano (Laboratorio de Dosimetría y Protección Radiológica).- “​​​​​​​Es sumamente necesaria una normativa que garantice la optimización de las prácticas para obtener la más alta calidad de imagen con el menor riesgo radiológico tanto para el paciente como para los trabajadores expuestos. La Física médica, sobre la que recae gran parte de esta responsabilidad, sigue siendo una profesión no reconocida por las autoridades sanitarias ni por la comunidad médica en general”

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