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FestiFreak: “Caperucita Roja”, retazos de una vida fantástica que rasgan el velo

Lo personal se revela político en el retrato que Tatiana Mazú González teje de su abuela Juliana, costurera, narradora y, contra su propia voluntad, feminista

FestiFreak: “Caperucita Roja”, retazos de una vida fantástica que rasgan el velo
11 de Octubre de 2020 | 03:00

En la cabeza de la realizadora Tatiana Mazú González vivía siempre un recuerdo: el de su abuela, Juliana, cosiendo en su taller mientras tejía, experta narradora, historias para entretenerla. Historias reales que de tan increíbles, parecían fantásticas; y también fábulas fantásticas, diseñadas para enseñarle algo del mundo real. 

“Al principio creía que lo que quería hacer era una ficción con esas historias que contaba. Con el tiempo, fui entendiendo que me interesaba trabajar con la realidad como materia prima, incluso para después fugarme de ella. Cuando me enteré de que el pueblo de ella estaba a la venta, decidí que era un buen momento para hacer esto”, afirma la directora de “Caperucita Roja” sobre el origen de su película, primera cinta de la competencia de largometrajes argentinos en estrenarse en esta 16° edición del FestiFreak, que estará disponible hasta que termine el día.

La venta de su pueblo fue el punto de partida: la cineasta se acercó a su abuela con la excusa de fabricar un abrigo rojo (el del título) y aprender el oficio, pero con una cámara a cuestas: de forma orgánica, hablando de aquel pasado mítico, esas dos mujeres comienzan a discutir el presente, mientras afuera las mujeres ganan tracción en la calle. Así, cosidas de forma artesanal se entretejen aquellas fábulas, las reales y las fantásticas, el pasado y el feminismo.

“Yo crecí en el taller de costura de mi abuela: mis papás trabajaban todo el día y me dejaban con ella”, relata Mazú González sobre la semilla de la película. Mientras cocía, su abuela “me contaba de su vida, de su universo. Y ella es una gran narradora, de historias propias y ficcionales: ese límite, entre lo real y lo ficticio, me era difuso. A veces me contaba historias de personas que yo no había conocido, y eran casi como cuentos. El origen de la película tuvo que ver con trabajar en ese límite entre esas historias, entre esas fábulas y cuentos de hadas, lo mítico, y su vida”.

El sonido y la furia del movimiento feminista ingresaba por la televisión. Aunque desde el comienzo, afirma la cineasta, “me interesaban esas contradicciones de mi abuela”, no fue un eje del filme hasta que el afuera comenzó a contaminar irremediablemente ese rodaje íntimo y que “se fue ampliando la lectura feminista de esos cuentos de hadas y de su propia vida”.  

“Criada en un contexto conservador como era la España franquista, una educación muy religiosa, ella de todos modos fue una persona con una vocación muy libre: no tuvo hijos hasta los 36 años, se vino sola a Buenos Aires, siempre que se sintió oprimida se escapó… Para mi, mi abuela, involuntariamente, fue de las primeras feministas que conocí”, lanza la realizadora de “El estado de las cosas”, codirigida con Joaquín Maito. “Caperucita Roja” recupera, en primera persona, su experiencia: Juliana cruzó un bosque montañoso repleto de osos, en una época en que el cielo zumbaba de aviones militares, en medio de la Guerra Civil Española, para escapar de la servidumbre a la que la exponía su propio padrino, hacia la casita de piedra de Porcieda, su pueblo natal en España; tiempo después, cruzó el mar sola, hacia Buenos Aires; no tuvo hijos hasta los 36 años.

ALLÁ AFUERA

La perspectiva feminista para interpretar aquellos relatos, así, surgió de forma orgánica, “con el tiempo”, dice Mazú, impulsada por las circunstancias que rodearon un rodaje donde fue emergiendo el debate como uno de los retazos del filme en las visitas realizadas a lo largo de los más de dos años de rodaje (“la película fue convirtiéndose en una forma de relacionarnos”), realizados con apoyo del INCAA; y entrelazándose con las otras telas que componen la película: videos caseros, experimentación visual, charlas y retazos del presente y la militancia. “Me gusta pensar que ese rompecabezas se arma como pedacitos de tela cocidos en el montaje”, dice la realizadora. 

Este entretejimiento de lo personal y lo político ya lo había cosido Mazú González en su cortometraje “La Internacional”, un retrato de la militancia de su hermana, que también pasó por el FestiFreak y otros 40 festivales internacionales. Pero, aunque centrales a la película, las contradicciones de Juliana no son señaladas: al contrario, su nieta cineasta procura mostrar que ese entrelazamiento entre las vidas personales y la realidad política es inescindible, que “tanto ella como nosotras somos producto del contexto donde nacimos, de la educación y las experiencias que cada uno vivió: las dos partes aprendemos de la otra, a pesar de las diferencias”.

LO ARTESANAL

Durante esas tardes de charlas en el taller de costura, cosiendo la prenda del título, toman protagonismo no solo las voces, los debates, sino también las manos de Juliana, trabajando en su oficio. Lo artesanal asoma en escena, trazando paralelismos con el quehacer cinematográfico independiente. De hecho, cuenta la cineasta, “yo ahora vivo donde vivía mi abuela, y mi habitación es la que antes era el taller de costura de ella. Y tengo la computadora exactamente en el mismo lugar donde ella tenía su máquina. En algún punto extraño, mi abuela es lo más cercano al modo de vida que tengo haciendo cine de forma muy artesanal, muy en la intimidad, con mi círculo cercano”. 

Así, con las herramientas que se tienen a mano y poniendo el cuerpo, es que su colectivo, Antes Muerto Cine, hace cine y da batalla contra otros tipos de cine, inflados e impersonales, que a menudo han retratado los cuentos de hadas con perspectivas disciplinadoras. Caperucita Roja, como tantas mujeres de fábula, ha sido utilizada como una figura disciplinadora, un cuento con moraleja. Esta “Caperucita Roja” procura desandar esos caminos porque, “si bien el cine no tiene el poder de transformar en efecto, si puede rasgar un poco el velo, para dejar brotar otras historias que proponen otras realidades, y también otras fantasías”.

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