Historias de arcos raros, campos torcidos... y algunas “brujerías”

En los alrededores de los estadios de Defensores de Cambaceres y Villa San Carlos sobrevuelan miles de historias. Como fantasmas del ayer, los mitos de instantes ocurridos dentro de los campos de juego se agigantan y se mantienen de boca en boca. El fútbol humilde y popular de nuestro querido ascenso se mezclaba en un sábado a la tarde con el chory, la semillita y el amor al equipo del barrio.

Son innumerables las historias en el ascenso, donde en nuestra Región tiene como históricos hijos dilectos a Camba y la Villa. Los campos de juego, los vestuarios y cada rincón guardan recuerdos. El ascenso siempre tuvo hechos insólitos. La cancha de Liniers que estaba cruzada y en 2016 tras casi 30 años AFA un día la clausuró por “falta de encuadre”. Inaugurada en 1987, era verdad, el campo estaba torcido. Silvio Fuentes, histórico jugador de Liniers convirtió 10 goles olímpicos en ese arco torcido, y el zurdo llegó a hacer 5 en un solo torneo. Cuando en 2017 arreglaron lo de la “falsa escuadra” se terminaron los problemas para los arqueros que perdían la referencia y centros fáciles terminaban en gol. Alfredo Rodríguez (ex golero de Villa San Carlos y Cambaceres), comenta, “te parabas en el medio de un arco y mirabas el de enfrente en línea recta y tenías el palo izquierdo. Era claro que la cancha estaba torcida”.

Y los benditos arcos también tenían lo suyo, por ejemplo jugar con palos de madera y cuadrados. El defensor de la Villa Federico Slezack dice sonriendo, “la cancha de Atlas en General Rodríguez donde jugaba Fénix de local tenía los arcos de madera y eran cuadrados. Era una locura, la pelota pegaba en el palo y no sabías para donde salía”.

El tema de los arcos no es menor. Hay técnicos que suelen achicarlos. ¿Cómo? Algunos entierran bastante los palos o directamente con tierra levantan el área chica formándose una “montaña” muy notoria. Algunos ponen de excusa que se rellena para que el agua corra para los costados. Y puede ser verdad también.

A la cancha de J.J. Urquiza le cambiaron la orientación del campo de juego por ejemplo, siendo reinaugurada en marzo de 2019, aunque no les gustó a todos. ¿Qué todo esto y algo más no pudo pasar por Berisso o Ensenada? Pasen y lean...

DIERON VUELTA LA CANCHA

Villa San Carlos sale campeón en 2009 en Primera “C”. La primera rueda juega en Berisso, pero en la segunda lo empieza a hacer en otras canchas. ¿El motivo? Una remodelación que se hizo en el Estadio Villero, que entre otras cosas incluyó la reorientación del campo de juego, cosa que a muchos hinchas aún hoy no les gusta demasiado. La remodelación tardó casi 2 años.

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“Anteriormente la cancha estaba al revés que en la actualidad. Un arco tenía la tribuna popular detrás y el otro arco daba al río, que detrás de ese arco en la vieja época iban los visitantes y hasta compartían buffet con la gente de la Villa que estaba en el lateral de la cancha”, recuerda Slezack que está en el club desde los 4 años y hoy con 36 sigue defendiendo la casaca Celeste. Y es verdad, la cancha estaba orientada hacia el río de La Plata, el otro arco tenía atrás la Avenida Montevideo, pero ahora, un arco tiene detrás la histórica “Toma de agua” y el otro el Puerto La Plata. En el apuro de las obras, algunos días el poste de uno de los arcos estuvo más enterrado que el otro. Por suerte lo solucionaron antes de la reinauguración en sociedad de la nueva orientación del campo de juego, que fue el 24 de noviembre de 2010 con un triunfo 1-0 ante Defensores de Belgrano.

Pero no fue fácil acostumbrarse al nuevo campo de juego, tanto para la gente como para los jugadores, y hasta algunas “marcas” del pasado quedaron. “Cuando giraron la cancha se sacaron dos tribunitas populares que daban a un lateral, pero quedaron marcas adentro del actual campo de juego de las bases de esas dos tribunitas que había y que ahora están sobre la medialuna de una de las áreas”, afirma Fede Slezack, quien agrega, “el tema es que no crece bien el pasto ahí, y en la época de sequía como la cancha está dada vuelta, si vos mirás de arriba se ven las marcas de las viejas tribunitas en el campo. Se ven marcas en el césped como que está quemado, y es por los cimientos de las columnas y parecen como varias tumbas. Las marcas están perfectas. Y siempre jodemos con eso, que reviven las viejas tribunitas”, termina con una sonrisa.

UN ARCO BASTANTE RARO

La cancha de Cambaceres también tiene sus cosas de color. Era conocido que cuando llovía​ no se podía usar el túnel por que se inundaba, entonces desde el vestuario los equipos debían ir hasta el portón de un córner, pasar entre el público y salir a la cancha. Pero había una cosa notoria en el arco que da a la Escuela 10 (no donde habitualmente iba la hinchada). Era bastante más alto que el que estaba enfrente.

Y tres arqueros de diferentes épocas del Rojo lo confirman. Alejandro Rojas dice: “El arco del lado de la tribuna era mucho más bajo, y el que daba a la Escuela era más alto. Hubo un técnico que mandó a agrandar la cancha y corrieron el campo hacia el lado de la Escuela y dejaron el arco mucho más alto. Después le fueron tirando arena y tierra para normalizarlo pero al principio había quedado altísimo. Yo era un arquero de 1,80 metros y en el arco que da a la tribuna tocaba el travesaño sin saltar o saltando tocaba con la cabeza y en el otro no. Y sufría como loco porque era muy alto, creo que tenía mucho más que 2,44 metros”. A su turno, el Mono Rodríguez asiente los dichos de su ex compañero Rojas y comenta, “el técnico que mandó a agrandar la cancha fue Milozzi. Agrandaron el campo de juego y cuando volvieron a poner el arco del lado de la Escuela lo dejaron muy alto. Era muy notorio”.

En Camba, era claro que el viejo arco del sector cercano a la Escuela 10 era más alto que el otro

Pero no solamente era más alto que el de enfrente, sino que años más tarde se supo que era más chico que el otro. El ex presidente Alejandro Sandez lo notó cuando durante su mandato entre otras obras, se realizó un profundo trabajo en el campo de juego por el 2013. “Decidimos poner arcos nuevos y al cambiarlos nos dimos cuenta que el arco que estaba del lado de la Escuela, era unos 15 ó 20 centímetros aproximadamente más chico que el otro a lo ancho. Hoy esos arcos están en la cancha de Piria”, cuenta el Sapo Sandez.

Sobre esto ni Rojas ni Rodríguez repararon, tampoco otro arquero que atajó hasta hace un par de años en el Rojo como Juan Ignacio Arias Navarro. “La verdad que nunca noté que fuera más chico de ancho, si coincido con el Mono y Ale, que era más alto ese arco. Igual ahora que lo pienso bien, algunos penales atajé en ese arco del lado de la Escuela... ¿habrá sido por eso, porque era más chico?”, afirma con una sonrisa Juani.

DE GATOS, GALLOS Y PERROS

Cuando los equipos no andan bien y no se puede salir de la mala, en el mundo del fútbol todo vale. Las cábalas no alcanzan y aparecen los “brujos”. Muchos por Ensenada aún recuerdan la milagrosa salvación del descenso con partido desempate incluido ante Argentino de Merlo en 2017. En ese entonces también se plantó una ruda que se regaba todos los días. Pero años atrás durante una mala racha algunos directivos acudieron a un “brujo” que al visitar el “12 de Octubre” les dijo que había un trabajo hecho y cosas enterradas en la cancha. En efecto, encontraron gatos enterrados sobre un córner.

Por Berisso, entre algunas historias aparece el “hechizo” que sufrió un plantel del Celeste...

Otro supo decirles que debían llevar un gallo de riña para que se pasee por el vestuario con los jugadores. Tremendo fue el susto de los futbolistas cuando antes de un partido un directivo apareció con un cajón de gran tamaño y sacó un gallo de riña enorme. No hubo caso, exigieron que lo sacaran de ahí. ¿El equipo? Un tiempo después pudo salir de la mala, peleó arriba y casi asciende.

Por Berisso, entre algunas historias aparece el “hechizo” que se sufrió un plantel de parte de una “bruja”. Resulta que la “señora” en cuestión tenía un perro, al que un grupo de hinchas le tomó cariño y solían llevarlo a todos los partidos, hasta que una vez se olvidaron al perro en la cancha. “Ahora hasta que no vuelva el perro, no van a ganar más”, le advirtió la “bruja” a los hinchas. La cosa se complicó en ese torneo y los triunfos no llegaban. Para colmo, se venía la Promoción contra Leandro N. Alem para no descender a la “D”.

A los muchachos no les quedó otra que ir hasta el barrio “Juan B. Justo” a pedirle por favor a la “señora” en cuestión que levantara el “hechizo”. ¿Cómo terminó la historia? “Nos salvamos”, contó alguien que prefirió mantenerse en reserva, pero que jamás olvidará ese 4 de junio de 2006 cuando la Villa en el segundo choque con Alem empató 1-1 en el Estadio “Ciudad de La Plata” y se salvó de descender a la última categoría.