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Toda la semana |UN RITUAL QUE YA NO ES SÓLO COSA DE HOMBRES

Aplausos para las asadoras

Con parrilla o chulengo y a leña o carbón, cada vez son más las mujeres expertas del arte de asar

Aplausos para las asadoras

Paola Gamboa, Sofía Bártoli De Palma y Virginia Faurlín. tres expertas asadoras

María Laura López Silva

María Laura López Silva
llopezsilva@eldia.com

16 de Febrero de 2020 | 08:44
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Hace unos años la cocina era casi área exclusiva de las mujeres y los hombres sólo se encargaban de la parrilla. Pero los cambios culturales y sociales hicieron que las hornallas se conviertan en algo de interés para el mundo masculino y que las chicas le tomen el gustito a prender el fuego parar el asado.

“Un aplauso para la asadora” reza el cartel que cuelga al lado de la parrilla del monoambiente en el que vive Virginia Faurlín (35). Se lo regalaron sus amigas por su pasión por el asado. “El departamento es chico, pero no podía faltarme la parrilla”, dice esta kinesióloga que ama prender el fuego para agasajar: “me encanta poder sacar la carne al gusto de cada quién”. Oriunda de Jáuregui, de donde se “trae los mejores chorizos”, cuenta que ya incursionó en carne de vaca, cerdo, pollo y hasta un costillar en cruz para sus compañeras de fútbol, quienes la inspiraron en este arte allá por 2012. “Como mínimo prendí la parrilla para cinco, pero llegamos a ser 19”.

“Mi papá es un gran parrillero y el asado es mi comida favorita. Cuando él se fue de casa quedamos cinco mujeres y una parrilla. No quedó otra que aprender a hacerlo”, cuenta Mercedes Aragón (33), una economista de barrio San Carlos que en su pasión por este plato es experta en acelerar los tiempos del fuego porque lo que más disfruta es comerlo.

Es por eso que tampoco se describe como amante del ritual que siempre se juega con esta comida. “A quienes les gusta asar suelen tener una cosa hipnótica con el fuego y la verdad que yo no le pongo mística. Lo hago porque disfruto del sabor, pero me gusta saber cocinarlo y no tener que pedir pizza cuando me junto con amigas. Prender el fuego nunca me resultó complejo, calculo que moderarlo es la parte más difícil: cantidad de brasa, la altura de la carne y otras cuestiones”, explica Mercedes.

Paola Gamboa (37) es maestra jardinera y dice que asa desde hace 18 años, “porque básicamente me encanta cocinar, la parrilla en su momento fue un desafío, y mirando y preguntando comencé. Aprendí observando y preguntando”, cuenta. “En mí familia soy la única de cuatro varones que hace asado, que prende la parrilla básicamente. Tuve chulengo cuando viví en departamento y ahora tengo parrilla en mi casa de Sicardi y le hago los asados a mi marido”, relata esta fanática del vacío.

DE CARNE SOMOS

Otra que aprendió mirando es Claudia Nuñez (32), que además desde hace tres años tiene su propia carnicería en Romero. “En mí no se aplica `en casa de herrero cuchilla de palo´”, bromea y agrega que a los 16 años comenzó con el arte de la parrilla y nunca más paró: “soy hija de madre soltera y la veía a mi mamá hacerlos, así que para mí fue normal. De grande me di cuenta que no todas las chicas sabían prender el fuego”.

Para Claudia el asado sí tiene su encanto: “hago de eso un ritual, me encanta que vengan a mi casa, preparo todo y el fuego es la mejor parte. Tomamos una cerveza mientras escuchamos un poco de música. Con mi grupo de amigas tratamos de juntarnos una vez por semana y hacer fuego”.

Sofía Bártoli De Palma (34), comunicadora social, es la más novata de este grupo de asadoras, aunque no por eso inexperta. “Aprendí mirando. En principio a mi hermano en Lincoln, y después fui chequeando técnicas con algunas páginas web o redes sociales de asadores. Eso está bueno porque te da ideas de temperaturas para cada corte de carne o guarniciones. Ahora me mudé y no tengo parrilla, pero soy asadora itinerante. Lo tomé como una comida más y me encontré con un mundo aparte. Creo que hacer el fuego es una de las cosas que más me gusta, y a la antigua, sin combustibles”, explica.

MIRADA MASCULINA

“Disfruto de toda la previa. Después la cocción depende del corte que se haga y la práctica”, resume Virginia, pero no se olvida que la calidad de la carne es fundamental y por eso no compra en cualquier lugar. “Tengo mi carnicería. Antes iba a otra, pero me fue mal con el vacío, mi especialidad, y cambié”.

Sobre este punto coincide Mercedes. “Siempre voy a la misma carnicería del barrio. Le mando mensajes de textos para que me reserve la carne, él me recomienda lo mejor que tiene y ahora gracias a él descubrí la tapa de paleta para hacer sandwiches. Soy bastante obsesiva con en eso, él sabe que soy la asadora y solemos hablar del tema. Es re loco que siga llamando la atención que una mujer haga asado”.

“La pregunta `¿Posta hacés asados?´ Es casi inevitable si hay hombres alrededor. Se sorprenden, aunque no debería ser así. Tenemos que darnos cuenta de que ya fue eso de dividir tareas para hombres y mujeres, son actividades y ya. Me pasó hasta con el carnicero, que cuando fui a comprar me dijo `decile a tu novio que este corte no falla´. Levanté una ceja y le dije `lo hago yo´. Les llama la atención porque fue culturalmente una tarea reservada para los hombres, no sólo hacerlo sino el folclore que se genera”, cuenta Sofía sobre su experiencia con el sexo opuesto en este tema.

“Lo difícil con los hombres es evitar que se metan. A la mayoría de la gente que cocina no le gusta que alguien opine ni meta mano, y con los asados y los hombres pasa eso, como que muchos sienten que llegan y hay que delegarles el rol de asador. Creo que hay un rasgo de masculinidad en asar, pero bueno, algunas cosas van cambiando. No creo que las mujeres deban privarse de comer asado por no saber hacerlo”, dice Mercedes y Claudia opina algo parecido: “la verdad es que me molesta cuando en grupos con varones se hace asado y me mandan con las chicas a la cocina a preparar ensalada, estamos en 2020 ya pasamos el medioevo”.

 

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