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Información General |La desaparición del ingreso diario o semanal por changas incrementó fuertemente la demanda sobre los comedores populares

“Quedate en el barrio”, el formato de cuarentena en la periferia de la Región

Ante la imposibilidad de estar en sus viviendas por la falta de espacio y la carencia de servicios esenciales, en las zonas más pobres cumplen un aislamiento barrial con “alto nivel de adhesión”, asegura el Conicet La Plata

“Quedate en el barrio”, el formato de cuarentena en la periferia de la Región

En la periferia hay un alto acatamiento al aislamiento, pero “en el barrio” y no en las casas / César Santoro

2 de Mayo de 2020 | 03:25
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¿Cómo transcurre la cuarentena en las barriadas más pobres del Gran La Plata? Con “niveles altos de acatamiento a pesar de las dificultades”, lo que conlleva un “sacrificio grande” y “mucha responsabilidad”; con un formato que implica “quedarse en el barrio” ante la imposibilidad de hacerlo en las casas por falta de espacio; con una gran preocupación por “no tener la entrada diaria o semanal de dinero”, lo que redunda en escasez de alimentos y elementos de higiene y en un incremento de personas que acuden a ollas y merenderos populares.

Son algunas de las conclusiones de un trabajo que llevó a cabo el Conicet de La Plata, en el contexto de un relevamiento nacional que llegó a manos del Ejecutivo central para “utilizarlo como base a la hora de decidir las políticas públicas a implementar”, se explicó.

Un dato clave entre las conclusiones del relevamiento es el que refiere a las carencias estructurales que padecen los sectores más pobres de la sociedad, lo cual hace que el esfuerzo por cumplir con la cuarentena deba ser mucho mayor aún.

“Hay lugares de extrema vulnerabilidad, con casas de chapa o madera y piso de tierra. Esto, sumado al hacinamiento y al deficiente acceso a los servicios dificulta el confinamiento. Y en muchos casos relevados hay que añadir dos cuestiones que empeoran las condiciones de salubridad: falta de agua potable y de recolección de residuos”, narra la becaria del Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (IdIHCS, Conicet-UNLP), Soledad Balerdi, tras calificar a la problemática habitacional como “estructural y preexistente”.

“La falta de ingreso diario o semanal aumentó la demanda sobre los comedores barriales”

Soledad Balerdi, Becaria IdIHCS (Conicet-UNLP)

“Las personas hacen un sacrificio muy grande para poder cumplir con el aislamiento”

Jerónimo Pinedo, Srio. Extensión Fac. Humanidades

 

Antes de entrar de lleno en las conclusiones principales del trabajo, vale aclarar que el mismo se llevó a cabo bajo la coordinación general del investigador Gabriel Kessler (IdIHCS), y que la estrategia para desarrollarlo con la celeridad que imponía el momento fue “montar una red de científicos y académicos que, a su vez, contactaran a grupos de trabajo de distintas universidades para que enviaran un cuestionario extenso pero dinámico a referentes territoriales, como líderes comunitarios, religiosos, indígenas o responsables de organizaciones barriales”.

Las 1.600 respuestas obtenidas a nivel general se sintetizaron -en tres días- en el informe final que se elevó al Gobierno.

Se trabajó por regiones, por lo que la situación en la periferia de la Ciudad quedó reflejada en el apartado “Gran La Plata”, que también abarca a Berisso, Ensenada, Berazategui y Quilmes.

“Uno de los aspectos que apareció con más fuerza en la respuesta de los referentes territoriales fue la percepción de que la medida estaba teniendo niveles altos de acatamiento, a pesar de las dificultades evidentes”, señala el secretario de Extensión Universitaria de la Facultad de Humanidades, Jerónimo Pinedo, responsable de compilar los 69 reportes de nuestra región.

El académico opina que “esa información fue muy valiosa, porque hasta el momento se desconocía. Solamente se sabía lo que ocurría en cuanto a la circulación, por medio de los controles de las fuerzas de seguridad en las calles y rutas”, pero de los barrios se hablaba poco y nada. Y se especulaba mucho.

“Sacrificio muy grande”

No obstante, “al contrario de lo que mostraban los medios de comunicación sobre la desobediencia de algunos, acá se veía algo distinto: las personas estaban haciendo un sacrificio grande y con responsabilidad para poder cumplir” con el aislamiento preventivo, social y obligatorio, subrayó.

Como se indicó, el cumplimiento se amoldó a las características de los grupos sociales que habitan en la periferia y a sus condiciones de vida. “Así las cosas, entre los sectores más desprotegidos la medida se interpretó como ‘quedarse en el barrio’, pues el tamaño de la vivienda o el número de integrantes de la familia no hacía posible la permanencia en su interior, pero sí, en cambio, estar en la puerta o en la vereda”, describe Pinedo.

Las changas, la recolección de cartones y los trabajos en sectores calificados como no esenciales, fuentes de sustento de la inmensa mayoría de los pobladores de la periferia (además de la producción hortícola, que se analiza aparte), prácticamente desaparecieron del mapa. En tal contexto, la principal dificultad que revelan los cuestionarios es la falta de ingresos y la consecuente dependencia de los comedores barriales.

“La primera preocupación que sale a la luz prácticamente en todos los barrios es la de no tener la entrada diaria o semanal de dinero para sostener a la familia, y de allí se desprende, concretamente, la escasez de alimentos y de productos básicos de higiene y limpieza”, acota Soledad Balerdi.

“La consecuencia directa que se observa es un aumento en la cantidad de personas que acuden a ollas y merenderos populares, algo que da cuenta del fortalecimiento de las redes organizacionales, que ya existían en los barrios, como vía para que el Estado llegue de modo más rápido y eficaz a estas familias”, puntualiza el estudio.

Clubes, comedores, maestras

A la hora de analizar las estrategias que surgieron para responder a esas dificultades, se resalta “el rol de los clubes de fomento en la distribución de víveres y medicamentos a las personas mayores; el de los comedores que entregan viandas por turnos para evitar la aglomeración de gente, y el de muchas maestras que se acercan a pie hasta la puerta del establecimiento para alcanzarle la tarea en papel a los alumnos”.

La situación de los productores rurales del cinturón hortícola platense presenta elementos en común con los de los sitios urbanizados y, claro está, ciertas particularidades. En el primer grupo se incluye el alto nivel de acatamiento a la medida “permaneciendo en las quintas”, ámbito donde viven y, fundamentalmente, trabajan. Otro rasgo en común es la “falta o merma de ingresos”. Aunque en este terreno, entre los agricultores familiares hay cuestiones singulares.

“La cadena de producción se vio interrumpida desde el inicio, no sólo por el cierre de los proveedores de semillas, fertilizantes, pesticidas y plantines, sino también por el parate de la distribución y venta”, señalaron. Como informó este diario en una amplia nota publicada días atrás, los camiones no llegan hasta las quintas a raíz de las dificultades para circular. Cosechas enteras se han perdido.

“A nivel laboral, además, la restricción de circulación implica el cese de otras actividades que se complementan con la producción, como el cuidado de personas mayores, changas de albañilería, enfermería o atención en comercios de ropa locales, que también son medios de vida de este sector de la ciudadanía”, destaca Candela Díaz, becaria del Centro de Investigaciones Sociales (CIS, Conicet-IDES).

La lista de problemáticas observadas por los autores del informe incluye el aumento de casos de violencia de género e intrafamiliar, y las complicaciones para la continuidad escolar debido a la falta de dispositivos tecnológicos o de conectividad a Internet en los barrios, entre otras.

 

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