De una cuchillada, mató a otro “trapito” por el lugar en 7 y 50

Anoche, en plaza San Martín nada parecía indicar que horas antes se había cometido un homicidio. La esquina de 7 y 50, abarrotada de taxis y gente que duerme en la calle, pintaba el cuadro que todos los días se observa en uno de los sectores más transitados de la Ciudad. Una campera azul colgada de un árbol y los compañeros de la víctima, eran todo el rastro que quedaba. Ni siquiera las gotas de sangre entremezcladas en la tierra o las huelas de las pisadas producto del entrevero entre los dos protagonistas principales de la historia. Como secundarios podrían anotarse el alcohol y las monedas obtenidas al limpiar los vidrios de los autos que circulan por la calle.

La lluvia no terminaba de alejar a los pocos rezagados que buscaban un coche de alquiler o un colectivo, tras un sábado de paseo por el Centro. Ninguno se percató de lo sucedido: ni siquiera los comercios que, después de las 20, permanecían abiertos.

Tres hombres y dos mujeres todavía seguían en la escena. Los cinco viven ahí, cobijados por el techo que les proporciona un árbol pegado a un banco de cemento. Y conocían a “Eze”, el joven de 26 años que recibió la estocada fatal. Su nombre completo era Norberto Ezequiel Herrera. Y las iniciales del supuesto “matador” son C.R., también de 26, y en la curva de la 50 lo llaman “Caio”.

DOS FACAS EN LA TARDE

“Se empezaron a pelear con un cuchillo cada uno, y uno lastimó al otro, cerca de las 15.30. Así fue, papá”, fue la simple explicación de uno de los “trapitos” que tienen como refugio el céntrico espacio verde. La reluctancia a hablar -los cinco entrevistados fueron testigos presenciales del crimen- es entendible. Ellos continuarán en ese lugar el resto de la noche y, probablemente, de los días venideros.

Sin embargo, una de las jóvenes se compadeció del cronista y decidió agregar algunos detalles del incidente. Según su versión, el presunto homicida no era un asiduo “trabajador” de esa esquina. Hacía tiempo que “no aparecía”, y su comparecencia provocó resquemor en Herrera.

LE PUEDE INTERESAR

Hartazgo vecinal en la “zona roja” por feroces peleas entre travestis y “clientes”

LE PUEDE INTERESAR

La baldosa blanca de Plaza Italia, el cara con granos y la tenebrosa banda del Rengo

Además sumó la figura de una acompañante, una “chabona” que “cayó con el otro (por C.R.) y armó bardo”. Más animados por el relato de su amiga, el resto comenzó a sumar otras circunstancias. Así fue posible establecer que “se tenían bronca y se pelearon”, que “la novia” del sospechoso “hizo puterío”, y el área de la plaza en la cual se enfrentaron está situada a metros del banco que usan para dormir.

La riña la vieron pocos. Sobre 7 y 51, en la garita de vigilancia, tomaron conocimiento con el asesinato ya consumado. Los árboles tapan la visión, por lo que es probable que las cámaras de seguridad del municipio tampoco hayan filmado la secuencia.

Los testimonios recabados indicaron que las facas de los contendientes  eran de manufactura caseras, y ambos se enfrentaron “en buena ley”, sin la injerencia de terceros. Las dos hojas avanzaron hacia el rival, pero una sola volvió a su posición original con sangre. Entonces Herrera se derrumbó en el suelo con la sombra de un puntazo en el pecho y C.R. abandonó la escena. La Policía arribó minutos más tarde y el herido fue trasladado en una ambulancia del SAME al hospital San Martín. Su estado, revelaron voceros oficiales, era reservado. Al sanatorio llegó con vida, pero poco podía hacerse y murió.

El despliegue de patrulleros despertó a transeúntes y taxistas, que no sabían el motivo de las sirenas. La Científica y el Gabinete de Homicidios de la DDI La Plata trabajaron en la plaza para determinar las circunstancias del violento episodio. Al cierre de esta edición, el autor de la puñalada mortal continuaba libre. Las cámaras serán fundamentales para conocer el camino que tomó tras asesinar a “Eze”.

“Somos de la calle, nos conocemos todos”, cerró la chica que abrió el diálogo. Ella y su amiga, ya sin ganas de hablar, retornan al asfalto. El semáforo se puso en rojo y tres autos frenaron. Acaso el lamento por el compañero caído llegará a la madrugada.