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Deportes |Opinión

Un clásico platense atípico, supeditado tan sólo al entusiasmo de los intérpretes

Nicolás Lamberti

Nicolás Lamberti
nlamberti@eldia.com

19 de Abril de 2021 | 04:38
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No fue un Clásico más. Pero no por lo que dejó el juego, que fue bastante pobre en el estadio de UNO, sino por el contexto y el marco en el que tocó jugarlo. Planteles entre algodones, concentraciones que no pudieron ser, un color que no estuvo ni por City Bell y ni por Abasto, y la ausencia del público que entristeció el escenario. Por eso, todo dependería del entusiasmo que podían demostrar en cancha los jugadores.

Sobre los protagonistas recayó la responsabilidad de ponerle un poco de alegría a una tarde diferente para un partido que seguramente será recordado como el Clásico de la pandemia.

En el inicio del juego parecía que los intérpretes cumplirían con ese cometido de escaparse por un momento de la realidad que nos atraviesa, pero fueron algunos minutos esporádicos. El saldo terminó siendo un empate opaco, con imprecisiones y algunas pocas ocasiones de gol.

Comenzó mejor Gimnasia, apoyado en la velocidad del colombiano Carbonero y en la astucia y la zurda de Brahian Aleman y terminó mejor Estudiantes, que no lo ganó porque Leandro Díaz abusó de su fuerza cuando tuvo la chance de definir ante Rodrigo Rey.

El Lobo de Martini y Messera amagó con tener el clásico que tanto deseaba para romper la racha. Se volvió amenazante aprovechando el espacio que quedaba entre Leonardo Godoy y Agustín Rogel por la banda derecha de la defensa y atinó a controlar el medio, sobre todo, con el manejo de Ayala. Pero la cruzada duró unos 15 minutos.

Con el correr del reloj Gimnasia fue perdiendo claridad y si bien tampoco fue tan iluminado lo de Pincha, sí le alcanzó para empezar a manejar más la pelota.

Se recuperaron en el círculo central tanto Jorge Rodríguez como Iván Gómez, y el equipo comandado por Ricardo Zielinski, de a poco, comenzó a construir lo suyo. No peloteando a Rodrigo Rey, pero sí adueñándose un poco más del trámite. El primer tiempo, que tuvo un despeje en la línea por parte de Godoy ante un remate de Ramírez y un disparo de Leandro Díaz desde afuera que besó el travesaño, terminó a mano desde el desarrollo. Cualquiera de los dos pudo haberse ido al descanso con un gol a favor. Uno por ser mejor en el arranque y otro por imponerse en el tramo final.

Ya en el complemento, Estudiantes asumió el protagonismo. ¿Fue claro?: no. Pero sí preocupó más a Rodrigo Rey, quien respondió con firmeza cuando el juego se lo requirió. El Pincha ganó algo de vértigo con el ingreso de Lucas Rodríguez, quien en una de sus acciones hizo amonestar a Harrinson Mancilla, quien 8 minutos después recibiría la roja.

Si bien el hombre que tuvo de más durante más de un cuarto de hora no se notó en demasía, sí hizo que se afianzara aún más el dominio que el Pincha ejercía por sobre el rival. El Lobo quedaría a expensas de un pelotazo largo de Alemán o Ayala para que un Carbonero fundido por lo que había corrido en el primer tiempo, pescara algo contra el arco de 55.

Si bien el local no apabulló al Lobo, pudo contar con algunas ocasiones de gol claras producto más del empuje que del brillo futbolístico. Más allá del zurdazo de Díaz en el horizontal, Fabián Noguera se impuso en las alturas luego de una pelota detenida y el pie derecho de Rey salvó al Lobo tras un disparo cruzado de Manuel Castro.

Los cambios en el Lobo llegaron para atenuar el dominio albirrojo. Porque Matías Pérez García entró para tener un poco más la pelota y enfriar el juego. Y lo consiguió, generando algunas infracciones cerca del área, que finalmente no fueron aprovechadas por el conjunto mens sana. Sobre el final Nicolás Contín, que ingresó por Carbonero, intentó la heroica y le faltó poquito. Porque le ganó la posición a Noguera y le faltó superar a Rogel antes de llegar a Andújar. El uruguayo, de lo mejor en el Pincha junto al tucumano Díaz, lo barrió y le quitó limpio. Y no pasó más en el complemento más allá de los 5 minutos que dio el árbitro Darío Herrera.

Así pasó el clásico 162, jugado en un marco atípico, que será recordado solamente por lo extra futbolístico.

 

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