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Carlos Leyba
elconomista.com.ar
El derrumbe de la productividad erosiona el nivel de vida. Obvio. La decadencia, en estado de marea alta, barre con todas las defensas. Obvio.
Preguntarse por las causas. También es obvio. Si no se tiene en cuenta lo obvio, las consecuencias son inevitables. Lo inevitable de este derrumbe y de esta decadencia, es que se transforman en erosión; y toda erosión corrompe.
¿Dónde miramos? ¿Más de la mitad de los niños sobreviviendo en la pobreza? ¿El 40 % de las familias en pobreza? ¿El horror en las periferias de los conurbanos de las ciudades? ¿La violencia y el delito? ¿El narco apoderándose de generaciones y territorios? ¿Evasión tributaria, fuga del excedente, renuncia a la nacionalidad por impuestos? ¿Privilegios, rentados por tributos, del poder? ¿Nueva oligarquía de los concesionarios de fortunas súbitas logradas en 30 años con poder público ciego y áreas de influencia dentro del Estado?
¿Miramos lo que está detrás? ¿Las causas primeras?
Evadir la búsqueda de las causas primeras, no conversar acerca de ellas, buscar culpables sin indagar por las causas originarias, es lo que hoy define el nivel ramplón de la conversación política e impide definir “el problema”. Y si no “definimos” el problema no hay posibilidad de búsqueda de la solución.
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La solución se inicia a partir del futuro deseado que es tal, sí y solo sí, es capaz de generar consenso, tan amplio, que sea capaz de sostener al deseo compartido de futuro en el tiempo.
Esta situación nos ahoga a todos. La llamamos inflación. Ella primero destruye la vida de los que están al margen del sistema salarial, después hunde la vida de los asalariados, los ahogados -sin querer- en la desesperación se abrazan a aquellos que los pueden salvar.
¿De dónde venimos? ¿Cómo llegamos aquí? ¿Cómo es que en otras naciones, no pasa, no pasó? A otros los empuja el progreso. Alcanzan un nivel. Tal vez se estancan. Pero no retroceden. Nosotros sí.
¿Qué son los equilibrios macro? Por ejemplo, y al mismo tiempo, podemos listar: bajas tasas de inflación; abundancia de crédito a largo plazo a tasas de interés compatibles con la tasa de rentabilidad de las inversiones; cuentas fiscales en orden y desequilibrios financiables; cuentas externas razonablemente equilibradas y financiables con pagos de servicios de deuda que no requieren más crédito; pleno empleo o bajas tasas de desocupación de corta duración y ausencia de capacidad productiva ociosa.
No tenemos equilibrios macro. Están todos extraviados.
Dejemos de lado el concepto de “causalidad”. Y preguntémonos ¿crecimiento continuado y equilibrios macro, están asociados?
Progreso continuo y equilibrio, en el mundo desarrollado, van en paralelo. Cuando uno se atrasa el otro descarrila. La estanflación es la marcha en reversa.
En nuestra historia la estanflación fue una trampera de inmovilización en la que llevamos medio siglo.
Inexplicable, Argentina hoy asiste a un proceso de erosión acelerada de la clase media. Ya se devoró a los sectores de menor nivel de vida, de bajos ingresos, encerrados en círculo vicioso sin salida individual; y va limando la condición de vida de los sectores medios.
Hoy, como en el imaginario de los “locos 20”, los lugares de “distracción” agolpan a los que consumen porque, como dicen muchos, sobran pesos que no se pueden guardar porque no hay cómo, ni para qué.
Es decir no se trata de construcción sino de distracción que es el prólogo de la destrucción.
Militantes de minorías activas que dan la vida por el lenguaje inclusivo, miran para otro lado mientras el derrumbe de la productividad y la decadencia, en su fase de marea alta, barre con las pocas defensas que recibieron de sus padres.
Mirar para otro lado, distraerse, mientras su generación vive con menos esperanzas que las de sus mayores. Y la de sus hijos se apresta a que sus condiciones de vida serán peores que las de sus padres.
¿Hemos sido alguna vez una economía de progreso continuo y con una macro en un cierto desequilibrio administrable con los recursos que el progreso brinda?
¿En qué se diferencia el futuro deseado de los candidatos? ¿Hay candidatos de dos vías o abundan los de una sola?
Escapemos del derrumbe y la erosión. No es fácil. Pero veamos lo que realmente hacen los otros. Y los números.
Mentir con la historia es parte del derrumbe y de la erosión.
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