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Política y Economía |Visiones distintas, pujas, objetivos individuales y el anhelo de gobernar

¿Qué une a los integrantes de Juntos por el Cambio?

Las diferencias internas camino a las elecciones de 2023 siembran dudas sobre la convivencia en esa coalición

¿Qué une a los integrantes de Juntos por el Cambio?

Surgen interrogantes sobre cómo será la convivencia en juntos por el cambio camino a 2023 / Twitter

Mariano Pérez de Eulate

Mariano Pérez de Eulate
mpeulate@eldia.com

30 de Abril de 2022 | 04:34
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La política, a veces, da sorpresas. Pocas, porque en general tiene cierta lógica. Por ejemplo: las rencillas en el Frente de Todos, que lo han puesto al borde de la ruptura, eran casi cantadas. En su rol de estratega de la llegada de una cuarta administración kirchnerista, nadie imaginaba a una Cristina pasiva si el gobierno de Alberto Fernández fijaba un rumbo con el que ella no acordara.

Pero con la coalición opositora es otra cosa. Con un peronismo enfrente que no puede domar la economía y se deshilacha en todas las encuestas, Juntos por el Cambio parece transitar un raro teorema según el cual si aumentan sus probabilidades de regresar al poder también crecen las diferencias y las peleas internas, al punto de sembrar dudas sobre la factibilidad de la unidad.

El reciente episodio en torno al libertario Javier Milei patentiza esa tesis. La reunión del último miércoles de la mesa nacional de JxC quedó prácticamente reducida a la elaboración de un comunicado para cerrar la puerta a la incorporación de Milei a la coalición. Una idea que manejan algunos de sus actores bajo la teoría de que es mejor “tener adentro” al diputado, que ya avisó que será candidato a presidente, en vez de enfrentarlo. Un poroteo de vaya a saber qué consultora diría que el economista le resta votos por derecha a Juntos por el Cambio.

Aparentemente, socios de JxC como los radicales y los lilitos fijan en Milei un límite de lo aceptable. Básicamente por sus ideas de “derecha”, liberales extremas desde su punto de vista ideológico, que lo ubican como una suerte de abolicionista absoluto del estatismo. Lo curioso es que otros actores de peso de Juntos, como Patricia Bullrich o Mauricio Macri, creen que debería darse un acercamiento a Milei; o al menos no tendría que descartarse, a un larguísimo año y medio de las elecciones presidenciales.

Las disidencias llevaron a un papelón: veinticuatro horas después de haber redactado y firmado el ya célebre comunicado de veto a Milei, Bullrich -presidenta de PRO- salió a decir que no estaba de acuerdo con lo allí expresado. Macri, que desde lo ideológico probablemente sea el más cercano al libertario, al menos hizo silencio.

Hablamos de una alianza que, además, contiene elementos del peronismo tradicional, como Miguel Pichetto, y a los denominados “palomas”, reduccionismo coloquial para definir a los dialoguistas. Como Horacio Rodríguez Larreta. Con destino inevitable de presidenciable, Larreta ha hecho en su distrito -la Ciudad de Buenos Aires- una alianza tan amplia con todos los sectores políticos locales que la Legislatura porteña parece casi una escribanía del Ejecutivo.

Interrogantes

Surge una pregunta inevitable: ¿qué amalgama a Juntos por el Cambio? ¿Cuál es la argamasa que los une? No es una única ideología, porque está visto que conviven varias. ¿Debería ser la crisis que hay del otro lado, en el Frente de Todos? ¿O el escenario perfectamente posible de recuperar el gobierno perdido en 2019? ¿Es sólo la faena de volver a sacar al kirchnerismo del poder?

Un decálogo a grandes rasgos de los valores que dicen defender los cambiemistas incluye la devoción constitucional a la división de poderes, el respeto a la propiedad privada, la necesidad de bajar la presión impositiva, la decisión geopolítica de alinearse con occidente y alejarse de autarquías o dictaduras, como le achacan al kirchnerismo. Pero, como en toda coalición multipartidaria, existen contradicciones. El problema es cuando empiezan a preponderar las sospechas, las desconfianzas.

En este sentido, el jujeño Gerardo Morales (por cierto, uno de los más enconados contra Milei) ha quedado en el ojo del huracán por las versiones que lo situaron haciendo un pacto secreto con Sergio Massa y Cristina Kirchner para que la UCR pudiera ubicar un representante propio en el Consejo de la Magistratura, a cambio de que el kirchnerismo entronara allí a un soldado de la vicepresidenta. ¿La víctima de todo esto? El PRO, que no pudo nominar a un senador propio luego de la tropelía del oficialismo de dividir el bloque de senadores del Frente de Todos para invocarse como segunda minoría.

En el famoso comunicado de días atrás, JxC desmintió la supuesta jugada espuria de Morales. Este fue, de hecho, el segundo punto sensible de aquella cumbre nacional. Pero, en verdad, las desconfianzas persisten, más allá de lo que hayan escrito en ese papelito. El problema fue, justamente, que para los macristas la versión era creíble.

Es que los amarillos ven con malísimos ojos la buena relación política y personal de Morales con Massa. Tan buena que el vicegobernador de Jujuy, Carlos Haquim, es massista. También, tienen data de que el titular de la UCR -precandidato a presidente- viene estrechando lazos con colegas peronistas de otras provincias en la creencia de que la etapa que viene requerirá una suerte de gobierno de unión nacional, o de colaboracionismo intra partidario, entre las fuerzas que hoy integran la oposición y todo el justicialismo no kirchnerista.

La movida de Los radicales

Los radicales, por su parte, vienen trabajando para revertir el karma de haber sido socios de reparto en los cuatro años de gobierno de Juntos. Por eso, los exaspera que Macri juegue con una posible nueva postulación, ese segundo período que parece anunciar el libro de sus memorias gubernamentales titulado “Primer tiempo”. Una hipótesis que, por otra parte, también enoja a Larreta, que trabaja hace años para tomar la posta de Mauricio.

Queda abierta otra pregunta: Si el gobierno de Fernández, digamos el peronismo, llega a levantar aunque sea un poco la cuesta económica en estos 18 meses que faltan para las elecciones presidenciales, ¿la oposición se seguirá mirando el ombligo? Final abierto.

 

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