Ansiedad: un trastorno cada vez más común entre los jóvenes

La ansiedad es un trastorno mental que afecta a muchas personas en Argentina. En ese sentido, el panorama del país es alarmante. Según una investigación realizada por Glorify, una aplicación que ofrece reflexiones, meditaciones guiadas, oraciones y pasajes bíblicos, el 90,8% de los encuestados reportaron sufrir estrés (28,5%), ansiedad (26,8%), insomnio (19,1%) o depresión (16,4%). La encuesta contó con más de 1200 encuestados, entre hombres (50,1%) y mujeres (49,9%), con edades comprendidas entre 18 y 46 años.

En otro estudio, se encontró que el 48% de los encuestados manifestó tener ansiedad, el 29,64% señaló haber atravesado niveles de depresión clínicamente significativos y el 42,27% reconoció tener riesgo suicida digno de consideración. La muestra de la encuesta fue de 1100 personas residentes en todo el país.

EN PROFUNDIDAD

La ansiedad es un sentimiento de miedo, temor e inquietud que puede ser normal o patológico. Los trastornos de ansiedad son afecciones que afectan la vida diaria de las personas y que pueden causar síntomas como palpitaciones, miedo, ansiedad social o fobias.

La ansiedad es una respuesta adaptativa del ser humano ante peligros reales o percibidos, que nos predispone a reaccionar rápidamente a la menor señal de que hay que hacerlo. Se trata de una señal de alarma que puede ser proporcionada al estímulo que la desencadena, o que puede generar psicopatologías y complicaciones de salud.

Los trastornos de ansiedad son afecciones en las que la ansiedad no desaparece y puede empeorar con el tiempo. Los síntomas pueden interferir con las actividades diarias, como el desempeño en el trabajo, la escuela y las relaciones entre personas. Existen varios tipos de trastornos de ansiedad, incluyendo el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de pánico, las fobias y otros. Los trastornos de ansiedad pueden ser tratados con terapia, medicamentos o una combinación de ambos.

Si bien la ansiedad puede ayudar a enfrentar una situación, además de darle un impulso de energía o ayudarle a concentrarse, para las personas con trastornos de ansiedad el miedo no es temporal y puede ser abrumadora. Ciertos rasgos de personalidad, como ser tímido o retraído cuando está en situaciones nuevas o conoce personas nuevas, eventos traumáticos en la primera infancia o la edad adulta, antecedentes familiares de ansiedad u otros trastornos mentales, y algunas afecciones de salud física, como problemas de tiroides o arritmia, son factores de riesgo para los diferentes tipos de trastornos de ansiedad.

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¿UNA SALIDA?

En los consultorios de psicólogos, la ansiedad, la imposibilidad de vivir el presente y la angustia generada por la incertidumbre cotidiana son los protagonistas de una época marcada por la hiperconexión y la sobreexposición a múltiples estímulos. En este frenético escenario, encontrar un espacio de silencio y reflexión se vuelve una tarea casi imposible. ¿Cómo desconectarse del bullicio externo y, al mismo tiempo, conectarse con nosotros mismos? La respuesta puede residir en una práctica aparentemente sencilla pero poderosa: la escritura.

Muchos, influenciados por terapeutas o por decisión propia, han descubierto en la escritura una forma efectiva de enfrentar la vorágine de la vida moderna. Algunos comienzan anotando afirmaciones o deseos, mientras que otros optan por la elaboración de listas de actividades diarias, encontrando en este proceso una mejora significativa en su productividad.

La escritura, equiparada a menudo con la meditación, se revela como un vehículo para conectarse con el “poder del ahora”, parafraseando al renombrado autor Eckhart Tolle. En un mundo donde el mindfulness ha ganado terreno, escribir con atención plena emerge como una herramienta valiosa para mejorar la concentración, enfocarse, activar la memoria y reducir el estrés.

La “Literatura del yo” se presenta como una puerta de entrada accesible a la escritura terapéutica. Escribir sobre uno mismo, sobre la propia vida, se convierte en un proceso que no requiere técnicas especializadas ni formación previa. En un contexto donde la sociedad se sumerge en interminables horas de contenido en plataformas como Netflix, surge la pregunta: ¿por qué no dedicar un espacio del día o de la semana para explorar y plasmar nuestra propia historia?

Al embarcarse en un proceso guiado para revisar recuerdos, escenas de la vida, personajes del pasado o momentos significativos, la vida de uno adquiere una nueva dimensión. Personas que nunca antes habían experimentado la escritura se reconectan con sus historias, reviviendo situaciones que tenían bloqueadas en su memoria.

Silvina Scheiner, directora del taller de biografía “Mi historia es de novela”, destaca la importancia de la escritura como ritual y autoacompañamiento. Explica que la escritura es especialmente beneficiosa para aquellos que se sienten solos, brindándoles compañía y una actividad que contribuye a la sanación del alma sin necesidad de recurrir a remedios o estructuras rígidas.

Los participantes del taller adquieren las herramientas necesarias para crear un libro autobiográfico, no solo con el propósito de sanar y ser interesante para sí mismos, sino también para compartirlo con sus lectores, creando así un legado significativo.

“La vida de cada uno es única, irrepetible y especial, pero uno solo puede conectarse con eso cuando se lo cuenta a alguien, o cuando lo escribe y lo ve todo junto, delante de sus ojos”, relata Scheiner. La escritura ayuda a evocar anécdotas y a acercarse a los momentos que convierten el viaje existencial de cada individuo en una experiencia absolutamente particular.

En resumen, escribir se revela como una herramienta terapéutica multifacética que permite vaciar la mente de pensamientos tóxicos, aprender cosas nuevas, desarrollar la creatividad, ganar conciencia de la realidad, tomar mejores decisiones, vivir más enfocado, superar los malos momentos con mayor rapidez, tener un registro histórico de pensamientos y, en última instancia, ser más feliz. En un mundo abrumado por el estrés y la sobreexigencia, la escritura se erige como un refugio donde cada palabra escrita es un paso más hacia la autenticidad y la conexión consigo mismo.