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La Ciudad |EL RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL A SU LABOR

Tebaldo Ricaldoni, otro extraordinario científico de nuestra Universidad

Desde La Plata maravilló al mundo con un modelo novedoso de submarino que la Armada Argentina dejó de lado y fue adquirido por Francia. Desarrolló varios inventos a partir de la ciencia aplicada

Tebaldo Ricaldoni, otro extraordinario científico de nuestra Universidad

Tebaldo Ricaldoni adquirió 2.761 instrumentos de demostración de física a una firma alemana

2 de Marzo de 2023 | 03:41
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Fue el primer doctor en Ingeniería de Argentina, y fundador y director del Instituto de Física de la UNLP. Ya a fines del siglo XIX estaba considerado como el científico más importante de América Latina y sus logros eran conocidos en todo el mundo. Tebaldo Jorge Ricaldoni, simplemente fue un genio, o, como se decía en aquella época, un sabio y también un docente universitario de gran nivel.

Hay algunos datos de su vida que muestran aspectos salientes de su creativa personalidad. Por ejemplo, compartió una profunda amistad con el ingeniero italiano Guglielmo Marconi, Premio Nobel de Física en 1909.

Ricaldoni, que nació en Montevideo el 24 de mayo de 1861 y falleció en La Plata el 23 de septiembre de 1923, escribió 38 tratados científicos y sostuvo fuertes polémicas de tipo pedagógico con Domingo Sarmiento a quien, sin pretender hacerlo, dejó desairado en más de una oportunidad ante la comunidad científica de nuestro país, lo que a su vez le valió ciertos enconos y un prolongado ostracismo.

Luego de completar estudios primarios y secundarios a los 15 años en Montevideo, se mudó a Buenos Aires, donde residió desde su llegada en la casa de Bartolomé Mitre, amigo de su familia, lo que le permitió frecuentar y hacer amistades en la alta sociedad porteña.

Se recibió de Ingeniero civil en la Universidad de Buenos Aires a los 19 años de edad.

Se casó con Clara Ramos Mejía, con quien tuvo dos hijos: Hugo y Alberto. Posteriormente se divorció en Uruguay y volvió a casarse, esta vez en la Banda Oriental, con Teresa Di Jorgi, matrimonio del que nacieron sus hijos Marta y Jorge.

SU LLEGADA A LA PLATA

En 1905 Ricaldoni fue elegido por Joaquín V. González para crear y dirigir el Instituto de Física de la flamante Universidad Nacional de La Plata, el primer establecimiento educativo universitario de su tipo en Argentina y América del Sur.

Coincidentes versiones históricas hacen hincapié en que la elección de Ricaldoni para este cargo en la recién nacida Universidad platense podría deberse a su prestigio en la sociedad porteña como educador, pues empleaba gran cantidad de experimentos demostrativos y a la notoriedad ganada gracias a sus investigaciones sobre la telegrafía sin hilos, que lo habían llevado a introducir modificaciones en el receptor ideado por Marconi.

Durante su gestión al frente de esta importante casa de estudios local, Ricaldoni, ya nacionalizado argentino, adquirió 2.761 instrumentos de demostración de física a una firma alemana, que formaron parte del equipamiento del Instituto de Física y que actualmente forman parte del acervo del Museo de Física de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP.

Debido a algunas disidencias con el rector Joaquín V. González, el eminente científico dejó la dirección del Instituto de Física en 1911 para dedicarse a partir de entonces al dictado de clases en la UNLP y en el Colegio Nacional, y, fundamentalmente, al desarrollo de proyectos como inventor. ​

Paralelamente, escribió numerosos libros de texto de física que tuvieron gran difusión en la región, y que fueron empleados hasta la década de 1930.

SU FAMOSO SUBMARINO

Su invento más famoso comenzó a ser desarrollado a fines del siglo XIX. Se trataba de un submarino con un sistema innovador, pues la variación de la densidad de la nave se debía a cambios en el volumen, en lugar de ocurrir por modificaciones en el peso o por la carga de tanques de lastre.

El sumergible contaba además con un complejo diseño, que el destacado científico perfeccionó durante de varios años y que se encuentra descripto en detalle en un cuaderno titulado “Mi submarino - 1900”, y en unas memorias impresas tituladas “El submarino Ricaldoni”. ​

Otros inventos le fueron añadidos al submarino, como el panoramoscopio, un periscopio de 360 grados de proyección, que permitía tener una visión completa de la superficie sin tener que girar ese instrumento óptico.

Luego le sumó a la innovadora nave la boya de rescate de submarinistas a la que denominó “Salvator”, y además, la falsa quilla de lastre y un dispositivo “desvía-torpedos”.

Vale señalar que la documentación original del proyecto de embarcación submarina, se exhibe en el Museo de la Escuela Naval Militar en Río Santiago.

El submarino de Ricaldoni fue ofrecido por el científico a la Armada de nuestro país, pero los expertos del arma, luego de un prolongado análisis técnico consideraron que el navío sencillamente era un “disparate” y rechazaron el proyecto.

Los científicos franceses de la Armada de ese país estaban al tanto del desarrollo del sumergible y de inmediato, no bien en nuestro país se descartó la iniciativa, la patente fue adquirida por Francia, país en el que se fabricaron varios submarinos de ese tipo, la mayoría de los cuales intervino en la Primera Guerra Mundial.

El desarrollo del submarino que ideó Tebaldo Ricaldoni

MÁS INVENTOS

Otros de sus desarrollos de ciencia aplicada que se deben a Ricaldoni fueron las pilas de cromo y un modulador de ondas que permitía comunicar dos o más telégrafos de manera inalámbrica, invento anterior al de Marconi pero que el científico de nuestra ciudad no patentó.

Con respecto a este último punto se debe aclarar que en 1898 se había instalado en la ciudad de Buenos Aires una pequeña estación experimental construida por el ingeniero Ricaldoni, basándose en las experiencias previas de Branley, Popoli, Hertz y Marconi.

La estación, si bien era algo rudimentaria, permitió a Ricaldoni lograr comunicarse con otra estación similar que funcionaba a bordo del vapor llamado “Vigilante” y que se encontraba a una distancia de cincuenta kilómetros.

Hay que destacar además, que ya en 1899 había ganado fama local e internacional, al punto de que en Francia había recibido el título honorífico de Oficial de Instrucción Pública.

Y en ese año, pese a no residir aún en La Plata, su destacada labor motivó que EL DIA publicase una nota refiriéndose a Tebaldo Ricaldoni como “el Profesor de la Facultad de Matemática de Buenos Aires cuyo nombre en los últimos días se ha repetido con elogio en los círculos científicos, con motivo de la reforma que ha introducido y que constituye un perfeccionamiento del aparato de Marconi, sobre telegrafía sin hilos”.

Por otra parte, dedujo a través de cálculos matemáticos la existencia del planeta Neptuno, como así también la de una luna de Mercurio, dos cuestiones que se descubrieron mediante telescopios muchos años después.

Tebaldo Ricaldoni, en pleno trabajo sobre una máquina

EL “PINCEL DE FUEGO”

Un invento de Ricaldoni, seguramente más trascendente que el submarino, fue el que denominó “pincel de fuego”, un dispositivo inquietante por su poder destructivo y que el científico destruyó luego de su primera, única y sorprendentemente eficaz prueba.

Acompañado de algunos alumnos, el científico inventor se dirigió a una de las canchas de fútbol situadas detrás del Colegio Nacional, por calle 50. En uno de los arcos colocó el dispositivo, y en el arco opuesto puso un blanco de gruesa madera de roble.

Luego accionó el “pincel de fuego”, del que emanó una fuerte pero corta llamarada, causando en el blanco de madera un gran agujero en el centro.

En ese mismo momento Ricaldoni hizo prometer a sus alumnos que jamás hablarían del arma, a la que seguidamente destruyó atemorizado por los daños que podría causar en una conflagración bélica.

RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL

Además de haber sido, como se dijo, el primer doctor en Ingeniería de América Latina, Ricaldoni se doctoró en Física y en Matemáticas, al tiempo que ocupó cargos docentes en otras disciplinas como cosmografía, bioquímica, química inorgánica y ciencias naturales.

En Francia alcanzó, previamente a la instauración del Premio Nobel, la distinción científica más importante del mundo como la Palma de Oro, y posteriormente, en dos oportunidades, la Palma de Bronce.

Ricaldoni logró el reconocimiento internacional

 

 

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