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Opinión |Editorial

¿Ahora prohibirán en los estadios la presencia de todo hincha de fútbol?

5 de Febrero de 2024 | 02:53
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Dos muertos, cinco personas heridas, treinta detenidos, balazos y el secuestro de todo tipo de armas blancas, palos y piedras. Ese fue el saldo de distintos incidentes ocurridos en el marco de cuatro partidos de fútbol profesional en nuestro país. La violencia en el fútbol sigue su curso, ante la indiferencia estructural de las autoridades de todas las jurisdicciones y el silencio dirigencial existente en el medio. Cabe señalar que los episodios tuvieron como origen disputas internas entre barras del mismo club.

Uno de los casos graves se registró en la cancha de Chacarita, cuando un hincha de ese club recibió una puñalada en plena tribuna y murió minutos después desagrado en el hospital, tras haberse visto involucrado en una pelea interna de la barra de Chacarita, ocurrida durante el primer tiempo del partido con Deportivo Maipú. La víctima, de 43 años de edad, que estaba junto a su hijo, recibió una herida mortal de arma blanca en el pecho, según el parte policial. Ayer, en tanto, mataron a un hincha en la previa de Gimnasia de Mendoza contra Defensores de Belgrano (ver la sección Deportes).

Por su parte, hace una semana, a minutos del comienzo del partido entre River y Argentinos, dos facciones de la barra (la oficial y la disidente) del club de Núñez protagonizaron un fuerte cruce a pocos metros del estadio Monumental. Según informó la Policía de la Ciudad, el saldo fue de 30 detenidos, dos heridos y durante el operativo se secuestraron palos, piedras, cuchillos y otras armas blancas.

El enfrentamiento fue sobre la avenida Cantilo, a la altura del ingreso al Puente Labruna que comunica directamente al estadio. En la previa del encuentro, una facción disidente emboscó a otra que caminaba por la autopista rumbo a la cancha y la situación no pasó a mayores gracias a la rápida intervención de las fuerzas de seguridad.

A su vez, debió ser suspendido el partido que iban a disputar los clubes de Cañuelas y Midland por la fecha inaugural de la Primera B, a raíz de incidentes ocurridos en las afueras del estadio Jorge Alfredo Arín. Ello ocurrió debido a que dos grupos antagónicos del primero de esos clubes se enfrentaron sobre uno de los accesos de la cancha.

Durante los incidentes, se escucharon disparos de balas de goma por parte de personal del seguridad, según registros de video realizados por hinchas que ya estaban dentro de la cancha. Hubo tres policías heridos y un detenido. Se trató de otro caso de disputa del “poder” entre grupos de barra bravas antagónicos.

Son cuatro casos más de violencia protagonizados por hinchas del mismo club, enfrentados entre ellos. No puede menos que reflexionarse sobre la paradoja existente, en el sentido de que está prohibida desde hace años la presencia de hinchadas visitantes, para que no se produjeran hechos de violencia en los estadios. Las peleas sangrientas ahora se registran entre los hinchas de los clubes locales.

El Estado conoce bien -y si no fuera así, debiera saberlo- a quiénes causan muertes y lesiones en el marco de partidos de fútbol. Impedir la presencia de simpatizantes de uno de los dos clubes que se enfrentan, con el inconfesado pero ostensible propósito de ocultar la impotencia oficial para detener a los delincuentes, implicó adentrarse en caminos poco racionales. ¿Cuál sería la próxima medida? ¿Prohibir que haya hinchas visitantes y locales en los estadios, y que los partidos se jueguen sin gente en las tribunas?

Cabe insistir una vez más: no habrá solución hasta que se erradique de los estadios a quienes van a ellos para delinquir. Debe abandonarse la idea de perseguir a los clubes y la de perjudicar a los simpatizantes que sólo quieren ver un partido de fútbol. A través de una fuerza policial entrenada, que no incurra en excesos, hay que individualizar, detener y someter a la Justicia a los delincuentes. El Estado los puede identificar con facilidad y no debe protegerlos.

 

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